Narra William
Ciudad de New York, Estados Unidos; 30, marzo, 2022
Me había dispuesto a continuar con mi trabajo, estaba muy atareado y ocupado. Recordé en eso, mientras continuaba organizando los papeles de boda, desde que mi padre enfermó; él nunca permitió que me casara con Samantha. Tuve entonces que comprometerme con Maddie y dejar a un lado a Sami, me sentía culpable por aquello. Pero por supuesto, ya no podía hacer nada, todo quedaba ahora en un nuevo comienzo. Uno de tantos, que seguro tanto ella como yo no estábamos dispuestos a aceptar todavía.
Revisé los papeles de boda y encontré la firma de mi padre, había estado autorizando todo para que fuera la mejor unión. Si, tiene sentido. Pero, ¿Por qué mi padre no aprobaba mi unión con Sam? Supongo que era por las diferencias de clases que nos hacían sentir superficiales, yo siendo el más superior a ella y ella siendo más inferior que yo. A ella le gustaba estar conmigo no por ser un millonario, sino porque era el amor de su vida desde que nos conocimos en la universidad.
—Cariño, ¿has visto mi collar de diamantes? —escuché su voz desde el baño de la habitación.
—Nunca lo usas, Maddie. —le dije mientras me levantaba y veía que estaba en la mesa de terciopelo. —Lo dejaste aquí, como siempre. —tomé el collar de la mesa y fui caminando hasta donde ella estaba.
— ¿Podrías dejar de ser tan amargado? —me miró a través del espejo. — Sé que lo dejo en tu mesa de noche, —se encoge de hombros. — Pero no es para que te enojes conmigo por eso. —desvió la mirada mientras se colocaba colorete en las mejillas.
—No soy amargado, Maddie. —me acerqué a ella y comencé a besarle el cuello. —Solo no me gusta que seas tan descuidada. —le puse el collar alrededor de su cuello.
—Eso no te va a servir de nada. —susurró. — Solo con ello consigues el simple hecho de que no puedas pedirme otras cosas, además de hacer el amor. —dijo ella tratando de apartarse de mí.
—Vamos… —sonreí. — Solo dije que no me gustaba que fueras descuidada. —le dije y besé su mejilla.
— ¿Descuidada? —me miró de nuevo y dejó el colorete sobre la mesa. — Te recuerdo que tu padre aprobó nuestro matrimonio, ¿por qué no te gusta lo que soy? —su mirada denotaba una ligera tristeza.
—Solo no dejes otra vez el collar de diamantes en mi mesa de noche, ¿puedes? —ella asintió y le di otro beso en la mejilla mientras me alejaba y salía del baño.
— ¿Iremos a la fiesta? —ella sale después de acomodar su larga cabellera. — Vamos, amor mío. —me insistió y se acercó a mí, abrazándome por detrás.
— ¿Por qué estás tan interesada en ir? —comienzo a reír. — No sabía que te emocionaba tanto ir a una simple fiesta. —me di vuelta y le iba a besar los labios, pero puso su mano y me detuvo.
—Porque es una de las fiestas más importantes… —me miró seria. — y prometiste que iríamos porque hay bonitos bailes y todo es muy elegante. —se apartó de mí. — Vamos, tenemos que ir.
—Iríamos… —respondí acomodando mi cabello. — pero no tengo un traje para la ocasión. —me encogí de hombros.
—Por Dios… —se cruza de brazos con una seria mirada todavía puesta sobre su rostro.
—No me culpes, no tuve tiempo para comprarme un traje. —sonreí.
—Maldita sea, Will… —suspiró. — ¿por qué nunca te tomas en serio esto? —su voz se escucha enojada. — Tu padre siempre quería que fueras parte de la sociedad, y solo te importa el trabajo y ni siquiera te importa ir a una fiesta. —comienza a alzar la voz.
— ¡No metas a mi padre en esta discusión! —le respondí usando el mismo tono de voz, me estaba molestando. — ¡Puedes ir sin mí! —le doy la espalda.
— ¡Quiero que asistas a la fiesta conmigo! —se acercó hacia mí y bajó la mirada.
— ¿Y qué parte no estas entendiendo de que no iré sin un traje? —me volteé a verla.
—Seguro tienes muchos trajes elegantes, por favor Will. —me abrazó. — ¿Podemos ir, podemos ir? —su voz cambió.
—Bien… —suspiré. — Si iremos, pero dame tiempo para vestirme… —ella sonrió, aplaudiendo como una niña pequeña.
—Voy a esperarte, —sonrió. — Tengo que lucir espectacular para la fiesta, y eso que todavía no me he puesto mis mejores tacones. —se miró a sí misma en el espejo.
