Apolo Müller
La ansiedad me mata.
Así que salgo de la casa con gran rapidez y prácticamente corro hacia el departamento de Cassie. Necesito verla, añoro con ver ese par de hermosos ojos grises que ella posee, perderme en ellos poco antes de poder disfrutar de sus labios.
Me detengo a una cuadra antes de llegar, miro la hora en mi teléfono y me doy cuenta de que es sumamente temprano, son cerca de las ocho de la mañana, por lo que, decido pasar por una cafetería para llevar el desayuno.
Compro un par de cappuccinos, unas bandejitas de frutas y unas tostadas. Después, termino de recorrer el trayecto que me queda hasta su edificio.
Sujeto la bolsa del desayuno con mis dientes, mientras me impulso para saltar e irme sosteniendo con mis manos por la escalera de incendios, hasta llegar a su ventana. Intento abrir, pero, está cerrada desde dentro, lo que hace que mi coraz&oacut
Cassandra BlakeMe remuevo con incomodidad en mi silla, mientras me dedico a mirar de Connor a Álvaro y viceversa.Después de una larga maratón de sexo con mi hombre lobo, me había pedido que fuésemos a reunirnos con estos a un café ubicado cerca de Central Park, por lo que, ahora me encontraba tan incómoda, que no sabía cómo actuar.Una parte de mí temía que Apolo y su amigo Álvaro intentaran asesinarnos en cualquier momento, pero, mi otra parte se sentía feliz de ver que estábamos conviviendo con un par de lobos como si fuésemos los mejores amigos.—¿Te sientes bien? —pregunta Apolo a mi lado, al percatarse de mi incomodidad.Lo miro y asiento con la cabeza.—Es solo que…—Teme que le trate de arrancar la cabeza —responde Álvaro por mí—, tranquila, p
Me despierto de forma sobresaltada, me siento en la cama y llevo ambas manos hasta mi pecho, tratando de calmar los fuertes latidos de mi corazón. Un estruendoso ruido me hace saltar en mi sitio, ocasionando que Apolo también despierte. Chasqueo los dedos y enciendo las luces de la habitación, miro a mi alrededor, cristales rotos, mi caja de maquillaje tirada en el suelo, además de la lámpara que mantengo en la mesilla de noche, estaba echa añicos sobre la alfombra. —Cariño, ¿Qué sucede? —pregunta él al dejar salir un largo bostezo; parpadea en repetidas ocasiones, dedicándose a mirar el desastre a su alrededor—, ¿tú ocasionaste todo eso? Llevo una mano hasta mi frente, la cual se encuentra empapada de sudor. Asiento con la cabeza al no saber qué decir exactamente. Tan solo recordaba que estaba soñando con esos tipos con capuchas rojas, ellos estaban realizando un hechizo, donde los lobos nuevamente perdían el control, a un costado de ellos, estaba yo, al lad
Hacer el amor en un sitio como la escuela, debía de ser sin ninguna duda, algo completamente excitante. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces con las que había fantaseado con un momento así a su lado. Lo que nunca me imaginé, es que llegado el momento, ninguno de los supiera cómo empezar, muy a pesar de que ambos teníamos la clara idea a lo que íbamos. Verlo servir el vino con algo de timidez, me provoca gran ternura, lamo mis labios mientras me dedico a mirar su perfecta anatomía, aquel hombre sin duda alguna, era todo lo bueno que tenía este puto mundo cruel, y lo mejor de todo, es que ahora es mío. Doy un salto y me siento sobre mi escritorio, cruzo la pierna y subo ligeramente mi falda, dejando mi muslo completamente expuesto ante sus ojos. Él toma ambas copas de vino y me mira, una sonrisa maliciosa se forma en sus labios al verme desabrochar mi camisa blanca, dejando al descubierto parte de un sexy sujetador color rojo. Esa noche me había olvidado
