Por Gonzalo

Llegué a la clínica y estaban sus padres junto con su hermano.

-¿Qué le hiciste?

Me reclama su madre.

Nunca me quiso demasiado, Marta se quejaba de mi madre, pero la suya, disimulaba menos que la mía que no me soportaba.

-Mi hija está así por tu culpa.

Sigue diciéndome.

-No, señora, yo no le puse ninguna pastilla en su boca, ni se la proveí.

-La hiciste sufrir.

-Está equivocada, la relación que tenía con Marta, se terminó, eso es verdad, pero hacía mucho que ya no funcionaba.

Me da un cachetazo.

Yo no le respondí, aunque entiendo que ni siquiera me lo merecía.

-¿Usted pretende que me quede al lado de su hija por lástima?

Le digo con bronca.

-Se merece que la amés.

-El amor no es cuestión de merecerlo, es un sentimiento.

Su padre me miraba, sin hablar y su hermano, aunque estaba dolido, era el que me entendía un poco más, él mismo había dejado a su novia, unos meses atrás, claro que su novia no se intentó suicidar, pero durante meses lo llamaba varias veces por día.

-¿Despu