—Los que siempre quisiste tener, —respondí sacándola de su trance. — Te recuerdo que… por más millonario que sea, siempre debo estar atento a las peticiones que mi esposa requiera. —saqué del armario mi mejor traje. — Cualquier cosa que necesites, dime y te lo compraré, ¿vale? —ella sonrió asintiendo.
—No pensé que fueras tan generoso conmigo, porque siendo mi esposo… —se colocó sus tacones. — No soltarías para nada esa tarjeta de crédito ni tus tantos millones que sueles presumir con tus compañeros.
—Son casos y situaciones diferentes. —respondí a ello con tranquilidad. —No es algo que deba preocuparte. —me levanté para comenzar a colocarme el pantalón.
(…)
—Sami… ¿qué estás haciendo? —la miré usando un vestido rojo que había sacado de su armario.
—Mira… —sonríe. — ¿Recuerdas este vestido rojo? —me lo enseñó con una gran sonrisa.
—Aún recuerdo cuando te lo ponías para esa cena. —sonrío. — ¿Te lo pondrás para nuestra próxima cita? —la abrazo acariciando su cintura.
—Claro que sí. —me da un corto beso en la nariz.
—Entonces te espero en el auto. —la solté mientras le daba otro beso, pero en sus labios. — No tardes.
Cuando me fui directo al automóvil. Recordé tanto cuando ella se ponía esos vestidos rojos que le resaltaban sus hermosas e inigualables curvas, y no era su físico lo único que me volvía loco. Ella siempre conseguía hacerme sentir feliz, ya sea con su compañía, su sonrisa, de todo ella hacía para conquistarme una y otra vez. A diferencia de mi opinión positiva sobre ella, mi padre nunca lo aprobó. Nunca le gustó.
Ni siquiera le agradó. Todo eso ocurrió cuando salía con ella y la llevé a un restaurante popular, mi padre iba a estar participando en uno de los eventos más populares por el rango alto al que, por supuesto, pertenezco. La verdad es que, todo era muy bonito. Hermoso desde la perspectiva de Sam, ella estaba fascinada. La verdad, cuando mi padre se enteró de que venía con ella. Se acercó hasta mí y hablándome enfrente de ella me pidió que la sacara del sitio.
Le dijo unas cosas tan desastrosas que nunca pensé que se las diría, claro que Sam se lo tomó muy mal. Salió del sitio, no me habló durante todo el trayecto cuando iba a dejarla en su casa.
Al menos, me di el gusto para llevarla a su casa, a pesar de que mi padre nunca quiso que me casara y fuera feliz con ella. Después de todo, no podía decirle nada a él, no podía.
—No soporto como tu padre me trata de esa forma. —me miró mientras yo seguía conduciendo.
—No es tu culpa, ¿sabes? —la miré de reojo y acerqué mi mano para acariciar su pierna. — Él jamás podrá separarme de ti. —acaricié suave ésta.
—Sí, ya sé que no es mi culpa… pero… —escuché su suspiro.
—Nunca será tu culpa. —le interrumpí. — Mira, Sami… —detuve el auto cerca de su casa. — Haga lo que haga mi padre, nunca podrá separarte de mí. —la miré y le acaricié el mentón. — Jamás lo conseguirá. —le di un beso sobre sus labios.
— ¿Y cómo estaré contigo si tu padre sigue jodiéndome mi existencia? —me miró con sus característicos ojos color aceituna.
—Verás que todo mejorará… —le di otro beso. — Te lo prometo. —sonreí y observé que se iba pasando a la parte trasera, detrás del asiento del copiloto.
—Demuéstramelo, Will. —me jala de la corbata y el resto, ya con eso bastó para tentarme.
Cuando estábamos detrás de los asientos delanteros, ella y yo terminábamos siempre enredados y literalmente; ella se enredaba conmigo poniéndome feliz, además de cachondo porque nuestra relación era muy fuerte, tan fuerte que; no podía evitar sentir una tal fascinación y tentación a la vez. Porque si les soy sincero, ella era quién me enloquecía y me hacía querer hacer el amor con ella si fueran todos los días, tardes y noches.
Después de hacerlo, siempre tenía que disimular todo, limpiando mi traje, arreglando mi cabello. ¿Quieren saber por qué? Pues, tenía miedo de que mi padre pensara que lo que hacía, era algo indebido y por ello, me vigilaría más de cerca.
Pero siéndoles muy sincero, yo a ella de verdad la amo tanto, que me sacrificaría por ella, así para cumplir con su felicidad.
