Apolo Müller
Aquella descarga de energía no era normal.
Llevaba años de no sentir algo como aquello. La piel se me había erizado, a la vez que el sentido del olfato se me puso sensible. Aquel olor podía reconocerlo a millas de distancia:
Había una bruja en la ciudad…
Había una maldita bruja en la ciudad.
Cierro mis manos en puños y me inclino sobre el balcón de mi departamento, dándome cuenta en que ahora sería mucho más vulnerable ante mis transformaciones. Traté de escapar, alejarme de la magia que volvía loco mi instinto animal, aquella magia que me hacía perder el control ante mis transformaciones.
Inhalé y exhalé con lentitud, dándome cuenta que lo mejor que pudo haber hecho Cassandra era el haberse alejado de mí, pues ahora, mientras esa bruja estuviese cerca, la persona sensata en la que me había convertido, iba a desvanecerse. Solo esperaba que estuviese de paso, y que decidiera marcharse pronto porque lo último que quería era asesinarla.
Retrocedí y bajé la ventana, después caminé hacia mi cama y me metí entre las cobijas, cerré los ojos y traté de descansar.
(…)
Casandra Blake
A la primera persona con la que me encuentro al entrar al colegio, es a Apolo, quien me dedica una pequeña sonrisa y asiente en mi dirección, para después dar media vuelta para alejarse de mí.
Ladeo la cabeza mientras lo veo alejarse, preguntándome qué carajos pudo haberle pasado para que de pronto ni siquiera quisiera hablarme. Él no era así, siempre trataba de decirme algo fuera de lugar, lo que ahora me desconcertaba en gran manera. Frunzo el ceño mientras pienso en el sueño otra vez, ¿Acaso en realidad lo de la cita sí había pasado y ahora quería evitarme? ¿Qué carajos era lo que había pasado anoche?
—¡Cassandra! —Lila, una alta pelirroja que trabaja como orientadora, camina en mi dirección, sosteniendo una tableta en sus manos.
Su expresión es de terror absoluto, lo que hace que un terrible frío recorra mi columna vertebral. Imágenes de lo que había sucedido en la noche invaden mi cabeza otra vez, clavándome la duda de si en realidad yo había asesinado a ese par de hombres o si lo había soñado; pero, de forma lamentable para mí, Lila me lo confirma en cuanto me muestra la noticia en su tableta.
—Han encontrado a estos dos hombres hoy en la mañana —me cuenta, en cuanto me muestra la fotografía de los hombres con un cuchillo clavado en su frente.
Enseguida, todo se vuelve difuso, pues un horrible mareo me invade, enviándome casi al suelo. Estiro una mano y me sostengo de la pared para poder sostenerme en pie, lo que provoca que Lila lleve su mano libre hasta mi hombro, tratando de controlarme.
—Cassandra, ¿Estás bien? ¿Necesitas ver a la enfermera? —pregunta con preocupación mientras examina mi rostro con la mirada.
—Estoy bien —afirmo, tratando de alejar las náuseas que me habían invadido—, es solo que esas imágenes son muy fuertes —comento, tratando de que ella esconda aquel aparato que seguía torturándome.
—¡Oh claro! —exclama, ocultando la imagen—, lo lamento, no pensé que fueses del tipo de persona que es sensible a ciertas imágenes.
Vuelvo a asentir, tratando de transmitirle que aquello era lo único que me hacía sentir de aquella manera.
Podía sentir como mis extremidades temblaban sin parar, mientras por mi mente se reproducían aquellas horribles imágenes; podía sentir los gritos de esos hombres clavados en mi cerebro, cuando imploraban por compasión, podía sentir la forma en que aquella extraña energía había brotado de mí, tomando el control de todo mi cuerpo.
¿Qué cosa era? ¿Acaso había sido poseída por algún demonio y ahora me encargaría dañar a las personas?
