Comienzo mi entrenamiento sola, primero, me quedo en casa, estudiando detenidamente el libro al que Connor me llevó a la biblioteca. Aquel era un libro donde en su mayoría, hablaba de los sacerdotes X, aquella legión que trabaja desde las tinieblas, con la única intención de acabar con mi raza.
¿Por qué nosotros? Era la pregunta que circulaba por mi mente, ¿Por qué nosotros éramos su peor enemigo?
Un ruido proveniente desde la cocina, me pone en alerta. Cierro el libro y me levanto de un salto para dirigirme hacia ese sitio, en cuanto llego, levanto una mano y elevo un cuchillo, acercándolo de forma peligrosa hasta el hombre de piel oscura que se encuentra de espaldas a mí.
—No eres ninguna amenaza para mí —dice él, sin pretender girarse—, ni yo lo soy para ti.
—¿Quién eres?
—Deja que termine de prepararme el sándwich, he corrido mucho y muero del hambre —murmura al continuar buscando en los cajones de la alacena—, ¿Dónde diablos tienes un cuc
¡Hola por aquí! Les traigo un nuevo capítulo, espero de corazón que estén disfrutando de la historia tanto como yo disfruto escribirla.
Apolo Müller—¿Crees que todo esto vaya a funcionar? —pregunta ella al recostarse en mi pecho, la rodeo con mis brazos y acaricio su cabello blanco, beso su cabeza y aspiro.Sabía a lo que se refería, a pesar de que todos los planes que se hicieron en esa noche sonaban geniales, había un poco de temor en que no resultaran. La duda siempre estaría ahí, hasta que lográramos salir de esa tormenta.—Tiene que funcionar, de lo contrario, no sé lo que haría —digo al besar su cabeza.Nos encontramos sentados sobre uno de los viejos trenes en ese cementerio de latas viejas, Cassie había hecho aparecer una sábana, con la cual nos cubríamos un poco del frío, los demás se habían ido hacía al menos una hora atrás, así que ahora solo nos dedicábamos a disfrutar de la presencia del otro.<
Cassie—Hey, Lila —saludo a la orientadora en cuanto entro a su oficina.Le ofrezco una sonrisa a boca cerrada y me encamino hasta sentarme en la silla frente a ella, fingiendo amabilidad. Necesitaba hacerla mi amiga, ocupaba visualizar si en realidad aquella mujer estaba sospechando de mí.—¿Cassie? ¿Puedo ayudarte en algo? —interroga al sentarse derecha, dejando los documentos frente a ella a un lado, a la vez de que trata de ocultarlos de mí.Los sigo con la mirada, pero en el instante en que lo hago, ella coloca un libro sobre ellos. Alejándolos por completo de mi vista.—Tengo un par de lecciones libre y quise venir a verte —comento al cruzar las piernas, tratando de relajarme—, sé que atiendes a los chicos de la escuela por sus problemas de conducta, pero, justo ahora siento que necesito a una amiga profesional en el área.&mdash
Miro de forma anonadada la destrucción que ocasioné con aquel maldito temblor. Algunas partes de la calle están reventadas, las personas aún se mantienen fuera de sus hogares por temor a que haya réplicas. Trago saliva con fuerza, aquello jamás fue mi intención, tan solo quería una distracción, no que todo fuese un caos.—¿Acaso te volviste loca? —gruñe Álvaro a mi lado, mientras se dedica a conducir mi auto.Lo miro y le hago un gesto en señal de que haga silencio, mientras me giro para tomar el talismán de Lila de los asientos traseros. Muevo mis labios, indicándole que Lila me lo dio, él parece entenderlo de inmediato, pues se estaciona a un lado de la carretera y apaga el auto para después salir, lo sigo al instante, comprendiendo que desea hablar conmigo.Cuando estamos a una distancia lo bastante prudente del auto, es cuando co
