Isla no podía creer lo que su esposo le estaba ladrando por teléfono. La acusaba por su incapacidad, como si ella tuviese la culpa de que las votaciones no hayan ido a su favor.Quién se iba a imaginar que Matt tendría esa carta escondida. Que la indiferente Morag, iba a salir de su reclusión solo para darle todo su apoyo.Con sus votos, ya no era necesario ni siquiera hacer un recuento, era obvio que Matthew Campbell sería en nuevo presidente de la compañía C&B y aunque todavía estaba a prueba durante 3 meses, eso no le daba ningún consuelo a Isla, que ya estaba temblando solo de imaginarse cuando Duncan regresara hoy a casa.- ¡M4ldito, m4ldito!- gritaba como loca, arrojando al suelo, toda la comida, ya organizada encima de las mesas de catering que iba a utilizar en su recepción de celebración.Pero esto no se iba a quedar así, no podía desquitarse con su sobrino, pero sí podía hacerlo con la estúpida e inocente de su mujer.Isla se recompuso de su ira como pudo, le pidió a una do
- Sra. Smith, yo no soy la anfitriona de esta reunión, considéreme una invitada más, solo hice las llamadas, pero debo agregar que estoy profundamente apenada- comenzó a justificarse Isla, falsamente, ante una de las esposas de los accionistas a favor de Duncan– Mire, ella es la anfitriona de la reunión.Señaló a Emily, en cuanto la vio salir del castillo, hacia el jardín y sonrió por dentro, complacida y con malicia al ver el vulgar vestidito que traía puesto, a una reunión donde todas iban con exclusividad de la cabeza a los pies.- ¿Usted es la Sra. Campbell, la esposa de Matthew Campbell? - preguntó una de las invitadas con altanería de repente, al ver acercase a Ailsa.Ailsa estaba sudando frío, por qué había tantas personas y todas mujeres, además mirándola con cara de asesinato. ¿Dónde estaba el servicio de camareros que contrató y por qué todos habían llegado antes de la hora acordada?- Sí, yo soy la esposa de Matthew Campbell, mi nombre es Emily Campbell y es un placer rec
Morag entró en el jardín del castillo Campbell como si fuera su propia casa.Sin indagar mucho, solo con la situación vergonzosa que presenció al entrar, sabía lo que pretendían estas odiosas señoras contra la inocente pelirroja, que estaba segura, era la esposa de Matthew Campbell.- ¿Quién te crees que ere…? ¿Morag?- se autointerrumpió la señora canosa, cuando se fue a girar para reprender a la nueva entrometida y se encontró de frente con la heredera de los MacLeod.- ¿Morag, la loca de los MacLeod?- preguntó incrédula su hija, la que le había tirado al suelo la comida a Ailsa.Luego se asustó un poco, porque se dio cuenta de que se le había ido la palabra “loca” en su oración asombrada.Había escuchado hablar de esta poderosa mujer en la alta sociedad, pero nunca la había visto.Como los comentarios eran que se había vuelto loca, ella se pensaba que era una vieja decrépita y no esta hermosa y digna mujer, que caminaba hacia ellas.¿Y qué si era bella y la había escuchado?Su padre
Isla no durmió en toda la noche y cuando se levantó en la mañana, miró con preocupación, como se le había acabado su base facial encubridora.La necesitaba con urgencia y no podía salir así a ver a nadie.Así que, casi huyendo del castillo, con unos lentes de sol grandes y oscuros. Fue a las tiendas especializadas a comprar lo que necesitaba.Podía haberla pedido por internet, pero sentía que no era lo suficientemente rápido, nadie podía conocer su vergüenza.Solo que nunca se imaginó que después de haber solucionado el que creyó sería el mayor percance del día, cuando llegó al castillo, se encontraría con el problema real.- Baja las cosas del auto con cuidado, que hay pastelería para Moira- le ordenó a uno de los hombres del personal, pero este se quedó en su sitio parado como si con él no fuera.- ¿Acaso eres sordo o ya no quieres tu empleo? - le preguntó con prepotencia.Había algo en el ambiente desde que se bajó del auto, que no le gustaba para nada.Siempre salía alguna doncel