Me despierto de forma sobresaltada, un horrible dolor en el pecho me provoca hacer una mueca, un dolor que jamás había sentido y que incluso me quitaba hasta el oxígeno. Parpadeo en varias ocasiones, tratando de concentrarme en la oscuridad que me rodea, mientras realizo algunos ejercicios de respiración para tratar de calmar mi ritmo cardiaco, de nada me servía entrar en pánico ahora, más cuando me había dado cuenta de que me encontraba amarrada de pies y manos, tendida en una dura mesa. Siento mi rostro cubierto por sudor, trato de concentrar toda mi energía en aquellas amarras, necesitaba utilizar mi magia para salir de ahí, pero había algo que me impedía moverme, una fuerza sobrehumana me mantenía completamente inmóvil a aquella mesa, lo que nuevamente me hizo entrar en pánico al suponer que me habían atrapado los Sacerdotes X. Un gruñido proveniente desde lo alto de una repisa, vuelve a ponerme en alerta. Un gruñido muy similar al que podía ser de un lado, lo qu
Comienzo mi entrenamiento sola, primero, me quedo en casa, estudiando detenidamente el libro al que Connor me llevó a la biblioteca. Aquel era un libro donde en su mayoría, hablaba de los sacerdotes X, aquella legión que trabaja desde las tinieblas, con la única intención de acabar con mi raza. ¿Por qué nosotros? Era la pregunta que circulaba por mi mente, ¿Por qué nosotros éramos su peor enemigo? Un ruido proveniente desde la cocina, me pone en alerta. Cierro el libro y me levanto de un salto para dirigirme hacia ese sitio, en cuanto llego, levanto una mano y elevo un cuchillo, acercándolo de forma peligrosa hasta el hombre de piel oscura que se encuentra de espaldas a mí. —No eres ninguna amenaza para mí —dice él, sin pretender girarse—, ni yo lo soy para ti. —¿Quién eres? —Deja que termine de prepararme el sándwich, he corrido mucho y muero del hambre —murmura al continuar buscando en los cajones de la alacena—, ¿Dónde diablos tienes un cuc
Apolo Müller—¿Crees que todo esto vaya a funcionar? —pregunta ella al recostarse en mi pecho, la rodeo con mis brazos y acaricio su cabello blanco, beso su cabeza y aspiro.Sabía a lo que se refería, a pesar de que todos los planes que se hicieron en esa noche sonaban geniales, había un poco de temor en que no resultaran. La duda siempre estaría ahí, hasta que lográramos salir de esa tormenta.—Tiene que funcionar, de lo contrario, no sé lo que haría —digo al besar su cabeza.Nos encontramos sentados sobre uno de los viejos trenes en ese cementerio de latas viejas, Cassie había hecho aparecer una sábana, con la cual nos cubríamos un poco del frío, los demás se habían ido hacía al menos una hora atrás, así que ahora solo nos dedicábamos a disfrutar de la presencia del otro.<
Cassie—Hey, Lila —saludo a la orientadora en cuanto entro a su oficina.Le ofrezco una sonrisa a boca cerrada y me encamino hasta sentarme en la silla frente a ella, fingiendo amabilidad. Necesitaba hacerla mi amiga, ocupaba visualizar si en realidad aquella mujer estaba sospechando de mí.—¿Cassie? ¿Puedo ayudarte en algo? —interroga al sentarse derecha, dejando los documentos frente a ella a un lado, a la vez de que trata de ocultarlos de mí.Los sigo con la mirada, pero en el instante en que lo hago, ella coloca un libro sobre ellos. Alejándolos por completo de mi vista.—Tengo un par de lecciones libre y quise venir a verte —comento al cruzar las piernas, tratando de relajarme—, sé que atiendes a los chicos de la escuela por sus problemas de conducta, pero, justo ahora siento que necesito a una amiga profesional en el área.&mdash
Miro de forma anonadada la destrucción que ocasioné con aquel maldito temblor. Algunas partes de la calle están reventadas, las personas aún se mantienen fuera de sus hogares por temor a que haya réplicas. Trago saliva con fuerza, aquello jamás fue mi intención, tan solo quería una distracción, no que todo fuese un caos.—¿Acaso te volviste loca? —gruñe Álvaro a mi lado, mientras se dedica a conducir mi auto.Lo miro y le hago un gesto en señal de que haga silencio, mientras me giro para tomar el talismán de Lila de los asientos traseros. Muevo mis labios, indicándole que Lila me lo dio, él parece entenderlo de inmediato, pues se estaciona a un lado de la carretera y apaga el auto para después salir, lo sigo al instante, comprendiendo que desea hablar conmigo.Cuando estamos a una distancia lo bastante prudente del auto, es cuando co