Apolo no deja de mirarme, sus pupilas denotan preocupación absoluta.Yo conduzco mi pequeño camaro blanco, él se mantiene en el asiento trasero del copiloto sin dejar de mirarme. Muy a pesar de que no pierdo de vista la carretera, soy capaz de sentir su intensa mirada sobre mí.—Creo que no habrá nada que pueda hacer para evitar que lo hagas.—No —respondo con gran afirmación.—No quiero que te conviertas en lo que yo soy.—Apolo, la decisión está tomada —insisto al dejar salir un lento suspiro—, voy a terminar con Lila esta misma noche, mañana encontrarán su cadáver acostado sobre su cama, cubierta con una manta, pensarán que fue un atraco, punto final.—No tienes que hacerlo.—¿Entonces quién va a hacerlo?—Yo puedo hacerlo —dice al asentir con seguridad.Lo
A causas del daño que ocasionó mi temblor, cerraron la escuela por algunos días para poder reconstruir ciertas cosas, así que esos días los aproveché para viajar a Salem a estudiar, además de que ayudé a muchos de los damnificados. Después de todo, había sido mi culpa, culpa que aún permanecía dentro de mí, al no haber sido capaz de controlarme.Álvaro y Adrián dieron con el paradero de cinco lobos más, con ayuda de Connor, dieron también con el paradero de cinco sacerdotes que los mantenían vigilados, personas normales, que tan solo fingían ser sus amigos con la única intención de que no se alejaran de ellos.En cuanto a Apolo y yo, casi nos habíamos mudado juntos, entrenábamos juntos y luego teníamos grandes sesiones de sexo, lo que se convertía en la mejor parte de mi día.El regr
La desesperación es tanta, que el único sitio que siento seguro para mí en aquel momento, era Salem, junto con Agnes y Sam, su amigo pantera.Me muevo de un lado a otro, incapaz de poder quedarme quieta, un horrible nudo se encontraba atorado en mi pecho al no poder creer en todo lo que había acontecido en la mañana; Lila estaba viva, ¿Cómo carajos iba a estar viva cuando yo había visto con mis propios ojos la forma en que Apolo había acabado con su vida?Sam me mira con preocupación, sentado en la rama de un alto roble, mientras que Agnes camina a mi lado, tratando de hacer que me sintiera mejor.Todo mi cuerpo temblaba sin parar, me sentía aterrada, temía en lo que ahora fuese a acontecer. Estaba claro que no podía volver a la escuela, joder, ¡Apolo también tenía que perderse! Ese demonio sabía lo que éramos, además de que probabl
Agnes nos preparó una linda cabaña en medio del bosque, dijo que lo mejor sería que estuviésemos alejados de los habitantes de Salem, mis poderes cada vez estaban más fuera de control, por lo que, temía que algo más pudiese ocurrir.El sitio era pequeño, pero muy acogedor, al punto de provocarme tremendas ganas de poder pasar mi eternidad metida en esta casita, al lado de mi guapo lobo de ojos oscuros.—Que lindo lugar —dice Apolo al detenerse tras de mí justo en la puerta de la cabaña—, casi puedo imaginar pasar mis tardes viendo el atardecer a través de estas enormes ventanas —señala con su barbilla—, encender esta chimenea, rodearte con mis brazos y terminar por hacerte el amor sobre la alfombra —farfulle al pasar a mi lado para observar todo.Tuerzo una sonrisa, a la vez de que muerdo mi labio inferior, claro que yo también imaginaba
Pasamos unos días increíbles, nos levantábamos tarde, entrenábamos durante el día con Agnes y Sam y luego, volvíamos a nuestra pequeña cabaña donde jugábamos a ser una pareja normal: besarnos mucho, cocinar juntos, dormir abrazados y hacer el amor cada vez que tuviéramos la oportunidad, eran parte de nuestras funciones.De forma peligrosa, me estaba acostumbrando a aquella vida sencilla, lo que me hacía temer que, en cualquier instante, chocara contra pared y que todo este hermoso plan de vida que teníamos ahora, terminase yéndose a la mierda.—¡Así que ya despertaste! —exclama Apolo al acercarse a la cama sosteniendo una bandeja donde se podía oler un delicioso desayuno.Bostezo con lentitud, mientras trato de sentarme en la cama, parpadeo en varias ocasiones, a la vez de que restriego mis ojos con las palmas de mis manos, tratando de aleja