Esa no era yo, yo era una chica normal que amaba dar clases y ver series en Netflix, aquella asesina despiadada estaba lejos de ser yo.
—¡Cassie! —inquirió Lila una vez más, tronando los dedos frente a mi rostro, lo que me hizo estremecer—, ¿Qué carajos pasa contigo, niña? Palideciste más de la cuenta, además, pareces estar en otra órbita.
La pelirroja me veía con el ceño fruncido, sacudiendo levemente mis hombros para hacerme reaccionar.
—Ve, tómate el día y descansa —me mandó, dejando salir un suspiro lleno de exasperación—, yo me encargaré de tu grupo hoy.
Me dedico a tragar saliva con fuerza a la vez que asiento en repetidas ocasiones, para después girarme y comenzar a salir de ahí con gran rapidez.
(…)
Camino de un lado a otro en mi departamento, la angustia se había apoderado de mí, al punto que ahora ni siquiera podía respirar con libertad. Mi respiración se encontraba entrecortada y mis manos temblorosas.
Me costaba creer que yo haya sido capaz de hacer algo así, jamás hubiese imaginado que iba a terminar por convertirme en un maldito monstruo.
Me detengo a observar mis manos una vez más, las muevo frente a mi rostro, tratando de encontrar un atisbo de energía a como la de anoche, pero no había nada. Mis manos continuaban tan normales como siempre.
—Debes calmarte —la voz de Verónica proviene de la ventana, lo que me hace dar un sobresalto, un cuchillo vuela en su dirección, lo que me hace dar un grito de horror, pero ella sonríe, mientras lo detiene en el aire con gran facilidad.
Me dejo caer en el suelo, pues mis piernas no pueden sostenerse por más tiempo, aquello era mucho para mí.
La pelinegra se abalanza hacia mí y se agacha a mi lado, toma mi mano y luego me da unos pequeños golpecitos en las mejillas.
—Vamos, Cassie, reacciona —musita, sin dejar de golpear mis mejillas.
Después chasquea sus dedos frente a mis ojos, hasta que al final, dejo salir un largo sollozo lleno de dolor, al percatarme de que todo lo que me estaba pasando, era real. Y por alguna extraña razón, Verónica parecía entender qué era todo aquello.
—¿Qué está pasando? —pregunto, las lágrimas comenzando a mojar mis mejillas.
—Estás siendo tú misma, así que cálmate —respondió con gran paciencia.
—¿Qué estoy siendo yo misma? —pregunto sobresaltada, mirándola con incredulidad—, ¿Acaso estás demente?
Ella vuelve esbozar otra pequeña sonrisa, para después suspirar lentamente y terminar por sentarse a mi lado.
—Debes de mantener tu mente abierta, Cassie, si no, puede que enloquezcas, ¿De acuerdo?
Su mirada café se clava en la mía, transmitiéndome con ello una gran serenidad, con solo esa mirada, entendí que debía de confiar en ella, que ahora, no estaba sola con mi problema.
—Vine a vivir a este asqueroso edificio, con la misión de cuidar tu espalda —comenzó a relatar—, sabíamos que tarde o temprano, tus poderes iban a despertar, tu madre trató de impedirlo, pero sabíamos que era imposible.
Frunzo el ceño, tratando de entender las palabras que salían de sus labios.
—¿Mi madre? —pregunto, jamás había escuchado de ella, siempre traté de averiguar quién había sido mi progenitora y no lo logré y ahora, tal parecía que Verónica la conocía a la perfección—, ¿Está aquí?
—Murió —suelta de inmediato, sin dejar de mirarme—, murió en Salem, defendiendo a su pueblo.
Llevo ambas manos hasta mi cabeza, donde me doy un gran apretón a la vez que niego con la cabeza en repetidas ocasiones. Mi cabeza duele, aquella era demasiada información.
