Ahora el sonrojo en sus mejillas se esparcía hacia su pecho. Le avergonzaba que supiera lo vacío que estaba su estómago. No se había visto en un espejo, pero probablemente luciría patética. Leslie nunca había sido una chica pretenciosa, siempre se había sentido menos que todas las damiselas nobles que pasaban por el castillo de Sean MacAllister, y su aparición en ese extraño mundo no había elevado mágicamente su autoestima. Solo había tenido que ver a la madre de Duncan para confirmar lo que ya sabía: era alguien importante.
Nuevamente se encontraba a merced de un hombre cuya posición la haría sentirse menos.
Allí también existía la servidumbre.
Allí también había amos.
Allí también había nobles.
Debía seguir las reglas y no aspirar a que Duncan la viera como algo m&aac
Pasado Graham miró a Isobel como si acabara de confirmar que algo estaba mal con su mente después de que esta terminara de darle un breve resumen sobre la evolución de la humanidad en menos de cinco minutos. En ese escaso tiempo le habló de la industrialización, las guerras mundiales, el feminismo, la comunidad LGBT, la innovación de la tecnología, el poder de las redes sociales, entre otras extrañas cosas sin sentido. Ella sabía que había dejado de lado más del 99% de toda la historia que había transcurrido desde entonces, pero no podía saturar su conversación cuando lo importante era que descubriera dónde exactamente se encontraba y cómo podía regresar a casa. ─Entonces, ¿en qué año nos encontramos ahora? ─le preguntó cuándo se dio cuenta de que Graham se había quedado sin palabras, mirándola cómo si tuviera tres cabezas. Él, sencillamente, no podía creer nada de lo que le había dicho. ¿Espejos oscuros que transmitían imágenes? ¿Carrozas a motor? ¿Poder hablar con otra persona a k
─Llegamos ─anunció innecesariamente Graham cuando se detuvieron a unos cien metros de la aldea, dándole la oportunidad a Isobel de apreciar las construcciones antiguas y la visión de las personas yendo entre ellas, abarrotando las calles y los puestos ambulantes de mercado. Debido a que se acercaba el invierno, los habitantes estaban tomando sus previsiones y haciendo sus respectivas compras para tener las despensas llenas durante la peor parte del año.Era precioso.Todos vestían atuendos pertenecientes a la época y se movían como tal, por lo que de tratarse de un montaje debía costar lo equivalente a hacer una película de bajo presupuesto, como mínimo, y no conocía a nadie que se tomara tantas molestias por ella. El único era Duncan y últimamente había estado demasiado ocupado con el ballet, al punto que no le extrañaría que no se hubiera dado cuenta de que no había regresado a casa de su excursión. Y aunque en el fondo sabía que ese pensamiento era tonto, tenía la certeza de que la
Isobel nuevamente se encontraba siendo atendida por la servidumbre en la habitación de Graham mientras los dos hombres MacAllister se reunían en la biblioteca de Sean. El mayor ocupaba asiento tras un amplio escritorio caoba. Graham estaba del otro lado con una copa de whisky en la mano, lo que consideraba un elixir al lado de la cerveza que había tenido que beber para que Isobel no lo hiciera. ─¿Podrías, por favor, hablar de una vez, laird MacAllister? ─le preguntó a su abuelo con tono burlón mientras se inclinaba hacia adelante, harto de tanta espera y suspenso innecesario. Quería oír lo que tenía que decir, puesto que se estaba poniendo de mal humor al sospechar que todo lo ocurrido, Isobel y su idea de provenir del futuro, se trataba de una broma de mal gusto orquestada por este. No le extrañaría. Tenía el dinero para contratar a una de las mejores actrices que Graham había presenciado y, en definitiva, demasiado tiempo libre acumulado. Desde que su padre había tomado todas las
─Tu abuela también murió, en su época, en Ben Nevis antes de venir al tiempo en el que la encontré, lo que para ellas siempre es el pasado. ─Ya que sabía que Graham probablemente reaccionaría de manera brusca a lo que estaba a punto de decirle, se alejó. Nunca había estado de acuerdo con la decisión de su hijo y de su nuera, a la cuál había considerado otra hija, de ocultarle la verdad sobre el origen de su madre, pero también lo había respetado. La historia de su familia era compleja. Por un lado, estaba el amor, pero por el otro la responsabilidad de que sus mujeres no cayeran en las manos equivocadas. Incluso Haidee, con solo trece años, había sido poseedora de información que pudo alterar significativamente el futuro─. Tu madre tenía trece cuando se cruzó con tu padre durante una fuerte ventisca en uno de los peores inviernos de Escocia. Fue criada aquí. Ambos crecieron juntos, escalando montañas y escondidos en la biblioteca. Se enamoraron y casaron apenas pudieron. Cuando tu mad
