Cassie
En cuanto los días transcurren, los extraños antojos me invaden. Pepinillos con caramelo, verduras bañadas en natilla, largos paseos nocturnos, además de ganas de pasar teniendo largas sesiones de sexo.
¿Lo malo con lo último? Dormir todos apiñados en la sala del museo, no nos ayudaba en nada, tan solo y podíamos llegar a tocarnos bajo las cobijas, donde debía de morderme los labios para evitar gemir en voz alta.
Esta tarde decidimos darnos un paseo por todo Salem. Desde mi llegada a ese lugar, no me había dado el placer de conocer sus construcciones, las cuales resultaban ser bastante pintorescas. Me daba risa ver ciertas referencias en algunos sitios en cuanto a la masacre de brujas que hicieron en el pasado. Brujas, pobres mujeres inocentes que fueron asesinadas simplemente por verse diferentes, a pesar de que las verdaderas brujas vivían entre ellos.
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—Tu pancita está tan enorme —Jade, una de las panteritas amigas de Sam, se inclina para tocar mi abultado vientre, llevaba ya cuatro meses de embarazo, pero aquella dichosa panza se veía como una de nueve.—Sí que está enorme —asiento con la cabeza hacia ella, a la vez de que hago una mueca—, ¿Cuánto tiempo más crees que durará esto?—Uno, dos meses más cuanto mucho —dice al encogerse de hombros—. No imaginas lo feliz que he sido desde que me llamaron para seguir de cerca su embarazo, my lady.Le dedico una pequeña sonrisa mientras retomo el camino. Ambas caminamos por el bosque, recogiendo frutos secos para hacer un pastel, otro de mis extraños antojos, Apolo y Connor, como siempre, siguiéndonos de cerca.—Bueno, necesitaba a alguien que verdaderamente sepa lo que hay que hacer con esto —digo al señalar mi
Camino sin rumbo fijo, me adentro en el bosque prohibido, buscando algún sitio en el que pudiera tener alguna pista sobre el paradero de Apolo. La rabia se ha apoderado de mí, tan solo soy capaz de pensar en las tremendas ganas que siento de querer matar, necesitaba destrozar a aquellos malditos seres que se aferraban a la idea de querer acabar con todo lo que me importaba.No soy capaz de sentir el cansancio, ni siquiera logro preocuparme por la enorme panza que ahora decora mi cuerpo, el instinto me dice que continúe caminando, era como si algo dentro de ese bosque oscuro, me estuviese llamando.Pierdo la moción del tiempo, solo sé que tuvo que haber pasado mucho tiempo, pues con cada paso que doy, la negrura de la noche se hace más profunda, ni siquiera la tenue luz de la luna es suficiente.Un leve resplandor a una distancia considerable, llama mi atención, camino con decisión hacia ese lugar, era como
Siento que me elevo y soy transportada a otra dimensión, siento que sobrevuelo sobre un lugar oscuro, lleno de una espesa neblina que lo cubre todo, gritos desesperados resuenan desde un sitio que no logro ver, voces que ríen y gritan improperios hacia la persona que estaba sufriendo.Me acerco cada vez más, tratando de traspasar aquella espesa oscuridad, pues sentía que aquella voz desesperada, me pedía que me acercara.—Acércate —una niña pequeña cubierta de luz, aparece a unos metros delante de mí, ella me mira sobre su hombro, se mantiene flotando, mientras me dedica una cálida sonrisa—, él te está esperando —dice, las puntas de su largo cabello blanco flotan hacia arriba, a como lo hace ella, frunzo el ceño sin poder apartar la mirada de ella, algo dentro de ella me hacía sentir que permanecíamos unidas, era como si ell
