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Capítulo tres. Margaret.

Para muchos la vida actual de Margaret era un desastre total, drogadicta, mala madre, promiscua y sin un solo ápice de respeto por sus hijos. Desafortunadamente la mayoría de las personas que sufren una adicción a cualquier tipo de sustancia intentan acallar pensamientos intrusivos que provienen de eventos traumáticos del pasado. Pues, aunque Margaret había sufrido mucho en su infancia y adolescencia temprana no justificaba el hecho de comportarse como la hacía, porque a pesar de darles un pésimo ejemplo a sus hijos, ellos no eran malos, al contrario, eran excelentes niños.

Margaret nació en Santo Domingo en una familia bastante disfuncional, su madre estaba obsesionada con el padre de Margaret y lo celaba de todo y de todos, también la madre de Margaret le tenía envidia a sus hijas, tenía dos, Margaret y Elizabeth que desde muy pequeñas resaltaban por su aparente belleza y carisma, eran agradables y unas niñas llenas de vida, pero la madre de ambas por sus celos totalmente irracionales hacia el padre de  ellas, lo celaba hasta de sus propias hijas, esto llevo a que la relación con ellas se volviese tensa, sin cariño donde las peleas y los celos constantes de su madre llevaron a que el padre de Margaret y Elizabeth un día tomara sus maletas y huyera lejos. Aunque la relación de Margaret con su padre era totalmente distante por culpa de su madre, él era atento con ella y con Elizabeth. Lo cual detono en que Margaret y su madre se convirtieran en enemigas no se soportaban, no se podían ni ver, aunque esta señora tenía dos hijas Margaret siempre tuvo más carácter que su hermana, era volátil, independiente, no se callaba nada si algo le molestaba, lo cual a su madre no le gustaba, ella quería que ambas Margaret y Elizabeth fuesen niñas sumisas y bien portadas.

En 1980 cuando Margaret tenía solo 14 años fue violada brutalmente por un grupo de compañeros de clases, mientras ella se encontraba en un parque muy cerca de su casa. Inmediatamente después que el hecho ocurrió ella salió caminando del lugar toda ensangrentada y cojeando de aquella escena catastrófica, donde sin querer algo en ella murió ese día no solo por aquel ultraje sino por la reacción tan apática de la que supondría debía defenderla y cuidarla en todo momento, su madre. Margaret llego totalmente destrozada a su hogar después de ser violada, cerró la puerta de su casa, cayó en sus rodillas y empezó a llorar desconsolada, el llanto se escuchó en todo el barrio, Elizabeth salió rápidamente de su alcoba a ver qué ocurría solo para hallar a su hermana menor con la tela de su vestido que solía ser blanco para ahora estar totalmente teñido de rojo, significando de manera paradójica la perdida irreversible de la poca inocencia y bondad que quedaba en Margaret- ‘‘¿Magi, que te paso?, ¿te intentaron robar? ¿Por qué estas manchada en sangre? ¿Te llevo al hospital? - Le preguntaba Elizabeth tomando a su hermana menor de ambos brazos, pero Elizabeth no respondía después de aquel llanto inconsolable ahora solo se podía escuchar un silencio sepulcral en ese hogar- ‘‘M…me…viola…ron’’- respondió Margaret entre dientes con rabia y dolor, como a quien le arrebataron algo de manera totalmente injusta, llena de impotencia respondió – ‘‘Me violaron’’- esta vez respondió totalmente firme y viendo a los ojos a su hermana mayor, la vio con rabia y desprecio porque sabía que aunque ella no tuviese la culpa de lo sucedido nadie podría regresarle lo que se le fue arrebatado-‘’ ¿Magi, como que te violaron? ¿Quién te hizo algo así? - pregunto la preocupada hermana- ‘‘¿Acaso importa, Elizabeth?’’- refuto Margaret sabiendo que, aunque su hermana estaba preocupada por ella ya nada podría deshacer lo que pasó- ‘‘Claro que importa, apenas llegue mamá, iremos a la policía’’- le contesto Elizabeth a Margaret- ‘’ Suerte con eso. Iré a tomar una ducha’’- contesto Margaret mientras se levantaba lentamente del suelo. Elizabeth simplemente yacía incrédula de la reacción de su hermana. Pues, aunque Margaret apreciaba que su hermana se preocupara por ella, ella sabía que su madre no haría nada, que hasta disfrutaría que eso le haya pasado y que simplemente solo podía esperar que esos pensamientos de esos individuos abusando de ella hasta el cansancio se disolvieran en el olvido.

