GIANNAIrme de aquí era lo mejor, así lo decidí y así lo haría. Necesitaba saber quién me hipnotizó y por qué, qué tanto de grado de culpa tenían mis padres en todo esto y… conocer un poco más sobre Abigail para poder entenderme mejor.Era complicado, quizás hasta infantil, pero lo necesitaba. No podía quedarme más tiempo en esta jaula si quería evolucionar.Me quedé en la glorieta del jardín un largo rato, pensando cómo haría las cosas, qué debía hacer para obtener los resultados que esperaba, y antes de darme cuenta quizás se había pasado una hora o un poco más, porque ya eran casi las nueve, así que me levanté y caminé de regreso a la casa.Sin embargo, cuando llegué al espacio principal, cuál fue mi sorpresa al ver que Donovan y Thomas iban hacia la entrada con para nada buena cara, y que ambos cargaban maletas, lo que llamó mi atención, también porque el resto de los guardias parecían impresionados y llenos de dudas.—Tom, Don, ¿a dónde van tan tarde con esas maletas? —pregunté a
CAMERON Y esa mañana, después de unas pocas palabras y mucho revuelo… ella solo se fue. Cuando salió del apartamento, como se suponía que estábamos peleados y yo no debía acompañarla ni mostrarme amistoso, solo pude subir al techo y recostarme en la media pared, desde donde vi el auto partir y resoplé. Mientras el vehículo, de seguro conducido por Donovan, se alejaba, sentí que todo se me removía por dentro, que subía y bajaba con un halo doloroso, y suspiré. Tenía que convertirme en un hombre de verdad para ella… debía hacer de este lugar un sitio en el que la mujer que amaba se sintiera y estuviera segura, y esa fue la razón por la que no puse pegas para que se fuera. Si a Gianna le pasaba lo mismo que a mi hermana yo… Resoplé con fuerza y me removí el pelo, y mientras caminaba hacia las escaleras, escuché repicar mi celular, y al ver que se trataba de alguien conocido no dudé en contestar. —Hola. —Majestad, respecto al reporte… Volteé a ver de nuevo al horizonte, donde el au
GIANNADespués de hacer una escala en Madrid, España, por temas de seguridad, terminé llegando a Nevada tras largas horas de viaje, donde un chico asiático y de lentes me esperaba con un cartelito que decía, tal cual el memo, «Señorita K.».Aunque yo me estaba durmiendo, gracias a la diferencia horaria, aquí apenas era la una de la tarde.—Buenas tardes, señorita Gianna —saludó el muchacho, que a pesar de parecer asiático, hablaba un inglés fluido—. Mi nombre es Oliver Kim, y estoy aquí para guiarla hacia su destino final.Asentí sin más y le extendí la mano con una sonrisa.—Buenas tardes. Yo soy Gianna Adelaide, es un gusto conocerte. ¿Puedo saber quién eres? —Fui directa al grano.Él sonrió y asintió con la cabeza.—Soy el asistente personal del señor Blake Maier. Desde aquí tomaremos un vuelo hasta California e iremos a su casa.Fruncí el cejo y no evité espetar: —¿Mas aviones? —Resoplé con cansancio y él sonrió.—Subiremos a un avión privado, propiedad del señor Ryan Daft, así co
GIANNASu suspicacia me tomó por sorpresa, y no pude evitar preguntar:—¿Cómo lo sabes?Sentirse descubierta así de fácil era horrible, siendo franca.—Soy bueno para leer a la gente —dijo el pelirrojo como si nada—. Tu abuela vive en Atlanta, Georgia, en una residencia para mayores a la que aceptó ir porque no tenía familia que se ocupara de ella. El avión privado de Ryan necesita unos días para mantenimiento, pero puedo programar un vuelo para ti dentro de dos o tres días. Puedes quedarte aquí y descansar. Este es un lugar seguro.Fruncí el cejo y negué con la cabeza.—Le dije a Vik que no quería recibir su ayuda en esto. Puedo quedarme en un hotel.Él resopló y sacudió la cabeza.—No hay que ser malagradecida, señorita —dijo, por lo que lo miré con extrañeza—. Cameron sabe que eres independiente, perfectamente capaz de hacer las cosas por ti misma, pero busca darte todo lo que pueda, no solo para que no caigas en un callejón sin salida, sino por tu propia seguridad.»Hay maneras de