Aprendo a confiar en Circe, era como si su voz viniera hasta mi oído en un suave susurro, para indicarme cuál era el camino. Me costaba creer lo fácil que había resultado acabar con Ivo, sin ninguna duda, Circe era una niña fuerte, a la cual ahora estaba lejos de temerle. Su aparición en ese sueño fue lo que me ayudó a darme cuenta de que esa pequeña estaba lejos de ser mi enemiga, ella no se había dejado controlar por esos monstruos, ella simplemente había tratado de matarme por voluntad propia… por venganza a haber deseado terminar con su vida durante tantas veces.Ese pensamiento me hace torcer una sonrisa, definitivamente aquella niña era una sádica, alguien que no le temblaría el pulso para asesinar a cualquiera, probablemente íbamos a llevarnos bien, muuuuy bien. Quizás, íbamos a terminar siendo las mejores amigas del mundo, además de ser
Mientras caminamos, vamos planeando nuestro ataque.Connor rompería la barrera junto a Verónica y Agnes, las panteras atacarían por detrás, mientras que las otras brujas y lobos, esperarían por delante, yo entraría a liberar a Apolo, a este punto, era la única persona con capacidades para hacerlo, pues además de mi fuerza, contaba con la de Circe.La idea era no dejarlos escapar, el plan era tomarlos por sorpresa, rodearlos y acabarlos, rogando para que ninguno de los nuestros saliera lastimado.Imaginaba que ellos también estarían esperando por nosotros, sería muy difícil tomarlos tal y como todos pensaban hacerlo, pues, aquellos monstruos ya llevaban siglos aquí, controlando sin parar a todos los lobos para ir quitando todas las brujas de la tierra.De corazón esperaba que Apolo aún estuviese bien, pues, si le habían hecho algún da&ntil
—¡Sam! ¡Detente! —le pido al empujar a la pantera lejos del lobo, quien de inmediato, se levanta y se tira sobre mí.Soy capaz de evitarlo, provocando que se estrelle contra uno de los árboles.—¡Apolo! ¡Basta! —le pido al dejar salir un gruñido de rabia, mientras me dedico a caminar hacia él—, este no eres tú, te están controlando, joder, ¡lucha! —casi le ruego.Él deja salir un aullido, mientras menea su cabeza de una forma en que parecía que casi se le arrancaría en cualquier momento. Su mirada vuelve a encenderse, se clava en la mía y luego corre hacia mí, con lo que parecía ser, con la única intención de matarme.Sam me aparta de un golpe, recibiendo así el golpe por mí.—¿Qué carajos crees que estás haciendo? —interroga Connor al acercarse
Apolo estaba cautivo dentro de una jaula. Se encontraba recostado en una de las esquinas, manteniendo sus rodillas abrazadas y su rostro dentro de sus muslos, cuando me acerqué a ese lugar, mi corazón volvió a romperse al ver la forma en que sus hombros subían y bajaban con rapidez, probablemente ante la maraña de sollozos que lo había cubierto.Me acerco a la jaula, ni siquiera quería imaginar cómo se sentía en aquel momento, al saber que había matado incluso a su amigo Álvaro, muy a pesar de que nada de ello fue su culpa.—Apolo —lo llamo, él levanta la cabeza, sus ojos enrojecidos de haber estado llorando tanto—, mi amor, ya estás aquí —susurro al apretar los barrotes, dedicándole una pequeña sonrisa llena de esperanza—, haz vuelto.—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta al negar co
Las paredes de cristal, una hamaca bastante cómoda en el pequeño balcón, además de una chimenea para los días fríos, definitivamente aquella casita era mucho más de lo que alguna vez soñé. Solía dar paseos tomada de la mano de Apolo durante las tardes, descalzos, sintiendo la arena deslizarse en medio de nuestros dedos, después nos pasábamos largas horas tirados en la cómoda alfombra frente a la chimenea, hablando sin parar de lo que haríamos durante los próximos siglos. ¿Llegaríamos a aburrirnos el uno del otro? Era la pregunta que siempre nos hacíamos, ¿era posible que después de convivir una eternidad al lado del otro llegáramos a aburrirnos? Pues en verdad, esperábamos que no, porque de lo contrario, ya para mí no tendría sentido vivir en un mundo sin él, pues, estaba segura de que, llegado el momento, Circe nos abandonaría para hacer su propia vida, por más que tratáramos de mantenerla alejada de la magia, sabía que con ella tarde o temprano sería imposible. Cir