Ese día en la noche, cuando Elizabeth vio llegar a su madre del trabajo la detuvo en a la puerta de la entrada- ‘‘Mamá, debo hablar contigo. Algo horrible ocurrió hoy’’- le dijo la joven aun recuperando su aliento después de prácticamente correr para atajar a su madre en la puerta- ‘‘¿Qué hizo Margaret ahora? – respondió secamente y metiendo las llaves de su carro en la cartera- ‘‘Mamá, ella no hizo nada, se lo hicieron, la violaron hoy unos compañeros de clase’’- respondió aquella joven casi rompiendo en llanto- ‘‘¡Já! ¿Eso fue lo que te dijo? ¿Eso fue lo que invento ahora?’’ – respondió la señora en tono de burla y entrando al hogar- ‘‘Por favor Elizabeth, deja de estarle creyendo mentiras a tu hermana y ponte a hacer tu tarea. Debo madrugar mañana, cenare y dormiré’’- contesto apáticamente aquella madre dejando en desconcierto a Elizabeth en la entrada de su casa. Aunque sin querer Margaret había oído todo lo que conversaron su madre y su hermana ya que la puerta de la entrada estaba justamente debajo de la ventana del cuarto de Margaret y aunque esta se encontraba acostada en su cama, escucho todo sin querer y confirmo sus sospechas, su madre no la apoyaría así que esa noche durmió llorando y deseando nunca haber nacido.

De ahí en adelante las cosas fueron de mal en peor, Margaret se volvió más rebelde y empezó a usar drogas, ya para los 17 años se había mudado con Gabriel el que sería el padre de sus hijos y según ella el gran amor de su vida, a los 20 años Margaret quedo embarazada de Felipe y por un tiempo pareció ser una luz al final de tanta oscuridad, dejo las drogas y parecía ser una madre responsable y afectuosa, pero la ansiedad y depresión por su infancia pudieron más y termino recayendo. Así que cuando en un descuido observo como el pequeño Felipe de dos años había tomado una jeringa que Margaret utilizaba para drogarse, Margaret tomo la firme decisión que su hijo nunca la vería drogándose y se acostumbró a esconderse en el baño y luego salir de ahí a ser una madre responsable. Luego de 7 años nació Susana y aunque Margaret y Gabriel delinquían más de lo que eran padres, para Felipe fue la súplica que tanto rogaba al cielo, su hermana Susana fue un ante y un después, él se iba a encargar que su hermana menor jamás viera las discusiones de sus padres, donde llegaban hasta los golpes, cuando ocurrían las riñas entre sus padres, Felipe sacaba a su hermana del remolque y la paseaba por la ciudad en su bicicleta o simplemente le robaba dinero a su mamá de su cartera y le invitaba un helado a la pequeña Susana.

Un día se escucharon unos disparos en la puerta del remolque y cuando Margaret abrió la puerta, era su esposo, su amante, su novio y el amor de su vida que habían asesinado. Aunque esta siempre había procurado cuidar la ‘‘imagen’’ que tenía con sus hijos, desde ahí algo volvió a detonarse en ella, algo oscuro, su esposo aunque pelearan la había cuidado, protegido y logrado sacar en parte del mundo oscuro que era la mente de Margaret, sin su pilar la vida para Margaret perdió sentido, así que empezó a drogarse más y más seguido, empezó con los hongos, probaba opioides, crack, cualquier cosa que se le cruzara y como se le fue agotando el dinero que su marido le había dejado, la prostitución empezó a ser el único ingreso para poder costear su vicio. Así fue como Margaret cayó en una espiral de vicios y perdición y todo en frente de sus hijos.

Una noche que Margaret se encontraba totalmente drogada por hongos alucinógenos en la acera de su barrio oyó una voz que no paraba de preguntarle–‘‘Disculpe, ¿está bien?, ¿necesita ayuda?’’-Era Bianca Vítale totalmente preocupada por el estado de la señora a lo que Margaret vio su cara, pero la confundió con el rostro de alguno de sus ‘‘clientes’’ y termino por tener una crisis psicótica. Después escucho- ‘‘¡Margaret, suéltala!’’- Era Felipe totalmente furioso por el estado en que se encontraba su madre- ‘‘Nos vamos a la casa, ya’’- Felipe tomo por el brazo a su madre, llevándola hasta el remolque y la soltó en el sillón de la sala- ‘‘Solo espero que se te baje el subidón que tienes y voy a buscar a Susana a casa de la señora Oliva, ella no merece una madre como tú’’- dijo Felipe saliendo y cerrando de un portazo la puerta del remolque. Para Margaret todos esos regaños simplemente no existieron, estaba drogada, no importaba, estaba en su lugar feliz y ahí no existía su horrible realidad.

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