Del otro lado de la línea, Elizabeth se mordía las uñas frenéticamente, arruinando su exquisita manicura. - No puede ser, no puedes dejarme, no te lo permito- murmuraba como una esquizofrénica, dando vueltas en círculos por su cuarto. Sabía que algo sucedía. Desde que Oliver la llamó esta mañana y le preguntó que si había regresado de sus vacaciones, ella le había dicho que sí. Estaba muy feliz porque él se preocupara por sus actividades, pero Oliver le dijo con un tono muy serio que hoy vendría a visitarla para hablar con ella, un asunto muy importante. La iba a abandonar. Elizabeth lo sabía, y todo por esa horrible gorda deformada. Se volvió loca de la ira y comenzó a lanzar los cojines al suelo, las lámparas de mesa contra el piso, mientras gritaba como loca de la rabia. Su mente no podría asimilar que sería abandonada por un hombre, ella que siempre había tenido lo que quería y menos por una mujer como esa. Esta era una ofensa que nunca podría tragar. Se paró frente al espe
- ¡¿… entonces le digo que es una gorda asquerosa y que me repugnó muchísimo acostarme con ella, que solo estaba borracho y por eso lo hice?!...- escuchó Valerie con incredulidad la voz alterada de Oliver, desde la rendija de la puerta semiabierta de su despacho. Sentía como su corazón, se partía poco a poco en pedazos con dolor y dio media vuelta para salir corriendo hacia la zona de las escaleras. Eran 32 pisos, que era obvio, no podría bajar por las escaleras, pero fue el primer lugar solitario que se le ocurrió. Bajaba por escalones apresuradamente, todavía con el táper en la mano, pero en su andar frenético, se le enredaron los pies y terminó cayendo de golpe al rellano de la escalera, en el piso 30. Por suerte, la caía fue de unos pocos escalones, el dolor en el pie era lo de menos, lo que más le dolía a Valerie era el alma. Tirada en el suelo como el desperdicio de basura que se sentía, las lágrimas que habían estado saliendo poco a poco todo este tiempo, comenzaron a salir
Oliver iba sentado en el auto, con la cabeza prácticamente soltando humo, su pacífica vida se había convertido en una telenovela dramática, de la noche a la mañana. Cuando se dispuso a hablar con Valerie sobre ellos, entró la llamada del padre de Elizabeth diciendo que ella se había cortado las venas, que estaban desesperados y que, por favor, los visitara urgente en el hospital. Justo ya estaba llegando al sitio y en el camino se había cansado de llamar a Valerie, pero su teléfono le daba apagado. Oliver estaba demasiado inquieto, no le gustaban para nada las situaciones que se iban de sus manos y esta, se estaba yendo al carajo. Subió hasta el piso donde estaba el número de la habitación VIP, que le había dado el Sr. Johnson, y lo encontró en el pasillo hablando por el móvil. Al verlo, tenía una mirada de alivio en sus ojos y le hizo señas de que esperara un momento por él. - Oliver, que bueno que pudiste venir- le dijo finalmente el padre de Elizabeth dándole la mano con cansa
- ¡¿Martha, qué haces?!- gritó Jacob, deteniendo a su mujer, que, al parecer, había sido demasiado estimulada por la locura de su hija. - ¡Suéltame, que esto también es culpa tuya!- le gritó a su marido con dolor en sus ojos. El ver el estado de su hija había sido un golpe demasiado duro para ella y todo por causa de este hombre tan indiferente y despiadado- ¡Nunca debí permitir que mi hija fuera novia de este hombre que es obvio, que no puede amar a nadie, solo quiere a su empresa y el dinero! Le gritaba a Oliver que se había quedado aturdido por la bofetada en su rostro de esta mujer. Se llevó la mano a su cara y recordó, que la última bofetada que había recibido de una mujer, se la había dado su madre. - ¡Maldit@ la hora en que llegaste a nuestras vidas, como un mendigo buscando nuestra ayuda y te entregamos lo más preciado que tenemos, para que tú la humilles así!- le gritaba ciega de la rabia la Sra. Johnson- ¡¿Quién te crees que eres para abandonar a nuestra hija?, ella es me