(…)
—Will… —escuché a mi compañero acercarse. — qué agradable sorpresa, ¿viniste solo otra vez? —preguntó sarcástico.
—Vine con ella… —tomé la mano de Maddie. — Maddie, él es Markus… Markus, ella es Maddie, mi esposa. —los presenté.
—Vaya… —mi compañero me dio un codazo. — ¡Qué belleza de mujer que eres! —exclamó sonriendo.
—Mucho gusto, —ella respondió de la forma más neutral. — Y gracias. —sonríe.
—Me imagino que se ganó la lotería con este caballero, ¿no es así? —le da un leve codazo a ella.
—Yo fui quien se ganó la lotería. —me señalé a mí mismo.
—Ya veo, ¿y cuánto tiempo llevan de cas…? —le hice una seña para que guardara silencio.
—Creo que eso no es de tu incumbencia, cariño. —ella se cruzó de brazos mirándolo seriamente.
—Lo siento, solo quería saberlo nada más. —se encogió de hombros y se alejó lentamente de nosotros.
— ¿Por qué estás actuando así? —la sujeté por el brazo. — Maddie… —la tomé del mentón para que me mirara. — ¿Me dirás?
—Estaba coqueteándome. —forcejeó conmigo moviendo su brazo.
—Por favor… —solté una carcajada. — Markus no le coquetearía a mi hermosa mujer. —le di un beso en el cuello.
—No me vengas con eso, —me aleja poniéndome su mano en mi pecho, alejándome. — Él estaba claramente coqueteándome y no hiciste nada. —se cruzó de brazos.
—Si te estuviera coqueteando, estuviera haciéndote insinuaciones. —le susurré. — Y él en ningún momento hizo ninguna de esas. —solo me limité a irme a la sección de bocadillos.
—No discutas conmigo con algo que tú ves tan estúpido. —se fue a presentarse con un grupo.
Maddie actuaba de forma inusual, no parecía estar bien, quizás estaría escondiéndome algo. O eso estaba pensando.
— ¿Qué podría estar ocultando, eh, William? —Markus se acercó, preguntándome.
—No lo sé, ¿por qué piensas que me ha de estar ocultándome algo? —mi amigo me miró llevándose la mano a la boca.
—Capaz y eso sea necesario que lo platiquen ambos. —me susurró. — Así lo resolverás, tarde o temprano. —sonrió entonces satisfecho.
Narra Sam.Ciudad de New York, Estados Unidos; Jueves, 31, marzo, 2022Miro por la ventana del hotel en donde llegue hace un día la ciudad, escucho a Lorena caminar de un lado a otro mientras hablaba en francés sobre que una maleta suya se perdió, lleva desde ayer así, suspiro, y la miro, maldice en varios idioma y yo solo puedo negar riéndome en silencio, busco que ponerme, por suerte estamos en primavera.Tomo lo que me pondré y me meto a bañar, lleno la bañera, pongo esencia y me meto luego de quitarme la ropa esperando que se llene la bañera, pongo música pero veo que aparece un letrero avisando que la otra semana es mi cumple, 6 días exactos faltan pero no he celebrado mi cumple en los últimos 10 años porque fue el día en que él se casó, el día que lo deje, el día que deje américa.Quit
Narra WilliamCiudad de New York, Estados Unidos; Viernes, 01, abril, 2022Caminé hasta mi habitación cuando escuché a Maddie gritar, no era común que ella hiciera ese tipo de cosas. Hasta podría decir que fue algo alarmante escucharla gritar de esa forma, como si algo o alguien la hubieran asustado a propósito.Maddie corrió hacia mí cuando observé que entre sus manos tenía un objeto extraño, que parecía ser como los que las mujeres siempre llevaban consigo. No lo pude distinguir bien, ya que, al ella estar tan emocionada, no lograba tampoco entender el porqué de su emoción.— ¡Will! —exclamó emocionada. — ¡Cariño, te tengo una gran noticia! —se sentó a mi lado y me extendió el objeto que no había visto bien producto a su emoción.— &i
Narra Sam.Sábado, 2, abril, 2022.Siento una mano en mi cintura y suspiro quitándola de mi cuerpo, me levanto y miro a Memo, niego sin creer que me he vuelto a acostar con él estando ebria, tomo me ropa, una vez que me pongo el vestido tomo mis tacones, volteo y miro al rubio sentando en la cama, toma una carpeta de la mesita de noche y la extiende a mí.Me acerco y la tomo, no dice nada ni yo, salgo de su habitación y entro a elevador aun descalza, llego a mi piso ya que Memo también se hospeda en el mismo hotel, entro a mi cuarto y veo a Lorena acostada, me alivio un poco de que no metió a nadie a la habitación.Me siento en la cama y comienzo a revisar el documento, esto ya lo tenía y niego sin creerlo.Me acuesto para seguir durmiendo, no podría soportar más el dolor de cabeza que me estaba dando, siento que alguien se sienta en mi ca
