Oliver quería decirle a Valerie que no se preocupara, que esta crisis pasaría pronto. Pero las náuseas y el mareo al punto del desmayo no lo dejaban casi ni hablar. Nunca había tenido una crisis tan fuerte y lo más probable fuera que su condición médica hubiese empeorado. - Cálmate Vale, necesito que me ayudes a llegar a la cama, estoy completamente mareado- le susurró a Valeria, poniendo con esfuerzo, la mano en su rostro y tratando de calmarla, porque estaba totalmente asustada. Valeria asintió al borde las lágrimas. De repente recordó lo que le había sucedido a su padre hace poco y pensó que a Oliver, le estaba pasando algo similar. Pero al parecer era dolor de estómago, porque no dejaba de pasarse las manos por ese sitio, así que se obligó a calmarse y a ser de ayuda, porque obviamente llorando no conseguiría nada. Pasó el brazo de Oliver por su cuello y lo ayudó a levantarse. Agradeció en estos momentos su cuerpo robusto, porque a pesar de que Oliver era un hombre esbelto, es
Desde el día de la crisis con el estómago, Oliver había estado super juicioso y se comía todas sus comidas a tiempo. Además, con la generala Valerie vigilándolo a cada momento, imposible hacerse el sueco. Pero no era algo que a Oliver le molestara. Ni él mismo se había dado cuenta de que llevaba días regresando a casa temprano con la escusa de cuidar su alimentación, pero la cara de témpano de hielo, le cambiaba totalmente cuando entraba en su antes oscuro y sobrio departamento y lo recibía el delicioso aroma de la comida casera y una mujer increíble, que se había adueñado de todo su espacio. A veces la encontraba cantando en la cocina, o riendo en el mueble mientras comía comida chatarra, y miraba uno de esos programas asiáticos que a ella tanto le gustaba. Ya sabía de donde venía su cara de fanática, desde que lo vio por primera vez. Incluso un día la sorprendió bailando con el palo de la escoba, Valerie casi infarta al verse descubierta y Oliver se pudo reír al fin de ella a c
Valerie no podría resistirse a esa orden, su propia tanga estaba ya toda empapada, solo por besarse con este hombre que tanto la atraía. Y sí, una tanga, de las mismas que pagó con el dinero del magnate, en aquella tienda de lencería y que agradecía mucho llevar hoy un juego color rojo. Además de un vestido rosa palo, medio corto, que también le facilitó mucho las cosas. Se sentó a horcajadas, con las piernas abiertas sobre Oliver, que se recostó al respaldo del sofá y sintió con satisfacción como no era la única excitada aquí. El miembro duro y palpitante de Oliver, cayó directamente bajo las mojadas bragas Valerie que gimió en respuesta, pero el magnate no le iba a dar ni un segundo para acostumbrarse, estaba demasiado ido y necesitaba demasiado a esta mujer, con la que había fantaseado tantas veces. Volvieron a besarse desesperadamente con sonidos húmedos y excitantes, y Oliver comenzó amasar los carnosos muslos blancos de Valerie y a subirle el vestido por las caderas, hasta l
El dolor de cabeza y un rayo de sol que se colaba insistente por la ventana fue lo que interrumpió el profundo sueño de Oliver. Además, llevaba años levantándose a la misma hora para ir a la compañía, así que lloviera, tronara o relampagueara, su sistema se iniciaba al mismo tiempo todos los días. Solo que hoy, algo era diferente y no solo el dolor de cabeza y la resaca que tenía, sino un suave cuerpo al que estaba aferrado posesivamente. Oliver abrió de repente los ojos asombrados, ya sin absolutamente nada de sueño, cuando se dio cuenta como abrazaba a una mujer por detrás, en la cama, con su mano agarrando fuertemente su cintura y su pierna metida entre los robustos muslos de… Valerie? Es cierto, la sexy chef y él, tuvieron ayer la noche más apasionante de su vida. Recordó de repente Oliver, cuando todos esos fragmentos eróticos llegaron a su mente. Desinhibidos por el alcohol, comenzaron un beso que se salió de control, tanto así que terminaron haciendo el amor como tres vece
