GIANNAEn la noche de ese mismo día, mientras Vikram y yo dormíamos, el gabinete de gobierno de Hiraeth y la policía hicieron una rueda de prensa conjunta para anunciar el fallecimiento de la «Princesa Laurice de Hiraeth», a quien, según la nota, encontraron en una cabaña al este del bosque. En primera instancia no anunciaron la causa de su muerte, sino que dijeron que se hacían las pesquisas correspondientes, y tampoco respondieron preguntas.Esa misma noche, las banderas del Palacio y de la avenida fueron colocadas a media asta, y se levantó el toque de queda.Después de eso pasó casi una semana que se me hizo eterna. Vik no hablaba mucho, y a pesar de que comía y dormía, se despertaba a media noche por unas terribles pesadillas de las que no me quería explicar nada. Melania seguía endemoniada en su contra, y cada que lo veía le gritaba y le echaba la culpa de todo, y todo lo demás estaba en blanco.Ese lunes, después de que el cuerpo fuese entregado el día anterior, se procedería a
GIANNA—¡¿Qué demonios pasó ahí afuera?! ¡¿Quién te crees que eres para faltar a los sagrados protocolos de esta familia?!Antes de darme cuenta, cuando apenas pisábamos la sala, Melania abandonó la mano de su esposo y se me vino encima.—¡Detente! —Vikram se metió en medio al instante y la paró tomando sus muñecas—. ¡¿Qué te pasa?!—¡Esa mujer, ustedes dos vio.laron el protocolo real en el funeral de mi hija! ¡¿Quiénes se creen que son?! —Ella tiró y se soltó, yéndose hacia atrás para ser atrapada por su esposo—. ¡Tú tienes la culpa de que esto pasara, y osaste perturbar incluso su funeral! ¡Desgraciado!Quiso írsele encima de nuevo, pero Henry la detuvo, al tiempo que todos los empleados y escoltas de la casa se pusieron alerta.—¡Hiciste de este lugar un mal.dito burdel, y encima trajiste a una zo.rra para que te hiciera compañía! ¡Es una desgraciada, ella también tiene la culpa de todo esto! —Me miró con odio.¿Acababa de llamarme zo.rra?Tragué entero y mantuve la calma; sin emba
GIANNASin volver a ver a su hijo, Melania volvió a Francia con Henry y Lidwien una semana después, dejando el cuarto de Lau tal cual estaba. En realidad, ninguno de nosotros entró ahí en ningún momento tras recibir la noticia del secues.tro, pues esperábamos que ella pudiera volver a ocuparlo.Yo… quizás en el fondo todavía lo esperaba.Después de eso, mi cumpleaños pasó sin pena ni gloria, y el mes más difícil de mi vida se me vino encima, pues mis pensamientos se volvían cada vez más confusos porque, aunque no lo decía, sabía que Vik se culpaba de todo. Al final, su madre lo gritó a los cuatro vientos, y a pesar de que fingía entereza, en el fondo empezaba a deshacerse.No poder hacer nada al respecto, tal sensación de impotencia sencillamente me… repugnaba.En la oscuridad de mi mente, las cosas empezaban a complicarse.—La única forma de ayudarlo es encontrando la verdad —dijo aquella voz que era la mía, pero al mismo tiempo no.Yo, sentada en una silla en medio de la negrura, so
THOMASA media tarde, debería decir que el ambiente en el Palacio se tornó turbio y oscuro.En las últimas semanas el señor se venía mostrando apagado y reacio a muchas emociones, por lo que no pude evitar rememorar los tiempos de su adolescencia, o de algunos años atrás, donde se sumía en el dolor sin nada que pudiera consolarlo.Bueno, la señorita Adelaide estaba aquí, pero algo no parecía ir bien entre ambos esa tarde, lo que me llenó de curiosidad.Después de la cena, me encontraba haciendo una ronda con otros guardias para verificar el estado del terreno, cuando escuché por el radio la voz de Mark: «Tom, Su Majestad quiere verte. Ven al departamento, por favor».Tan dicho como tan hecho, dejé a los demás a cargo y me dirigí al Palacio. Subí las escaleras y encontré a un enrarecido Markus que me miraba con curiosidad.—¿La señorita está dentro?—No. La señorita se encuentra en el jardín. Su Majestad está solo.Asentí ante su respuesta y toqué la puerta. Tras una autorización desde
