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Capítulo 5: Firma el contrato

CAMERON

Ella me miró como si estuviera a punto de gritar «¡Lo sabía!», de seguro pensando que la haría ser mi concubina o algo por el estilo; sin embargo, antes de que pudiera siquiera pronunciar palabra, continué:

—La persona que será mi asistente, deberá centrarse en la planificación y el cumplimiento de mi agenda, en el control de cada una de las cosas que deben hacerse para que las actividades se realicen como es debido. Habrá papeleo, por supuesto, pero es más un trabajo de campo.

»Ya tengo un equipo que organiza mis viajes y actividades, pero necesito dejar de estar al pendiente de la verificación de cada cosa; además, tendrás que acompañarme a cada uno de los eventos que lo requieran.

Una luz de alarma se encendió en ella.

—¿Cómo acompañarte?

—Como mi pareja —contesté sin más, pues no era nada del otro mundo.

—¡¿Qué?! ¡No, no, no! ¡No voy a fingir ser tu pareja! Esto no es una telenovela, y yo no soy la protagonista a la que todo le sale de rechupete.

La decepción apareció en su cara y yo solo resoplé.

—No digo que finjas ser mi pareja, para nada… solo quiero que me acompañes. Lo más seguro es presentarte como una amiga para que mi intensa familia deje de tratar de buscarme pretendientes todo el tiempo.

La vi dudar, pero se quedó tranquila, por lo que proseguí.

—El trabajo formal es de cinco días a la semana, ocho horas al día; sin embargo, si hay eventos o viajes programados, debes acompañarme.

»Por supuesto, los momentos libres de agenda serán libres para ti aún si estamos en algún viaje, y cada hora de viaje fuera del territorio del Reino, tal como a cada uno de mis empleados, se te pagará como una hora extra, al igual que todas aquellas en Hiraeth que no correspondan a tu horario de trabajo.

»Tendrás seguro y vivirás en el palacio… creo que es un buen negocio.

A mi entender, era muchísimo mejor que todo lo que encontraría aquí, y con mucha más seguridad.

—Bien… me parece un buen trato también —murmuró la rubia por lo bajo.

Me daba cuenta de que sacaba conclusiones por acá y por allá, pero eso era normal.

—Oh, por cierto… Vi en tu currículo que tienes cierto nivel de francés; sin embargo, será necesario que perfecciones esa lengua y que, además, aprendas neerlandés, ya que ese es el idioma oficial del Reino.

Abrió los ojos de par en par.

—¡¿Cómo?! Espera un momento… ¿tendré que ir a la escuela allá también?

Me encogí de hombros.

—¿No estudiabas en la universidad? No obstante, conozco a algunas personas que pueden enseñarte y, al final de cada semana, yo te evaluaré. Es imprescindible que aprendas neerlandés lo más rápido posible.

Pareció dudar, pero ella se me hacía el tipo de chica que no se amilanaba ante los desafíos y, cuando vi la convicción pintar su rostro, estuve seguro de eso.

La puerta se abrió, y Tom entró con lo que le pedí y lo puso sobre la mesa.

—Pues bien, Gia, ¿aceptas los términos que te mencioné?

Una sonrisa pintó sus rosados labios, y asintió.

Entonces, escribí a detalle todo lo que le planteé, además de la cláusula del idioma, en un contrato informal, lo firmé y se lo ofrecí.

—Cuando lleguemos a Hiraeth haré que mi abogado redacte uno más producido, pero este, según las leyes de este suelo neutral, tiene total validez.

Le ofrecí la pluma, ella la tomó, firmó y lo miró con una sonrisa curiosa, para luego destacar algo:

—Demonios, tienes una letra muy bonita… la mía se ve espantosa entre tanta belleza.

Soltó la risa, y solo entonces la sentí de verdad relajada. En ese momento, uno de los guardias de afuera notificó que el avión se encontraba listo para el abordaje, y partimos como una comitiva hasta allá.

• •

GIANNA

Trabajar para un desconocido, que resultó ser el rey de una nación en otro continente… ¿quién lo diría?

Con mi flamante contrato guardado en la bolsa, salí a la terminal en compañía de su gente, y me sorprendí de ver que toda el área por la que caminábamos estaba vacía y silenciosa. Los guardias y la policía custodiaban cada centímetro, lo que hizo mi tensión aumentar.

Aquel tipo alto, enorme en realidad, el Rey de Hiraeth, avanzaba con paso confiado hacia la puerta de abordaje y, tras confirmar todos los documentos, y usar un pasaje que ni sabía tenía, terminé en un enorme avión que gozaba de lujos por todas partes.

—Demonios… solo había visto esto en Tiktok… —mascullé incrédula, avanzando por las poltronas VIP, los acabados lujosos, viendo la pantalla grande, el sonido y el brillo.

Era como un sueño… no mío, pero sueño al fin.

Una asistente de vuelo me explicó el protocolo y, antes de darme cuenta, ya había emprendido un vuelo de diecisiete horas a un país desconocido…

Y, contrario a lo que pensaba entonces, que todo me saldría bien solo por ser yo… nada de lo que había vivido hasta ahora me prepararía para lo que esa decisión me generó.

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