GIANNALa ilusión bañó mi vista y asentí con la cabeza antes de tomar un sorbo de café.—Estas son fotos de cuando eras pequeña. Mi hijo era tu papá… él era mi único hijo, así que le di mucho amor. Creo que éramos una familia feliz, pero todo cambió luego de la muer.te de mi esposo; él tenía unos dieciséis años por entonces.Vi en la foto a mi padre, a quien yo conocía como Jack Adelaide, y suspiré.—John empezó a robar por diversión, y luego de que lo atraparon un par de veces, comenzó a estafar a personas, dejó la escuela… y escapó de casa tras cumplir los dieciocho. —Madelaine soltó un respingo cansado—. Traté de hacerlo volver muchas veces, pero no sirvió de nada, él simplemente no quería.Tragué entero y resoplé.—¿Y qué hay de mi madre? —Señalé a una muchacha rubia en la foto, ella se veía muy joven conmigo en brazos.—Tu madre era un caso especial. Según John, Amelia era adoptada. Ella padecía de algunos problemas de corazón, y se refugió en la dro.gas y otras sustancias. Tú na
GIANNADios mío… las facciones, la nariz, el cabello, la forma de los ojos, la posición de las orejas… ¡incluso el nacimiento y la forma de la barba!Sentí que el mundo se me removía por dentro, y un terrible mareo me abrumó. Hasta en la voz se le parecía, en la forma en la que hablaba.No… Esto solo debía ser una loca coincidencia de esas que el mundo soltaba de vez en cuando, ¿verdad? Porque Cameron Kuir II estaba mu.erto y enterrado desde hacía mucho tiempo, y pasó a mejor vida al otro lado del mundo, eso era completamente diferente a trasladarme a mí desde Nebraska a California.Sin embargo, no pude quitarme la opresión del pecho, y cuando sentí una mano sobre mi hombro desde atrás, casi brinqué y chillé.—Nana, vamos a sentarnos para comer, ven…Madelaine tomó mi mano y me llevó con ella, no sin antes excusarse con Carol y su familia.Nos sentamos a la mesa, y no pude evitar preguntar:—¿Él se parece a…?—Se parece mucho a Cameron, ¿verdad? Lo pensé desde la primera vez que lo vi
GIANNAAhora tenía un compañero de viaje… supongo que eso era bueno; después de todo, Tom era genial con los puños y de seguro debía tener un arma. Si algo salía mal, contar con él era lo mejor.Vik era un tonto no tan tonto, y ahora me sentía mal de haberlo increpado por dejar que Thomas se fuera, cuando lo único que hacía, que hacían ambos, era velar por mi bienestar, aunque a mis espaldas. Supongo que con un propósito.Conseguimos un vuelo barato a Seattle, y llegamos entrada la tarde. Alquilé un auto ya que era ciudadana y me resultaba más sencillo, y Tom manejó hasta el edificio en el que solía vivir antes, una imponente estructura con arquitectura renacentista italiana, azulejos y piedra que se veía hermoso. En la planta baja había un restaurante que estaba laborando a esta hora, y otros negocios, como una joyería y una galería de artes.—¿Es esta? —pregunté a Tom, señalando el espacio que tenía las luces apagadas y el cartel de cerrado.—Sí… quizás no abrió hoy. Es temprano tod
GIANNAEn un momento estaba sentado junto a mí, y al siguiente, Thomas le dio un tremendo puñetazo a Xander, que se fue hacia un lado con los ojos bien abiertos.Me levanté de un salto, pero antes de que pudiera decir algo, Tom espetó:—¿Tienes una idea de lo que acabas de decir? —Su voz sonó cruda, dura y fría, y abandonó las formalidades en un santiamén, lo que confirmó mis pensamientos sobre su molestia—, ¿tienes idea de todo lo que ha sufrido Su Majestad, quien se suponía era tu amigo, desde que ocurrió el accidente?Los ojos claros de Xander brillaron con impresión por un momento, justo en el momento en el que Tom se levantó, todavía con los puños apretados, y yo me puse a su lado. El rubio bajó la cabeza con malestar y se encogió en sí mismo.—Me lo merecía… —musitó—. Yo… lo sabía, pero no podía decirlo. Para empezar, cuando me enteré todo fue tan… irreal.Tom frunció el cejo, y pareció presto para darle otro golpe, pero tomé su brazo y lo llevé hacia atrás mientras negaba con l