Camino sin rumbo fijo, me adentro en el bosque prohibido, buscando algún sitio en el que pudiera tener alguna pista sobre el paradero de Apolo. La rabia se ha apoderado de mí, tan solo soy capaz de pensar en las tremendas ganas que siento de querer matar, necesitaba destrozar a aquellos malditos seres que se aferraban a la idea de querer acabar con todo lo que me importaba.
No soy capaz de sentir el cansancio, ni siquiera logro preocuparme por la enorme panza que ahora decora mi cuerpo, el instinto me dice que continúe caminando, era como si algo dentro de ese bosque oscuro, me estuviese llamando.
Pierdo la moción del tiempo, solo sé que tuvo que haber pasado mucho tiempo, pues con cada paso que doy, la negrura de la noche se hace más profunda, ni siquiera la tenue luz de la luna es suficiente.
Un leve resplandor a una distancia considerable, llama mi atención, camino con decisión hacia ese lugar, era como
Siento que me elevo y soy transportada a otra dimensión, siento que sobrevuelo sobre un lugar oscuro, lleno de una espesa neblina que lo cubre todo, gritos desesperados resuenan desde un sitio que no logro ver, voces que ríen y gritan improperios hacia la persona que estaba sufriendo.Me acerco cada vez más, tratando de traspasar aquella espesa oscuridad, pues sentía que aquella voz desesperada, me pedía que me acercara.—Acércate —una niña pequeña cubierta de luz, aparece a unos metros delante de mí, ella me mira sobre su hombro, se mantiene flotando, mientras me dedica una cálida sonrisa—, él te está esperando —dice, las puntas de su largo cabello blanco flotan hacia arriba, a como lo hace ella, frunzo el ceño sin poder apartar la mirada de ella, algo dentro de ella me hacía sentir que permanecíamos unidas, era como si ell
Aprendo a confiar en Circe, era como si su voz viniera hasta mi oído en un suave susurro, para indicarme cuál era el camino. Me costaba creer lo fácil que había resultado acabar con Ivo, sin ninguna duda, Circe era una niña fuerte, a la cual ahora estaba lejos de temerle. Su aparición en ese sueño fue lo que me ayudó a darme cuenta de que esa pequeña estaba lejos de ser mi enemiga, ella no se había dejado controlar por esos monstruos, ella simplemente había tratado de matarme por voluntad propia… por venganza a haber deseado terminar con su vida durante tantas veces.Ese pensamiento me hace torcer una sonrisa, definitivamente aquella niña era una sádica, alguien que no le temblaría el pulso para asesinar a cualquiera, probablemente íbamos a llevarnos bien, muuuuy bien. Quizás, íbamos a terminar siendo las mejores amigas del mundo, además de ser
Mientras caminamos, vamos planeando nuestro ataque.Connor rompería la barrera junto a Verónica y Agnes, las panteras atacarían por detrás, mientras que las otras brujas y lobos, esperarían por delante, yo entraría a liberar a Apolo, a este punto, era la única persona con capacidades para hacerlo, pues además de mi fuerza, contaba con la de Circe.La idea era no dejarlos escapar, el plan era tomarlos por sorpresa, rodearlos y acabarlos, rogando para que ninguno de los nuestros saliera lastimado.Imaginaba que ellos también estarían esperando por nosotros, sería muy difícil tomarlos tal y como todos pensaban hacerlo, pues, aquellos monstruos ya llevaban siglos aquí, controlando sin parar a todos los lobos para ir quitando todas las brujas de la tierra.De corazón esperaba que Apolo aún estuviese bien, pues, si le habían hecho algún da&ntil
