Oliver iba sentado en el auto, con la cabeza prácticamente soltando humo, su pacífica vida se había convertido en una telenovela dramática, de la noche a la mañana. Cuando se dispuso a hablar con Valerie sobre ellos, entró la llamada del padre de Elizabeth diciendo que ella se había cortado las venas, que estaban desesperados y que, por favor, los visitara urgente en el hospital. Justo ya estaba llegando al sitio y en el camino se había cansado de llamar a Valerie, pero su teléfono le daba apagado. Oliver estaba demasiado inquieto, no le gustaban para nada las situaciones que se iban de sus manos y esta, se estaba yendo al carajo. Subió hasta el piso donde estaba el número de la habitación VIP, que le había dado el Sr. Johnson, y lo encontró en el pasillo hablando por el móvil. Al verlo, tenía una mirada de alivio en sus ojos y le hizo señas de que esperara un momento por él. - Oliver, que bueno que pudiste venir- le dijo finalmente el padre de Elizabeth dándole la mano con cansa
- ¡¿Martha, qué haces?!- gritó Jacob, deteniendo a su mujer, que, al parecer, había sido demasiado estimulada por la locura de su hija. - ¡Suéltame, que esto también es culpa tuya!- le gritó a su marido con dolor en sus ojos. El ver el estado de su hija había sido un golpe demasiado duro para ella y todo por causa de este hombre tan indiferente y despiadado- ¡Nunca debí permitir que mi hija fuera novia de este hombre que es obvio, que no puede amar a nadie, solo quiere a su empresa y el dinero! Le gritaba a Oliver que se había quedado aturdido por la bofetada en su rostro de esta mujer. Se llevó la mano a su cara y recordó, que la última bofetada que había recibido de una mujer, se la había dado su madre. - ¡Maldit@ la hora en que llegaste a nuestras vidas, como un mendigo buscando nuestra ayuda y te entregamos lo más preciado que tenemos, para que tú la humilles así!- le gritaba ciega de la rabia la Sra. Johnson- ¡¿Quién te crees que eres para abandonar a nuestra hija?, ella es me
Al otro día, a pesar de la insistencia de Elena, Valerie le dijo que se iba a trabajar, tenía una deuda que pagar y poco tiempo para estar llorando por los rincones. ¿Qué ya se había recuperado?, para nada. Le dolía demasiado el corazón, como nunca antes en su vida. No sabía cuando podría sanar esta decepción, ni como afrontaría el ver seguido a Oliver, pero la vida seguía y no había sido la única con un amor unilateral y no correspondido. Así que recogió los ovarios y convirtió el dinero que le debía al magnate en su motivación para hacer levantar con mucho más esfuerzo su negocio. Hacer lo que le gustaba y estar en la preparación de los platos, atendiendo a los clientes, viendo como “Le Petit Bistro”, estaba en auge, le daba satisfacción. Pero el seguir mirando todo el ambiente parecido y a la vez tan diferente, siempre le recordaba a Oliver porque su dinero era el que había hecho esto posible. ¿Por qué la había ayudado tanto y se había portado tan bien con ella?. Seguramente
Valerie esta vez no soltó ni una sola lágrima, ya no le debería quedar ninguna. Salió del elevador y hasta tropezó por estar distraída. Escuchó como algunos chicos se rieron de ella, pero no le importó para nada, solo los agregaría a la lista de los hombres que se habían burlado de su persona. Si antes tenía una mínima esperanza de haber malinterpretado a Oliver, ahora ya no le quedaban dudas de que su aventura de una noche, solo había sido eso, el desliz de un borracho. Seguro se sintió tan culpable con su novia, que fue directo a pedirle matrimonio, o quizás hasta tenía miedo de que ella lo amenazara con contarle las cosas a la tal Elizabeth, y se adelantó a confesarse. Le dolía tanto que Oliver pensara eso de ella, de verdad, aunque no le tuviese sentimientos de amor, por lo menos había creído que tenían una amistad especial. Ellos pasaban horas conversando y hasta se habían contado cosas privadas. Pensaba que al menos ese frío magnate, la había llegado a ver como era ella rea