Al otro día, a pesar de la insistencia de Elena, Valerie le dijo que se iba a trabajar, tenía una deuda que pagar y poco tiempo para estar llorando por los rincones. ¿Qué ya se había recuperado?, para nada. Le dolía demasiado el corazón, como nunca antes en su vida. No sabía cuando podría sanar esta decepción, ni como afrontaría el ver seguido a Oliver, pero la vida seguía y no había sido la única con un amor unilateral y no correspondido. Así que recogió los ovarios y convirtió el dinero que le debía al magnate en su motivación para hacer levantar con mucho más esfuerzo su negocio. Hacer lo que le gustaba y estar en la preparación de los platos, atendiendo a los clientes, viendo como “Le Petit Bistro”, estaba en auge, le daba satisfacción. Pero el seguir mirando todo el ambiente parecido y a la vez tan diferente, siempre le recordaba a Oliver porque su dinero era el que había hecho esto posible. ¿Por qué la había ayudado tanto y se había portado tan bien con ella?. Seguramente
Valerie esta vez no soltó ni una sola lágrima, ya no le debería quedar ninguna. Salió del elevador y hasta tropezó por estar distraída. Escuchó como algunos chicos se rieron de ella, pero no le importó para nada, solo los agregaría a la lista de los hombres que se habían burlado de su persona. Si antes tenía una mínima esperanza de haber malinterpretado a Oliver, ahora ya no le quedaban dudas de que su aventura de una noche, solo había sido eso, el desliz de un borracho. Seguro se sintió tan culpable con su novia, que fue directo a pedirle matrimonio, o quizás hasta tenía miedo de que ella lo amenazara con contarle las cosas a la tal Elizabeth, y se adelantó a confesarse. Le dolía tanto que Oliver pensara eso de ella, de verdad, aunque no le tuviese sentimientos de amor, por lo menos había creído que tenían una amistad especial. Ellos pasaban horas conversando y hasta se habían contado cosas privadas. Pensaba que al menos ese frío magnate, la había llegado a ver como era ella rea
- ¿Ahora va a seguir negando que es culpa de su negocio?- le gritó furiosa la esposa del hombre intoxicado, tirándole groseramente unos papeles en la cara a Valerie que luego cayeron al suelo. La chef respiró profundo y se agachó para recoger los documentos médicos, donde decía que el señor se había intoxicado precisamente con mariscos en mal estado. Antes de venir, verificó lo que había pedido el hombre del menú y efectivamente, se correspondía con los alimentos encontrados en el lavado de estómago que tuvieron que hacerle de urgencias. - ¡¡Mi marido casi muere por su negligencia, así que voy ahora mismo a la policía a denunciarla por intento de asesinato, envenenamiento o lo que sea que se le pueda acusar a una irresponsable como tú!!- seguía gritando y los demás pacientes de la sala y acompañantes, miraban muy entretenidos todo el show. - Creo que podemos llegar a un acuerdo, no hay necesidad de ir a las autoridades, yo personalmente me haré cargo… - comenzó Valerie a intentar n
Oliver no venía el momento de terminar con este angustioso momento, estos pocos días habían sido infinitos para él. Había acompañado a Elizabeth en varias sesiones y al inicio estaba renuente a separarse de él, pero después, al parecer, la terapia estaba funcionando y se encontraba, al menos, más calmada. Él no era tonto, sabía que ese problema psicológico no se arreglaría de la noche a la mañana y menos con unas pocas sesiones con el psiquiatra, pero realmente esperaba milagros, porque se tenía que regresar a San Francisco, pero ya. No había sabido nada de Valerie en estos días. Una noche se le ocurrió que su restaurante debería tener un teléfono directo, aunque no tenían pedidos a domicilio, suponía que como cualquier negocio, habría un número fijo. Enseguida lo buscó en G****e, en las páginas amarillas, llamó al antiguo administrador del edificio y le pidió la información. Marcó el número enseguida, todavía no eran las 12 y deberían estar trabajando, incluso, Valerie era siemp