Morag entró en el jardín del castillo Campbell como si fuera su propia casa.Sin indagar mucho, solo con la situación vergonzosa que presenció al entrar, sabía lo que pretendían estas odiosas señoras contra la inocente pelirroja, que estaba segura, era la esposa de Matthew Campbell.- ¿Quién te crees que ere…? ¿Morag?- se autointerrumpió la señora canosa, cuando se fue a girar para reprender a la nueva entrometida y se encontró de frente con la heredera de los MacLeod.- ¿Morag, la loca de los MacLeod?- preguntó incrédula su hija, la que le había tirado al suelo la comida a Ailsa.Luego se asustó un poco, porque se dio cuenta de que se le había ido la palabra “loca” en su oración asombrada.Había escuchado hablar de esta poderosa mujer en la alta sociedad, pero nunca la había visto.Como los comentarios eran que se había vuelto loca, ella se pensaba que era una vieja decrépita y no esta hermosa y digna mujer, que caminaba hacia ellas.¿Y qué si era bella y la había escuchado?Su padre
Isla no durmió en toda la noche y cuando se levantó en la mañana, miró con preocupación, como se le había acabado su base facial encubridora.La necesitaba con urgencia y no podía salir así a ver a nadie.Así que, casi huyendo del castillo, con unos lentes de sol grandes y oscuros. Fue a las tiendas especializadas a comprar lo que necesitaba.Podía haberla pedido por internet, pero sentía que no era lo suficientemente rápido, nadie podía conocer su vergüenza.Solo que nunca se imaginó que después de haber solucionado el que creyó sería el mayor percance del día, cuando llegó al castillo, se encontraría con el problema real.- Baja las cosas del auto con cuidado, que hay pastelería para Moira- le ordenó a uno de los hombres del personal, pero este se quedó en su sitio parado como si con él no fuera.- ¿Acaso eres sordo o ya no quieres tu empleo? - le preguntó con prepotencia.Había algo en el ambiente desde que se bajó del auto, que no le gustaba para nada.Siempre salía alguna doncel
Ailsa escuchaba los gritos desde la planta de arriba y miraba a Callum que tenía unos audífonos, entretenido con el nuevo juego portátil que le regaló Matt.La verdad es que en el fondo sintió un poco de pena por ellas, pero enseguida lo suprimió, ya no podía ser tan tonta e ingenua.Esa mujer y su hija, no le habían tenido a ellos ninguna piedad.Matt le había dicho anoche que no se preocupara, que él resolvería el problema de plagas y ella y Callum podían vivir tranquilos en el castillo con el abuelo.Una calidez inundaba el corazón de Ailsa y estaba feliz con la relación que estaban manteniendo Matt y ella.No habían hablado nada en concreto, pero Matt siempre la acariciaba para dormir y se habían dado algunos besos.Ailsa quería preguntarle qué significaban esas muestras de afecto, qué eran ellos entonces.Si empezarían de verdad una relación o todo era pasajero.Pero tenía miedo de la respuesta de Matt y más cuando miró preocupada hacia donde estaba Callum sentado en la cama, son
Matt estaba sumamente ocupado en la empresa, arreglando los desastres dejados por Duncan y saliendo de las zancadillas que le ponían a cada rato los accionistas resentidos que no se conformaban con haber perdido.Se pasaban el día cuestionando cualquiera de sus decisiones y de todo querían hacer un debate.Así que cuando se encontró a Ailsa una noche, vestida con un hermoso vestido atrevido, pegado a su silueta y rojo como su cabello, casi se le cae la baba sobre ese escote blanco cremoso, que insinuaba muchas cosas.- ¿Te.. te gusta? – le preguntó, pero por la mirada lobuna de Matt parecía que la elección de Morag había sido acertada- Es para mañana el baile de otoño.- ¿El baile? ¿Qué bail…? Ah, claro, el baile que se hace entre las empresas, en cierto, lo había olvidado por completo- confesó MattCon tantos pendientes había olvidado que el secretario Jack, le había hablado de ese baile que se llevaba a cabo entre los principales hombres de negocios de la ciudad y más que para diver
