Narrador. Nuestro grupo estaba tan ocupado centrándose en el rito del despertar, que se dieron cuenta que ya no estaban solos, desde lejos, transformado en un lobo pequeño y discreto, alguien los estaba observando, llevan ya tiempo en esa tarea, pero sólo había podido recopilar información, que ent
Elijah. Tuve que derribarla sobre el sofá del salón, ya que me era imposible subir las escaleras con la profunda erección que sentía, lo más probable era que terminara tomándola contra los escalones que iban al primer piso. Comencé a desnudarla arrebatando su ropa como podía, y las ansias locas de
IrinaAntes de despertar ya sentí en dolor adormecido de mi cuerpo, como si hubiera estado practicando ejercicio extremo, y este protestara por el sobre esfuerzo. Poco a poco mis ojos se abrieron, y mi cabeza se quejó por el exceso de luz, que venía de las ventanas de las que yo creía que era mi hab
Irina. Las dos doncellas, estaban mirándome preocupadas, mientras yo sólo dirigía mi vista a su bajo vientre, donde una especie de luz blanquecina se movía lentamente, flotando con calidez en esa zona. - “¿Ocurre algo Luna?”- me dijo una de las doncellas, la más mayor. - “Yo, yo… ¿Qué es eso?”-
Irina. - “¿Cuándo se lo diremos?”- me preguntó Ava, tras terminar de despachar todos los asuntos relacionados con el alojamiento y llegada de las comitivas de las diferentes manadas, un deber que tenía como la reina, y compañera del Rey, de todas las manadas de Asia y Europa. Yo la miré y no dije
Irina. Por eso se habían establecido unas reglas, imposible de romper, y que todos debían cumplir, tanto las manadas que iban a asistir, como dentro de la organización, para mi presentación. Entre las reglas estaba la limitación de personas que podían asistir para cada comitiva, al evento, que se l
Desmond. - “¿Se está supervisando bien la llegada de todas las comitivas?”- pregunté a mi beta mientras observaba a través de la pantalla de vigilancia qué había en la casa de la manada, como mis sospechas se confirmaban. Casi todos habían cumplido con el pacto que hicieron para asistir a la re
Desde ese momento, la enemistad entre esos dos clanes había crecido, y crecido, hasta el punto de que se habían declarado la guerra el uno al otro. - “Tendremos que intervenir”- dije levantándome de mi asiento para dirigirme al salón para poner freno a la disputa, entre esas dos manadas. - “Espe