—¡Sam! ¡Detente! —le pido al empujar a la pantera lejos del lobo, quien de inmediato, se levanta y se tira sobre mí.Soy capaz de evitarlo, provocando que se estrelle contra uno de los árboles.—¡Apolo! ¡Basta! —le pido al dejar salir un gruñido de rabia, mientras me dedico a caminar hacia él—, este no eres tú, te están controlando, joder, ¡lucha! —casi le ruego.Él deja salir un aullido, mientras menea su cabeza de una forma en que parecía que casi se le arrancaría en cualquier momento. Su mirada vuelve a encenderse, se clava en la mía y luego corre hacia mí, con lo que parecía ser, con la única intención de matarme.Sam me aparta de un golpe, recibiendo así el golpe por mí.—¿Qué carajos crees que estás haciendo? —interroga Connor al acercarse
Apolo estaba cautivo dentro de una jaula. Se encontraba recostado en una de las esquinas, manteniendo sus rodillas abrazadas y su rostro dentro de sus muslos, cuando me acerqué a ese lugar, mi corazón volvió a romperse al ver la forma en que sus hombros subían y bajaban con rapidez, probablemente ante la maraña de sollozos que lo había cubierto.Me acerco a la jaula, ni siquiera quería imaginar cómo se sentía en aquel momento, al saber que había matado incluso a su amigo Álvaro, muy a pesar de que nada de ello fue su culpa.—Apolo —lo llamo, él levanta la cabeza, sus ojos enrojecidos de haber estado llorando tanto—, mi amor, ya estás aquí —susurro al apretar los barrotes, dedicándole una pequeña sonrisa llena de esperanza—, haz vuelto.—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta al negar co
Las paredes de cristal, una hamaca bastante cómoda en el pequeño balcón, además de una chimenea para los días fríos, definitivamente aquella casita era mucho más de lo que alguna vez soñé. Solía dar paseos tomada de la mano de Apolo durante las tardes, descalzos, sintiendo la arena deslizarse en medio de nuestros dedos, después nos pasábamos largas horas tirados en la cómoda alfombra frente a la chimenea, hablando sin parar de lo que haríamos durante los próximos siglos. ¿Llegaríamos a aburrirnos el uno del otro? Era la pregunta que siempre nos hacíamos, ¿era posible que después de convivir una eternidad al lado del otro llegáramos a aburrirnos? Pues en verdad, esperábamos que no, porque de lo contrario, ya para mí no tendría sentido vivir en un mundo sin él, pues, estaba segura de que, llegado el momento, Circe nos abandonaría para hacer su propia vida, por más que tratáramos de mantenerla alejada de la magia, sabía que con ella tarde o temprano sería imposible. Cir
—Miss, le he traído un regalo —Melody colocó en mi escritorio una barra de chocolate blanco, acompañado de una pequeña rosa blanca, probablemente cortada del jardín de su casa.Las comisuras de mis labios se levantaron en una sonrisa, a la vez que me dedicaba a observar con amor a la pequeña de tan solo ocho años. Su mirada brillaba de emoción, esperando mi reacción ante su obsequio.—Melody, ¡Qué dulce eres, cariño! Gracias por endulzar mi mañana —musité con sinceridad, mientras me dedicaba a observar como su mirada irradiaba de alegría ante mi gesto de agradecimiento.—Le he traído todo de blanco, porque sé que es su color favorito.—Eres muy observadora —mencioné, guiñándole un ojo.—Todos sabemos que su color favorito es el blanco, Miss —aludió Gre
Apolo Müller Mi día comenzaba a las cuatro de la mañana.Mi despertador me hace salir de la cama para ir a buscar mis ropas deportivas, después de cepillar mis dientes, salgo a la calle. Ahí, comienzo a correr hacia Central Park, donde recorro quince millas. Es la única manera que pude encontrar para calmar mi instinto animal, aquel maldito instinto que amenazaba con salir de mí para dañar a los demás.Al menos tenía la gran ventaja de que no había sentido la presencia de ninguna bruja desde el momento en que decidí mudarme a la gran manzana, pues, con solo pensar en que alguna de ellas estaba cerca de mí, me sería imposible poder contenerme.Aunque no quisiera dañarlas, había sido entrenado para ello, para cazarlas y asesinarlas. Las brujas y los lobos éramos enemigos por naturaleza, por lo que, nos era imposible convivir