Marcelo no apartó la mirada de los ojos de Patrick y elevó una ceja antes de hablar.—Meghan es una chica especial —murmuró.—No fue eso lo que te pregunté, Marcelo —refutó él mientras esperaba que su hermano le respondiera.—Y a ti, Patrick, ¿te gusta Meghan? —le cuestionó.Él apartó la mirada y Marcelo negó.—¿Te gusta, no es así? —insistió.Patrick se levantó del sillón.—Estoy enamorado de Astrid, no digas ni preguntes tonterías —vociferó, metiendo las manos en los bolsillos.—Estás tan enamorado de Astrid que te has quedado al lado de Meghan. ¿No te dice algo eso? —cuestionó, levantándose del sillón y yendo detrás de Patrick.—Me he quedado porque le prometí a Meghan hacerlo.—¿Y Astrid?—No le dije que iría con ella a Brasil, así que puedo cambiar de planes.Marcelo colocó una mano sobre el hombro de Patrick.—Me temo que Meghan te interesa más de lo que quieres admitir.Patrick se giró y lo miró.—¿Y tú? No respondiste mi pregunta. ¿Te gusta Meghan?Marcelo suspiró, sus pulmone
Patrick dejó a Meghan en casa y se dirigió a la oficina del hotel. Se sentía cansado luego de pasar su tercera noche en el hospital, esperando a que Paul despertara, cosa que no había sucedido.—Te ves fatal —murmuró Harrison cuando se encontraron en el estacionamiento del hotel.—Me siento fatal, Harrison, pero no puedo dejarte con todas las responsabilidades del trabajo.—¿Cómo sigue Paul? —preguntó.Patrick se detuvo.—¿Lo sabes?Harrison asintió.—Kiara me comentó lo sucedido. Mencionó que no has parado en casa desde hacía tres noches, está preocupada y creo que también sospecha que le hemos mentido.—¿De qué hablas?—Bueno, amigo mío. Se supone que Meghan es mi amiga y ni siquiera estaba enterado de lo que le ocurrió a Paul, tampoco me he pasado por el hospital para saludarle y mostrarle mi apoyo. Kiara no es tonta, se dará cuenta de que no conozco a Meghan y que tampoco soy su amigo.—¿Y desde cuándo Kiara y tú conversan como si fueran viejos amigos? No sabía que tuvieran una co
«Me iré a Brasil».Meghan cerró la puerta con un clic definitivo y se giró para mirar a Patrick, pero él no devolvía la mirada. Sus ojos estaban fijos al frente.—¿Te irás? —susurró con voz ahogada.—Sí.—¿Astrid?—Sí, Meghan. Le prometí a Astrid estar presente en el último día del desfile y no quiero fallarle —mintió.Patrick apretó las manos sobre el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Era un mentiroso, por dondequiera que se le viera.«Solo quieres huir».Su rostro se crispó ante el susurro de su conciencia.—Por supuesto, no puedes quedarle mal. Yo… te agradezco que te quedaras todos estos días a mi lado y que me apoyaras tan incondicionalmente. No tengo, ni tendré manera de pagarte lo que has hecho. Te deseo un buen viaje a Brasil —musitó.Meghan no comprendía por qué le dolía la decisión de Patrick. Tal vez porque no imaginó que fuera a irse de su lado. ¡Una estupidez total de su parte! Patrick no era suyo, él solo le estaba ayudando con lo de Paul. Él tenía una
Patrick entró a su habitación hecho una furia, estaba descontento consigo mismo y con su proceder. No tenía ningún derecho de hacerle eso a Meghan. Su conciencia lo castigó duro y le fue imposible calmarse. Se sentó al borde de la cama e ignoró el ardor de su piel y se pasó la mano por el cabello con frustración.—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó, dejándose caer de espaldas sobre la cama—. ¿Cómo podré mirar a Meghan a la cara después de lo que hice?Patrick no tenía respuestas, sabía que no solo debía verla, sino también disculparse adecuadamente por su atrevimiento; sin embargo, tenía que admitir que no encontraba el valor para hacerlo. Ella lucía confundida y asustada.—No soy ese tipo de hombre que juega con los sentimientos de las mujeres. No es la educación que me dieron mis padres, ni es el comportamiento que deseo tener. Sin embargo, debo admitir que algo me sucede con Meghan, es algo que no puedo explicar y que me atormenta. Astrid no se merece que la traicione y Meghan merec
