Irina Bykow. - “¡Necesitamos alejarnos de aquí ya!”- dijo Ava de forma exigente a los gemelos. Esto fue algo que, hasta ella misma sorprendido, pero es que había desarrollado una conexión muy especial conmigo, por el tiempo que estuvimos juntas en el castillo, y yo calmaba los ataques agresivos
- “No estamos solas, agáchate, pégate al suelo, que no detecten nuestro olor. “- le dije a Ava. En los dos años que llevaba deambulado, de un lado para otro, había aprendido muchas técnicas de ocultación, así como a defenderme, el problema era que cuando golpeaba a mi oponente, y este sentía dolo
Desmond Darkness. - “Bueno Malcon creo que la duda de a quién pertenece la Gamma ha quedado saldada, creo, ¿o quieres seguir discutiéndolo?, pero esta vez entre nosotros.”- pregunté serio, y decidido en acabar con esto lo más pronto posible, mi lobo estaba inquieto algo pasaba con nuestra Luna, y é
No me di cuenta, en ese momento, de que había cometido un error, al acercarme a él, había puesto Calix sobre aviso sobre algo que yo quería ocultar. Muy pronto volveríamos a saber de él, y esta vez sus intenciones no serían la de medir nuestra fuerza como Alfa. Quizás mi error fuera debido a que e
Desmond Darkness. - “¿Sabes lo que es una Gamma?”- me preguntó Bella, una vez que estuvimos en lugar protegido y resguardado entre una colina y el frondoso bosque, muy lejos de la zona en la que las manadas descansaban tras la batalla. Aún ni la mate del beta, ni Irina, la parte humana de mi Lun
Elijah. Por mucho que la futura luna me dijera que mi mate estaba sólo en trance, para controlar la tentación que suponíamos para ella, verme llegar a la playa, verla en ese estado de inconsciencia sobre mi cuerpo, que era donde había permanecido desde que la había recogido de lomos de la Luna, sin
Irina Bykow. - “No piensa abrir los ojos, mi Luna, nos tenemos que ir, me encanta tenerte entre mis brazos, creo que desde esta noche es lo que más me gusta en el mundo, pero tenemos que volver a nuestro hogar.”- la voz del Rey oscuro, en mi oído, hizo que un incontrolable gemido de placer se me e
Cuando regresé, ya él no estaba allí, de hecho, no lo veía por ningún lado. Despacio bajé hacia donde estaba el resto de la manada, no muy lejos veía como Ava, mejor dicho, su loba, la descarada Elora, se restregaba cariñosamente contra el lomo de su mate, el beta de la manada, un enorme lobo color