─Su nombre es Isobel ─le contó a su abuelo─. Y sufrió una caída fatal. Ella todavía no sabe si está viva o muerta. No cree que sea real que estemos en mil setecientos. ─La garganta de Graham se cerró cuando se dio cuenta de que no era quien lo estaba pasando peor en toda esa situación. Quizás él había descubierto que toda su vida había sido una mentira, pero al menos tenía una vida. Isobel lo había perdido absolutamente todo. Si era real lo que le había dicho su abuelo, no había forma de que regresara a su época. Se quedaría con ellos para siempre─. Cree que esto es un sueño.Sean asintió con pesar.─Hay que encontrar la manera de decírselo sin que resulte demasiado brusco para ella entenderlo. Podríamos ahorrarle un sufrimiento innecesario. No sé si lo has entendido ya, Graham, pero esta chica acaba de perderlo todo. Su vida tal y como la conocía, todos los avances del hombre a los que estaba acostumbrada se han ido. Ahora solo nos tiene a nosotros para cuidar de ella y de que nadie
PresenteDuncan le echó un vistazo de reojo a Leslie y no pudo evitar reír, pues esta roncaba boca arriba con el estómago levemente abultado debido a la cantidad de comida que había ingerido en cuestión de minutos. Él no se había quedado atrás, pero no se había vuelto loco cuando conoció el sabor de la pizza. Ella, en cambio, se había concentrado en pedir más y más pese a que no era el único banquete a su alcance. Sus mejillas estaban rojas y su cabello rubio, casi blanquecino, se encontraba esparcido sobre sus sábanas, abierto como un abanico. Se hubiera preocupado por el tiempo que permanecía inconsciente si no la hubiera encontrado aislada en una cueva, desnutrida y débil. Estaba seguro de que había sobrevivido a muchas cosas terribles y que eso la había dejado exhausta. No tenía idea de cómo una criatura así de frágil había logrado seguir viva.Eso le daba esperanzas de que Isobel también lo hubiera logrado.Tras cubrirla con una cálida manta y avivar el fuego de la chimenea, sali
Él no respondió al instante, eso hizo creer a Leslie que estaba molesto con su conducta. Duncan acercó al cuarto del armario y se vistió con un par de pantalones vaqueros y un suéter color vino, junto con mocasines, antes de regresar a la alcoba, dónde le ofreció su mano extendida a Leslie.─Tome mi mano, mi señora ─susurró, sintiéndose ridículo, pero también feliz cuando vio sus gruesos labios curvarse en una sonrisa. Aunque no entendía qué estaba haciendo, Leslie se sentía feliz al intuir que no estaba molesto con ella por tutearle. No quería mortificarla, así que no le preguntó al respecto─. Le mostraré algo que le gustará. ─Mi señor, yo... ─protestó, pero él la interrumpió encajando sus dedos en los suyos y alzando su pequeño cuerpo con un suave tirón.─Guarde silencio, señorita.Leslie sintió que su corazón iba a salir de su pecho al escucharlo llamarla de esa forma, lo cual encontraba aún más embriagador a que le dijera su señora. Ya que ahora tenía la certeza de que Duncan est
PasadoGraham, que a duras penas se había arrastrado al sitio junto a Isobel, parpadeó varias veces antes de finalmente abrir los ojos. Por un segundo se preguntó qué hacía en su habitación en el castillo de su familia, pero después los acontecimientos recientes empezaron a llenar su cabeza y a colapsarla de información. Leslie. Ben Nevis. Isobel. Sean MacAllister. Su madre. Su abuela. Viajes en el tiempo. «Sí. Todo debe ser una pesadilla», pensó. después rodó sobre la espalda y sus ojos se clavaron en la vista de su ventanal.Se levantó, sin poder creer lo que veía.Isobel, vestida con un abrigo de cuadros y un vestido hecho a la medida de su cuerpo con el mismo patrón, estaba sentada entre un joven que desconocía y Sean. El primero no dejaba de ver sus pechos a la menor oportunidad de descuido por parte de ella, no importaba que estas estuvieran cubiertas. Pero siendo hombre y también teniendo un par de ojos, no podía culparlo. Isobel se veía aún más hermosa que cuando su piel habí