GIANNAIrme de aquí era lo mejor, así lo decidí y así lo haría. Necesitaba saber quién me hipnotizó y por qué, qué tanto de grado de culpa tenían mis padres en todo esto y… conocer un poco más sobre Abigail para poder entenderme mejor.Era complicado, quizás hasta infantil, pero lo necesitaba. No podía quedarme más tiempo en esta jaula si quería evolucionar.Me quedé en la glorieta del jardín un largo rato, pensando cómo haría las cosas, qué debía hacer para obtener los resultados que esperaba, y antes de darme cuenta quizás se había pasado una hora o un poco más, porque ya eran casi las nueve, así que me levanté y caminé de regreso a la casa.Sin embargo, cuando llegué al espacio principal, cuál fue mi sorpresa al ver que Donovan y Thomas iban hacia la entrada con para nada buena cara, y que ambos cargaban maletas, lo que llamó mi atención, también porque el resto de los guardias parecían impresionados y llenos de dudas.—Tom, Don, ¿a dónde van tan tarde con esas maletas? —pregunté a
CAMERON Y esa mañana, después de unas pocas palabras y mucho revuelo… ella solo se fue. Cuando salió del apartamento, como se suponía que estábamos peleados y yo no debía acompañarla ni mostrarme amistoso, solo pude subir al techo y recostarme en la media pared, desde donde vi el auto partir y resoplé. Mientras el vehículo, de seguro conducido por Donovan, se alejaba, sentí que todo se me removía por dentro, que subía y bajaba con un halo doloroso, y suspiré. Tenía que convertirme en un hombre de verdad para ella… debía hacer de este lugar un sitio en el que la mujer que amaba se sintiera y estuviera segura, y esa fue la razón por la que no puse pegas para que se fuera. Si a Gianna le pasaba lo mismo que a mi hermana yo… Resoplé con fuerza y me removí el pelo, y mientras caminaba hacia las escaleras, escuché repicar mi celular, y al ver que se trataba de alguien conocido no dudé en contestar. —Hola. —Majestad, respecto al reporte… Volteé a ver de nuevo al horizonte, donde el au
GIANNADespués de hacer una escala en Madrid, España, por temas de seguridad, terminé llegando a Nevada tras largas horas de viaje, donde un chico asiático y de lentes me esperaba con un cartelito que decía, tal cual el memo, «Señorita K.».Aunque yo me estaba durmiendo, gracias a la diferencia horaria, aquí apenas era la una de la tarde.—Buenas tardes, señorita Gianna —saludó el muchacho, que a pesar de parecer asiático, hablaba un inglés fluido—. Mi nombre es Oliver Kim, y estoy aquí para guiarla hacia su destino final.Asentí sin más y le extendí la mano con una sonrisa.—Buenas tardes. Yo soy Gianna Adelaide, es un gusto conocerte. ¿Puedo saber quién eres? —Fui directa al grano.Él sonrió y asintió con la cabeza.—Soy el asistente personal del señor Blake Maier. Desde aquí tomaremos un vuelo hasta California e iremos a su casa.Fruncí el cejo y no evité espetar: —¿Mas aviones? —Resoplé con cansancio y él sonrió.—Subiremos a un avión privado, propiedad del señor Ryan Daft, así co
GIANNASu suspicacia me tomó por sorpresa, y no pude evitar preguntar:—¿Cómo lo sabes?Sentirse descubierta así de fácil era horrible, siendo franca.—Soy bueno para leer a la gente —dijo el pelirrojo como si nada—. Tu abuela vive en Atlanta, Georgia, en una residencia para mayores a la que aceptó ir porque no tenía familia que se ocupara de ella. El avión privado de Ryan necesita unos días para mantenimiento, pero puedo programar un vuelo para ti dentro de dos o tres días. Puedes quedarte aquí y descansar. Este es un lugar seguro.Fruncí el cejo y negué con la cabeza.—Le dije a Vik que no quería recibir su ayuda en esto. Puedo quedarme en un hotel.Él resopló y sacudió la cabeza.—No hay que ser malagradecida, señorita —dijo, por lo que lo miré con extrañeza—. Cameron sabe que eres independiente, perfectamente capaz de hacer las cosas por ti misma, pero busca darte todo lo que pueda, no solo para que no caigas en un callejón sin salida, sino por tu propia seguridad.»Hay maneras de