28.

Mi respiración va aumentando de ritmo a medida que los segundos pasan. Justin sigue sobre mí, pero no sabría describir su expresión.

Cuando voy a hablar, me besa. Y cuando se separa, entierra su cabeza en mi cuello.

—Gracias al cielo —lo oigo murmurar.

Frunzo el ceño. 

¿De qué demonios está hablando? 

¿De mi virginidad? 

—¿Justin? —él se separa de mi con lentitud.

Cuando veo su rostro, hay una sonrisa dividiendo su rostro en él.

—Realmente estoy muy agradecido por esa información —mis ojos se abren.

—¿Ah, sí? —asiente— ¿Por qué?

No escondo mi confusión, quiero decir… ¿Quién querría una novia de veinte años virgen?

—¿Sabes lo que me atormentaba pensar en ti y en Brandon

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