- ¿Ahora va a seguir negando que es culpa de su negocio?- le gritó furiosa la esposa del hombre intoxicado, tirándole groseramente unos papeles en la cara a Valerie que luego cayeron al suelo. La chef respiró profundo y se agachó para recoger los documentos médicos, donde decía que el señor se había intoxicado precisamente con mariscos en mal estado. Antes de venir, verificó lo que había pedido el hombre del menú y efectivamente, se correspondía con los alimentos encontrados en el lavado de estómago que tuvieron que hacerle de urgencias. - ¡¡Mi marido casi muere por su negligencia, así que voy ahora mismo a la policía a denunciarla por intento de asesinato, envenenamiento o lo que sea que se le pueda acusar a una irresponsable como tú!!- seguía gritando y los demás pacientes de la sala y acompañantes, miraban muy entretenidos todo el show. - Creo que podemos llegar a un acuerdo, no hay necesidad de ir a las autoridades, yo personalmente me haré cargo… - comenzó Valerie a intentar n
Oliver no venía el momento de terminar con este angustioso momento, estos pocos días habían sido infinitos para él. Había acompañado a Elizabeth en varias sesiones y al inicio estaba renuente a separarse de él, pero después, al parecer, la terapia estaba funcionando y se encontraba, al menos, más calmada. Él no era tonto, sabía que ese problema psicológico no se arreglaría de la noche a la mañana y menos con unas pocas sesiones con el psiquiatra, pero realmente esperaba milagros, porque se tenía que regresar a San Francisco, pero ya. No había sabido nada de Valerie en estos días. Una noche se le ocurrió que su restaurante debería tener un teléfono directo, aunque no tenían pedidos a domicilio, suponía que como cualquier negocio, habría un número fijo. Enseguida lo buscó en G****e, en las páginas amarillas, llamó al antiguo administrador del edificio y le pidió la información. Marcó el número enseguida, todavía no eran las 12 y deberían estar trabajando, incluso, Valerie era siemp
- ¿Crees que deberíamos avisarle a Valerie que el dueño del edificio vino a buscarla?- le preguntó la Sra. Miller, preocupada a su esposo, mientras estaban sentados en la sala de su casa. Se habían asombrado mucho por la repentina aparición del magnate. Incluso, pensaron que quizás Valerie se había metido en algún problema, que ellos no sabían. Pero después de la conversación, al parecer, el millonario solo quería hablar con ella y se notaba ansioso y desesperado. Por un momento, incluso la Sra. Miller estuvo tentada a decirle a donde se había ido Valerie, pero recordó la advertencia de su hija antes de marcharse, que no podían contarle a nadie de su paradero. No entendían tanto secretismo, pero supusieron que era por si aparecían las personas de la intoxicación alimentaria a causar problemas. - No le digas nada, fingiremos que no estuvo aquí y cuando Vale pregunte, solo le diremos que fui hasta el edificio y le vendí el restaurante sin problemas, punto final- le respondió el padr
Valerie observó un poco el desorden en la cocina, en realidad no le gustaba mucho el ambiente y los demás ayudantes la miraban raro. Pero no era un asunto que la lograra intimidar, sabía que estas personas, seguro habían trabajado mucho tiempo con la otra cocinera y ahora empezaba la campaña contra la nueva. Pero cuando se tiene dominio de su oficio no hay nada que temer. Con seguridad y destreza, logró organizar las cosas más o menos a su modo y los platos fueron saliendo. En realidad, era un menú bastante sencillo, nada que no pudiese hacer. Estar de nuevo en la cocina, la hizo sumergirse en su propio mundo y olvidar por esas horas todos los problemas de su vida. Su hermana se había ido para la casa y le dijo que la pasaba a buscar a la hora de la salida, para ver como le había ido. Elsa estaba ahora de vacaciones, así que no tenía mucho en que entretenerse. De repente, entró un camarero todo nervioso y asustado a la cocina. - Jefe, hay un problema- le dijo a Esteban que est