Narra WilliamCiudad de Nueva York, Estados Unidos; Lunes, 4 de abril, 2022.Hoy iba a ser un día ajetreado, tedioso y hasta lleno de mucho movimiento. Honestamente estaba preparado para todo, y sobre todo para la junta que hoy tenía. Así que, tenía que lucir lo más elegante y formal posible con todos.Tuve a Markus todo el fin de semana recordándome que teníamos una reunión importante junto a una cena, no paraba de repetirme lo mismo cada que tenía tiempo. Niego levantándome de la silla para salir de mi oficina e ir a la reunión después del llamado de Andrea, mi secretaria, avisándome que ya estaban casi todos en la sala.Al llegar me detuve en la puerta al ver una mujer que a cualquier lugar que vaya puedo reconocerla, su cabello atado justo a su hermosa figura vestida de traje hizo que me paralizara en el momento, mis ojos
Narra Sam.Miro las calles hasta que el carro se detiene, nos bajamos y entramos en el hotel, apenas estuvimos en el elevador, me quito los tacones, Lorena se mantiene callada, al llegar a nuestro piso, entramos a la habitación en donde tiro los tacones lejos haciendo que el tacón de aguja se rompiera.— ¿Estas…?— Molesta y enojada, o sea como se le ocurren a esos viejos a decir que nos veremos un club de golf para hablar más sobre la propuesta, o sea, en qué demonios piensan y claro, el ceo no dijo casi nada en toda la noche, solo mirándome y eso no es todo, trajo a su “Esposita” a una cena de negocios, o sea, no tengo problema con eso pero no aportaba nada, parecía un adorno más, Lorena, Dios…La pelirroja se sienta en su cama mirándome caminar de un lado a otro, me detengo y la miro.— ¿Viste como la trató? E
Narra William.Llegué a mi casa después de haber quedado a tener una amena plática con Markus en el bar, la situación sobre el contrato con Sam se salió de control. Mi amigo y yo teníamos algo que nos hacía dudar de ella, pero por más que lo negaba, él siempre me decía aquello con una insistencia que me provocaba pensar las cosas de la mejor manera.Al ser el CEO tenía una misión, la cual siempre lograba persuadir, pero era difícil. Me era difícil no sacarme a Samantha de la cabeza.Ella cambió después de todos estos diez años, al ser unos jóvenes tan dedicados a nuestros estudios pero atrevidos en gran parte, de verdad no podía aguantar el hecho de dejarla ir. ¡Me seguía doliendo, malvada sea!Al quitarme el traje, sonreí como un idiota, fingiendo que el dolor que sentía no estaba
Narra Sam.Ciudad de Nueva Yérsey, Estados Unidos; Viernes, 8, abril, 2022.El taxi nos deja en el aeropuerto, al final después de que cerramos el negocio nos fuimos a Nueva Yérsey a buscar la maleta de Lorena que apenas la vio lo primero que hizo fue tirarse a ella y abrazarla por un buen rato.Hable con Memo y nos felicitó que el resto del trabajo se encargaba él, claro porque le obvie lo que pasó con William. Entramos al aeropuerto y suspiro lista para irme a Marsella después de una semana algo agotadora.Me siento ya en el avión y cierro los ojos para descansar el largo vieja que me espera al otro lado del mundo.Ciudad de Marsella, Francia; sábado, 9, abril, 2022.Respiro el aire fresco de la costa de Marsella, amo vivir aquí, me subo al carro luego de que Guillermo subiera las maletas al maletero, lo miro pasarme un
Narra William.Viernes, 15, abril, 2022.09:23 p.m.Me encontraba tomando unos cocteles con Maddie en la zona trasera del barco, ella estaba mirando las estrellas y la brillante luna mientras tomaba de su coctel sin alcohol.Ambos nos mirábamos y ella no podía parar de reír por algo. Me levanto de la silla perezosa y ella hace lo mismo, miro a mi alrededor viendo que no había nadie a la vista, necesitaba encontrar a Sam, no podía sacar de mi cabeza el por qué tiene una cicatriz en su vientre.—Cariño… — escucho decir, miro a Maddie que me mira. — Creo que deberíamos descansar, ya es algo tarde — se acerca pero me alejo de ella.—Estoy bien, ve y entra — me mira pero no se mueve.—Por favor, cariño… —me insistió. — Debes descansar, ya es algo t