Ailsa comenzó a entrar en pánico, es cierto que la pelirroja pecosa y con espejuelos, no tenía que ver a como se veía ahora y ni siquiera llevaba el mismo nombre, pero recordaba que Erin era muy inteligente, quizás la reconocía. Además, se le estrujó el corazón al verla sonriendo al lado de Matt. Erin, era todo lo que ella no era, una rica heredera de los Wallace, siempre con porte elegante y destacando como mujer. Lo que era peor, recordaba que Matt estaba loco por ella. Eran la pareja más envidiada, la pareja perfecta. Escuchó que habían terminado porque Matt tenía que mudarse a Estados Unidos y por mucho que lucharon, tuvieron que separarse. Al recordar los eventos del pasado, las viejas heridas de Ailsa comenzaron a abrirse de nuevo. El verlos a los dos juntos, solo la volvía a sumir en sus inseguridades. - ¿Qué sucede, porque estás tan pálida, te sientes mal? -escuchó de repente la voz preocupada de Morag que regresaba con dos copas, una en cada mano. - Estoy bien, solo q
- ¿Estás muy feliz? – le preguntó a Ailsa, que por mucho que había intentado disimularlo, desde que se despidieron de Morag e iban en el auto, no había parado de sonreír con disimulo. - Yo…yo, si estoy feliz- le respondió Ailsa con toda la cara roja, pero con valentía. A Matt le gustaban sus pequeños cambios sutiles, como la respuesta atrevida que le dio hoy a Erin. Parecía una pequeña erizo adorable. - ¿Y puedo saber la razón? - siguió presionándola. - ¿Tú, no estás enamorado de Erin? Ella y tú fueron novios en el colegio- hizo Ailsa finalmente la pregunta que quería hacerle a Matt. - Ailsa, eso pasó hace mucho tiempo, ya no somos tan jóvenes y al igual, como nosotros nos separamos, yo dejé de ser su novio y solo nos quedamos como amigos- le respondió Matt agarrando suavemente su delicada mano y dándole un beso- Ahora tengo una esposa y no tengo ojos para más ninguna otra mujer ¿estás celosa? Le preguntó con descaro y sonrió con suficiencia ante el nerviosismo de Ailsa. Le enc
Cuando Erin salió finalmente de su oficina, luego de haberse calmado de su ataque de lágrimas, Matthew se quedó un largo rato, sentado pensativo.De alguna manera, todo se sentía tan increíble, pero Erin sí parecía dolida y afectada.Matthew esperaba que no lo estuviese engañando, para justificar su huida, a estas alturas.Sea como sea, lo iba a averiguar y si no era Erin, entonces quería saber la identidad de esa mujer con la que se acostó esa noche.Había pasado mucho tiempo, pero recordaba muy bien que Erin le había dado la llave electrónica de la habitación, ambos habían asistido en ese mismo hotel, a una reunión entre amigos que se reencontraban.Bebieron y en un ambiente ambiguo y apartado, se besaron y descubrieron que la llama de la pasión no había muerto en ellos.Matthew aún la deseaba en ese entonces, a pesar de su desilusión cuando le dijo que tenía que irse a América, que lo esperara y ella no le dio ninguna oportunidad y cortó directamente su noviazgo.Pero Matt entendía
Isla estuvo asechando al otro día frente a la empresa, sentada en su auto de cristales oscuros. Sabía muy bien que esa mujer se volvería a aparecer, porque si no era una embustera, entonces no se rendiría tan fácil.Efectivamente, cuando ya llevaba toda la mañana esperando, la vio aparecer al final de la calle con el mismo niño que llevaba ayer a rastras.Isla se bajó del auto, dispuesta a esconder rápido a esta mujer, antes de que su sobrino saliera por casualidad y pudiese interceptarla.- Si viene a llamar a seguridad, le advierto que soy una mujer desvalida con un niño menor de edad y gritaré que me están golpeando frente a la empresa de los Campbell…. – enseguida comenzó a amenazar Fiona, al ver a la misma señora que la había ridiculizado ayer.- Tranquila, querida, no tienes que estar como un erizo a la defensiva- la calmó Isla, molestándole tener que rebajarse ante esta pueblerina de malos modales- Resulta que ayer me puse a pensar en lo que estabas hablando y si te creo, yo