—Cassandra, si no te controlas, no podré ayudarte —arguye, a la vez que ve a nuestro alrededor con notoria preocupación—, ellos pueden olfatearnos y ahí estaremos perdidas.
—¿Quiénes? ¡Habla, maldita sea!
—¡Los lobos! —exclama—, esos malditos perros gigantes son los que se han encargado de matarnos a través de las décadas.
—¿Los lobos existen? —pregunto, a la vez que respiro pesadamente.
Ella asiente.
—Convivimos con muchísimas criaturas, Cassie, no somos únicas.
—¿Qué cosa somos?
—Brujas —suelta, logrando que mi cerebro comience a dar vueltas hasta que pierdo la consciencia.
Cassandra BlakeTomo un nuevo pañuelo desechable y limpio mis lágrimas una vez más.Me encuentro metida entre mis cobijas, tratando de procesar toda la información que Verónica me dio, quien hacía menos de media hora se había ido de mi departamento, para darme mi espacio.Pertenecía a un aquelarre poderoso en Salem, en ese lugar, las brujas solían vivir en paz, hasta que fueron invadidas por los lobos, quienes, al parecer, sin ninguna razón aparente, comenzaron a matarlas. Mi madre logró escapar cuando yo tan solo era una bebé, su objetivo era mantenerme a salvo, por lo que, me había dejado a las puertas de un orfanato para después regresar y luchar para proteger a su pueblo.Según me dijo Verónica, mi madre era una de las brujas más poderosas que habitaban en Salem, por lo que, todas las brujas que sobrevivieron sab&iacu
Cassandra BlakeCuando me dispuse salir del departamento para ir a trabajar, pude mirar una hoja doblada junto a la puerta, era como si solo llegaron a deslizarla por debajo de la puerta, pues no había escuchado nada fuera de lo normal.Me inclino y recojo el papel con curiosidad, a la vez que un extraño nudo se instala en la base de mi estómago. Todo aquello era muy nuevo para mí, por lo que, me sentía a la defensiva y temerosa. No sabía como ser una bruja, con costo sabía cómo ser una persona, por lo que, ahora toda aquella magia que corría por mis venas comenzaba a torturarme.“Ve a la biblioteca pública, en el área de historia a las tres de la tarde” Ese era el único mensaje, no tenía remitente, lo que me hacía sentir más miedo al no saber si era de parte de una de esas criaturas que quer&iacu
Cassandra BlakeMe olvido por completo del libro. De hecho, apenas llego a mi departamento lo guardo en un cajón con llave, ni siquiera me dispuse a abrirlo, pues si lo hacía, temía echar a perder mi noche especial con Apolo.Lo deseaba tanto que no quería que nada arruinara ese momento. Pensar en él me hacía sentir normal, incluso me hacía sentir como una puberta completamente emocionada a la espera de su crush de toda la vida.Salgo a la calle nuevamente en busca de ciertos objetos para poder sorprenderlo. Compro unas velas, flores y por supuesto, un vino tinto. La sonrisa de felicidad no se me borra por nada, pues solo imaginar en sentir su cuerpo contra el mío mientras aprendemos a amarnos de mil maneras diferentes, hace que mi piel se erice, además de que solo tener ese pensamiento me hacía olvidarme de todo.Ya en casa, me dedico a preparar todo, cocino una delici
Apolo Müller Me encuentro completamente enamorado de Cassandra Blake, de eso ahora no me queda la menor duda. La sonrisa de idiota marcada en mis labios mientras recuerdo todo lo que hicimos durante lo largo de la noche, me lo confirma.Cierro los ojos y dejo salir lentamente la respiración, permitiendo que el agua fría de mi regadera moje todo mi cuerpo. Aún podía sentir sus labios recorriendo mi piel, aún podía ver la forma en que sus ojos se dilataban al llegar a un nuevo orgasmo. ¿Cómo es que fui capaz para aguantar tanto tiempo sin tener a esa mujer conmigo? ¿Cómo fui tan estúpido para observarla de lejos por tantos años, mientras le daba indirectas por el miedo que me daba pensar en tener una relación con ella?Ahora, sabía que todo iría bien, no era necesario que Cassie supiera que yo era un asqueroso lobo que se la pasaba luchan