Daisy recargó la espalda contra la pared, su corazón estaba agitado y su garganta seca. Se lo había dicho, de alguna manera le había insinuado a Paul su interés por él… Se suponía que lo que sentía por Paul no era más que resentimiento y molestia por lo que hacía con Meghan, pero saberlo y verlo herido le había dolido tanto, que los sentimientos enterrados habían salido a flote.Ella cerró los ojos y se mordió el labio para contener el gemido que amenazó con salir de su garganta. ¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Cómo iba a volver a entrar a la habitación y enfrentarlo?Fingiendo.Podía hacerlo, podía decirle que no quiso decir lo que dijo; sin embargo, no creía que una vez destapada la caja de Pandora, tuviera el valor para negarlo. Aunque sus sentimientos ya no eran tan fuertes como antes debido al cambio abrupto de Paul, su corazón seguía sintiendo algo especial, así estuviera dividido entre el amor y el odio.Daisy suspiró y se alejó de la habitación, buscaría algo decente pa
—Ha sido toda una sorpresa tenerte esta noche, Pat —dijo Fabio, girándose para saludar a Patrick formalmente, pues el desfile ya había dado inicio cuando él llegó—. Debiste avisar para estar al pendiente de tu llegada —añadió en tono amistoso. Se conocían de toda la vida, sus padres eran amigos.—Ha sido una decisión de último minuto, también quería darle una sorpresa a Astrid.—Y vaya que se la has dado —comentó Nicole, dándole un beso en ambas mejillas, uniéndose al saludo y a la conversación.Patrick asintió.—¿Qué tal ha ido todo? —preguntó Patrick, continuando con la conversación, a la espera de la llegada de Astrid.—De maravilla, luego del desfile mi tío nos ha invitado a una fiesta privada en su casa, espero que puedas acompañarnos —pronunció Fabio, extendiendo la invitación a Patrick.—Si Astrid decide asistir, será un placer.—De hecho, Astrid es la invitada especial —murmuró Nicole.Patrick elevó una ceja, pero no tuvo tiempo de preguntar a lo que se refería Nicole, pues As
Patrick caminó hasta la playa, se quitó los zapatos y dejó que sus pies jugaran con la arena mientras miraba el inmenso mar acompañado solamente por la luna que se alzaba sobre él, de la misma manera que en el día lo hacía el sol.¿Le dolía la ruptura?Malditamente, que sí, Astrid y él habían estado en una relación de dos años. Había sentimientos que no se podían olvidar de la noche a la mañana, pero que, sí fueron cambiado poco a poco, pese a todo lo que Patrick luchó para mantener encendida la llamada del amor.Astrid y él eran como la luna y el sol, no estaban destinados a estar en el mismo lugar en el mismo tiempo…Patrick cerró los ojos y dejó que sus lágrimas corrieran por sus mejillas, cuando decidió venir a Brasil lo hizo con la idea de enmendar su falta y, aunque sabía que corría el riesgo de perder a Astrid, no imaginó que tuviera que renunciar a ella de manera voluntaria.Él no supo cuánto tiempo estuvo apreciando la inmensidad del mar, pero sí fue consciente del momento en
«Cambia tu vida y nuestros destinos»—¿Cambiar mi vida? Meghan, ¿tienes idea de lo que debe costar un tratamiento en una de esas clínicas?—No importa lo que cueste, Paul, lo único que debes tener es el deseo de cambiar por ti y por mí; por la memoria de nuestros padres, por favor. Hazlo.Paul no pudo evitar derramar las lágrimas que se asomaron a sus ojos.—Lo siento, Meghan. Lo siento tanto. Soy yo quien debería cuidarte y no al revés. No sé en qué momento me perdí tanto y me olvidé de lo que es importante. Arruiné mi vida una y otra vez mientras fui exponiendo tu vida y tu seguridad. ¡Terminé con todo! —expresó con dolor.Paul fue superado por sus emociones y su arrepentimiento.—Te dejé sin un techo donde dormir.—No sigas, Paul, por favor.—Tengo que hacerlo, Meghan. Tengo que exteriorizar y poner voz a mis culpas o no seré capaz de aceptar lo equivocado que estoy.Meghan se acercó a él y apretó su mano.—Solo ten fuerza de voluntad, Paul. Yo me encargaré del resto.—No quiero qu