Valerie no sabe bien cuando tiempo había dormido, abrió los ojos con calma y pestañeó para librarse de la somnolencia. Los recuerdos que su mente embotada, comenzó a proyectarle, como si de una película para adultos se tratara, la hicieron despertar por completo. Agarró las sábanas y las levantó para ver su cuerpo con las huellas de la pasión desenfrenada que vivió ayer. Giró su cabeza en busca del hombre que le había dado tantos orgasmos increíbles, pero la cama estaba fría y no había señales de Oliver por ningún lado. Valerie supuso que quizás se había despertado y estaba en otro sitio del departamento. Se estiró perezosamente y además del dolor en la cabeza, sentía todo su cuerpo adolorido, pero no era adolorido de forma desagradable, sino de manera satisfecha. Molestias que soportaría toda la vida con gusto, si eran el resultado de haber hecho el amor, con el hombre del que se había enamorado irremediablemente. Y Oliver también le correspondía, se lo dijo muchas veces entre
Del otro lado de la línea, Elizabeth se mordía las uñas frenéticamente, arruinando su exquisita manicura. - No puede ser, no puedes dejarme, no te lo permito- murmuraba como una esquizofrénica, dando vueltas en círculos por su cuarto. Sabía que algo sucedía. Desde que Oliver la llamó esta mañana y le preguntó que si había regresado de sus vacaciones, ella le había dicho que sí. Estaba muy feliz porque él se preocupara por sus actividades, pero Oliver le dijo con un tono muy serio que hoy vendría a visitarla para hablar con ella, un asunto muy importante. La iba a abandonar. Elizabeth lo sabía, y todo por esa horrible gorda deformada. Se volvió loca de la ira y comenzó a lanzar los cojines al suelo, las lámparas de mesa contra el piso, mientras gritaba como loca de la rabia. Su mente no podría asimilar que sería abandonada por un hombre, ella que siempre había tenido lo que quería y menos por una mujer como esa. Esta era una ofensa que nunca podría tragar. Se paró frente al espe
- ¡¿… entonces le digo que es una gorda asquerosa y que me repugnó muchísimo acostarme con ella, que solo estaba borracho y por eso lo hice?!...- escuchó Valerie con incredulidad la voz alterada de Oliver, desde la rendija de la puerta semiabierta de su despacho. Sentía como su corazón, se partía poco a poco en pedazos con dolor y dio media vuelta para salir corriendo hacia la zona de las escaleras. Eran 32 pisos, que era obvio, no podría bajar por las escaleras, pero fue el primer lugar solitario que se le ocurrió. Bajaba por escalones apresuradamente, todavía con el táper en la mano, pero en su andar frenético, se le enredaron los pies y terminó cayendo de golpe al rellano de la escalera, en el piso 30. Por suerte, la caía fue de unos pocos escalones, el dolor en el pie era lo de menos, lo que más le dolía a Valerie era el alma. Tirada en el suelo como el desperdicio de basura que se sentía, las lágrimas que habían estado saliendo poco a poco todo este tiempo, comenzaron a salir
Oliver iba sentado en el auto, con la cabeza prácticamente soltando humo, su pacífica vida se había convertido en una telenovela dramática, de la noche a la mañana. Cuando se dispuso a hablar con Valerie sobre ellos, entró la llamada del padre de Elizabeth diciendo que ella se había cortado las venas, que estaban desesperados y que, por favor, los visitara urgente en el hospital. Justo ya estaba llegando al sitio y en el camino se había cansado de llamar a Valerie, pero su teléfono le daba apagado. Oliver estaba demasiado inquieto, no le gustaban para nada las situaciones que se iban de sus manos y esta, se estaba yendo al carajo. Subió hasta el piso donde estaba el número de la habitación VIP, que le había dado el Sr. Johnson, y lo encontró en el pasillo hablando por el móvil. Al verlo, tenía una mirada de alivio en sus ojos y le hizo señas de que esperara un momento por él. - Oliver, que bueno que pudiste venir- le dijo finalmente el padre de Elizabeth dándole la mano con cansa