Cassandra Blake Cuando llego a mi casa, me acuesto sobre mi abdomen en mi cama mientras me dedico a curiosear el libro que traje de la biblioteca pública; “El portal de las brujas”, traía mucha historia acerca de mi origen y los poderes que había en mí, además de la forma correcta en que podría dominarlos. Me encontraba maravillada con cada hechizo que había en él, lo que solo bastaba con decir unas pequeñas palabras y chasquear los dedos, para volverme invisible o para tirar objetos pesados. Todo me daba a entender, que si encontraba la forma de controlarlos, podía llegar a tener una fuerza sobrehumana, lo que ahora me confundía al no saber cómo habían sido vencidas las brujas por los lobos si eran tan fuertes. Aquella pregunta me fue contestaba en cuanto pasé la hoja. Ahí, había imágenes de lobos grandes, de color negro, café o blanco, los cuales mostraban sus colmillos de una manera tan feroz, que incluso lograba
Apolo Müller Me despierto soltando un gruñido en cuanto comienzan a azotar la puerta. Es sábado y no tengo que ir a la escuela, por lo que, justo hoy podía dormir hasta tarde. Veo el reloj en la mesilla de noche y noto que apenas son las seis de la mañana, dejo caer la cabeza contra la almohada y me cubro con otra el rostro.Me encuentro de un pésimo estado de ánimo, por lo que, si llegaba a levantarme para ir a ver quien se atrevía a tocar de aquella manera, iba a terminar por arrancarle la cabeza.Cassandra me había plantado. La esperé por dos horas completas a las afueras del colegio y no apareció. La llamé, en repetidas ocasiones lo hice y no obtuve respuesta.—Traté de ser civilizado y llamar a la puerta, pero al no obtener la respuesta esperada, tuve que invadir tu privacidad.Quito la almohada de mi rostro y observo detenidamente
Apolo Müller La ansiedad me mata.Así que salgo de la casa con gran rapidez y prácticamente corro hacia el departamento de Cassie. Necesito verla, añoro con ver ese par de hermosos ojos grises que ella posee, perderme en ellos poco antes de poder disfrutar de sus labios.Me detengo a una cuadra antes de llegar, miro la hora en mi teléfono y me doy cuenta de que es sumamente temprano, son cerca de las ocho de la mañana, por lo que, decido pasar por una cafetería para llevar el desayuno.Compro un par de cappuccinos, unas bandejitas de frutas y unas tostadas. Después, termino de recorrer el trayecto que me queda hasta su edificio.Sujeto la bolsa del desayuno con mis dientes, mientras me impulso para saltar e irme sosteniendo con mis manos por la escalera de incendios, hasta llegar a su ventana. Intento abrir, pero, está cerrada desde dentro, lo que hace que mi coraz&oacut
Cassandra BlakeMe remuevo con incomodidad en mi silla, mientras me dedico a mirar de Connor a Álvaro y viceversa.Después de una larga maratón de sexo con mi hombre lobo, me había pedido que fuésemos a reunirnos con estos a un café ubicado cerca de Central Park, por lo que, ahora me encontraba tan incómoda, que no sabía cómo actuar.Una parte de mí temía que Apolo y su amigo Álvaro intentaran asesinarnos en cualquier momento, pero, mi otra parte se sentía feliz de ver que estábamos conviviendo con un par de lobos como si fuésemos los mejores amigos.—¿Te sientes bien? —pregunta Apolo a mi lado, al percatarse de mi incomodidad.Lo miro y asiento con la cabeza.—Es solo que…—Teme que le trate de arrancar la cabeza —responde Álvaro por mí—, tranquila, p