Ailsa escuchaba los gritos desde la planta de arriba y miraba a Callum que tenía unos audífonos, entretenido con el nuevo juego portátil que le regaló Matt.La verdad es que en el fondo sintió un poco de pena por ellas, pero enseguida lo suprimió, ya no podía ser tan tonta e ingenua.Esa mujer y su hija, no le habían tenido a ellos ninguna piedad.Matt le había dicho anoche que no se preocupara, que él resolvería el problema de plagas y ella y Callum podían vivir tranquilos en el castillo con el abuelo.Una calidez inundaba el corazón de Ailsa y estaba feliz con la relación que estaban manteniendo Matt y ella.No habían hablado nada en concreto, pero Matt siempre la acariciaba para dormir y se habían dado algunos besos.Ailsa quería preguntarle qué significaban esas muestras de afecto, qué eran ellos entonces.Si empezarían de verdad una relación o todo era pasajero.Pero tenía miedo de la respuesta de Matt y más cuando miró preocupada hacia donde estaba Callum sentado en la cama, son
Matt estaba sumamente ocupado en la empresa, arreglando los desastres dejados por Duncan y saliendo de las zancadillas que le ponían a cada rato los accionistas resentidos que no se conformaban con haber perdido.Se pasaban el día cuestionando cualquiera de sus decisiones y de todo querían hacer un debate.Así que cuando se encontró a Ailsa una noche, vestida con un hermoso vestido atrevido, pegado a su silueta y rojo como su cabello, casi se le cae la baba sobre ese escote blanco cremoso, que insinuaba muchas cosas.- ¿Te.. te gusta? – le preguntó, pero por la mirada lobuna de Matt parecía que la elección de Morag había sido acertada- Es para mañana el baile de otoño.- ¿El baile? ¿Qué bail…? Ah, claro, el baile que se hace entre las empresas, en cierto, lo había olvidado por completo- confesó MattCon tantos pendientes había olvidado que el secretario Jack, le había hablado de ese baile que se llevaba a cabo entre los principales hombres de negocios de la ciudad y más que para diver
Ailsa comenzó a entrar en pánico, es cierto que la pelirroja pecosa y con espejuelos, no tenía que ver a como se veía ahora y ni siquiera llevaba el mismo nombre, pero recordaba que Erin era muy inteligente, quizás la reconocía. Además, se le estrujó el corazón al verla sonriendo al lado de Matt. Erin, era todo lo que ella no era, una rica heredera de los Wallace, siempre con porte elegante y destacando como mujer. Lo que era peor, recordaba que Matt estaba loco por ella. Eran la pareja más envidiada, la pareja perfecta. Escuchó que habían terminado porque Matt tenía que mudarse a Estados Unidos y por mucho que lucharon, tuvieron que separarse. Al recordar los eventos del pasado, las viejas heridas de Ailsa comenzaron a abrirse de nuevo. El verlos a los dos juntos, solo la volvía a sumir en sus inseguridades. - ¿Qué sucede, porque estás tan pálida, te sientes mal? -escuchó de repente la voz preocupada de Morag que regresaba con dos copas, una en cada mano. - Estoy bien, solo q
- ¿Estás muy feliz? – le preguntó a Ailsa, que por mucho que había intentado disimularlo, desde que se despidieron de Morag e iban en el auto, no había parado de sonreír con disimulo. - Yo…yo, si estoy feliz- le respondió Ailsa con toda la cara roja, pero con valentía. A Matt le gustaban sus pequeños cambios sutiles, como la respuesta atrevida que le dio hoy a Erin. Parecía una pequeña erizo adorable. - ¿Y puedo saber la razón? - siguió presionándola. - ¿Tú, no estás enamorado de Erin? Ella y tú fueron novios en el colegio- hizo Ailsa finalmente la pregunta que quería hacerle a Matt. - Ailsa, eso pasó hace mucho tiempo, ya no somos tan jóvenes y al igual, como nosotros nos separamos, yo dejé de ser su novio y solo nos quedamos como amigos- le respondió Matt agarrando suavemente su delicada mano y dándole un beso- Ahora tengo una esposa y no tengo ojos para más ninguna otra mujer ¿estás celosa? Le preguntó con descaro y sonrió con suficiencia ante el nerviosismo de Ailsa. Le enc