Cuando me di cuenta, ya estaba sujeta a la cama, Eduard había usado su cinturón para atar mis muñecas, dejándome inmovilizada. ¿En serio? ¿Qué planea hacer?.Su torso desnudo se encontraba frente a mí, mis ojos recorrían su esbelta y bien formada figura, fruto de su dedicación al ejercicio. Su piel blanca parecía aterciopelada, su cabello negro despeinado de manera perfecta, y sus ojos azules como el mar reflejaban poder, posesión y dominación. Su mirada cautivadora era capaz de atrapar presas con curvas con facilidad, y sus labios perfectamente delineados resultaban provocativos, con un color similar a la sangre mezclada con el agua. ¡Maldición! Este hombre no es de este mundo; mojo mis bragas por él y no lo puedo negar. Simplemente, me cautiva con su mirada, y un simple toque suyo me domina al punto de considerarme su esclava por la eternidad.—Eduard —pronuncié agitada—, hazlo ya.—Aún no. Necesito sentirte —respondió, despojándome gradualmente de mis bragas hasta que quedé completa
A la mañana siguiente, desperté somnolienta, detesto las casas con ventanas que dejan entrar el sol en las mañanas, cegándome al abrir los ojos.Me acomodé en la cama, deseando todo menos levantarme; anhelaba un día completo de descanso solo para mí, me siento agotada.Espera...—Mierda—murmuré, sentándome en la cama y cubriendo mis pechos desnudos con la cobija. Miré a mi lado y Eduard no estaba. ¿Cuánto tiempo dormí? Recordé que no estaba en mi apartamento, sino en el de mi jefe. Después de todo lo que hicimos anoche, quedé cansada y adolorida.Lo hicimos tres veces, y Eduard siempre fue rudo. Además, cada vez que lo hicimos, me ató las muñecas y se adueñó de mi cuerpo a su antojo. Aparte de eso, no dejaba de decirme al oído que le pertenezco, incluso que no podía fijarme en nadie más que no fuera él. Fue tan posesivo anoche, me hizo gemir varias veces, y si no lo hacía, me obligaba con embestidas bastante salvajes.No sabía que era tan dominante.Me incorporé lentamente, mis piernas
—¡Sandra! —Amanda me gritó, y di un respingo del susto.—Loca demente, no grites así, no estoy sorda —gruñí, volviendo a la realidad.—Te estamos hablando; desde que llegamos, estás rara —dijo Lilian, tomando un sorbo de su bebida. Estamos en la hora del almuerzo después de una jornada de trabajo, me siento cansada y mi cuerpo adolorido no me ayuda para nada.Desde que salí del apartamento, he estado pensativa. Estaba más concentrada en el trabajo porque Eduard no está en la empresa. No sé dónde estará, ni siquiera me dijo si se encuentra de viaje o sigue en la ciudad.Pero lo que me tiene distraída es el asunto de mi padre, o más bien, el mensaje que me envió Alicia. Aunque no sé cómo tuvo ese descaro, sabe perfectamente que no me llevo bien con su familia. Ella y su hermano me arrebataron el cariño de mi padre, o creo que nunca hubo afecto.—Chicas, necesito un consejo —comenté, captando la atención de ambas, las cuales metían un bocado de comida en su boca, y yo ni siquiera había pr
Es hora de la salida del personal, y como no tengo planes para esta noche, pensé en ir a casa de mi abuela para verificar cómo está de salud.Me sentí extraña hoy porque no vi a Eduard. Siento que hay algo diferente en mí, tal vez sea un trastorno o simplemente la necesidad de estar con él. Lo extraño mucho y debería abordar estos sentimientos tan intensos.—¡Vaya! ¡Miren quién está aquí! —escuché decir a Amanda entusiasmada mientras salíamos de la empresa. Afuera, estaba estacionado un auto, ¿era de Carter?.—Creo que viene por ti, Lilian —comenté mirándola de reojo. Lilian tenía las mejillas rojas y parecía sorprendida, tal vez no esperaba verlo, o tal vez sí sabía que vendría por ella.—Carter... —murmuró ella por lo bajo. Él, al notar que lo observábamos, se acercó con una sonrisa transparente y dulce.—Buenas noches, chicas —saludó el galán. A Lilian le plantó un beso en la mejilla, dejándola más roja de lo que ya estaba.—Bueno, bueno, bueno, ¿de qué me perdí? —preguntó Amanda co
Carter se encontraba desesperado; sentía la presión de su cuerpo contra el mío, sus labios entrelazándose de manera apasionada, acortando mi respiración. Tomó mi rostro entre sus manos intensificando el momento, su lengua se adentró en mi boca, y aunque intenté resistir, le correspondí sin poder evitarlo.Mis labios se sienten como si se derritieran en los suyos, cada parte de mí cede ante su calor que recorre mi cuerpo. Probar sus labios resulta mejor de lo que imaginaba.—¿Puedes detenerte? —le digo cuando finalmente se separa y junta su frente con la mía.—Sabes que no puedes resistirlo, también lo deseabas —responde sobre mis labios.—No quiero complicarlo más —expreso mientras acaricio su mejilla sin darme cuenta. Observo cómo cierra los ojos por unos segundos y retiro mi mano.—Es inevitable, Lilian, lo sabes bien.—Pero tienes novia. No quiero ser un juguete para nadie, y menos en medio de tu relación actual —afirmo. Carter suelta un suspiro y se aparta, incorporándose en el sof
SANDRA. Dios, es demasiado temprano, hoy debería ser mi día libre, pero mi teléfono no para de sonar, y no quiero levantarme de la cama. Sin embargo, me sobresalté al recordar que Eduard me llamaría. Mi decepción fue palpable al ver en la pantalla iluminada el nombre de Max. ¡Qué insoportable!.Parece que Eduard no tiene intenciones de llamarme; desde ayer no sé nada de él. Entiendo que tuvo que atender algo importante, pero no me avisó si sería fuera de la ciudad o un asunto familiar. Tal vez no lo hace porque no ve la necesidad, pero de todos modos no tiene derecho a llamarme o enviarme mensajes. No paso de ser su acompañante de cama, y no debería ilusionarme con él. Todo está claro entre nosotros, y sé cuál es mi posición.—«¿Qué demonios quieres? Es muy temprano».—«Vaya, también me da mucho gusto escucharte, linda».—«No hagas que me enoje, Max».—«Bien, princesa, te recuerdo que hoy te robo todo el día para mí. Además, no es temprano; son las diez de la mañana y sigues durmiendo
Llegamos al restaurante y ocupamos una de las primeras mesas. Max pidió el menú en mi nombre; la verdad es que no tengo preferencias culinarias, incluso en el supermercado compro un poco de todo.—¿Te agrada este lugar? —me pregunta con una dulce sonrisa. ¿Por qué no deja de hacer eso?.—Sí, me gusta mucho. Hace tiempo que no visito un restaurante; mi trabajo apenas me deja tiempo, y bueno, no tengo con quién venir —le comento.La realidad es que no podría salir con Eduard a un restaurante. Sería un escándalo en los medios que el dueño de la empresa Walton esté saliendo con su asistente personal. Además, él no tiene nada serio conmigo; solo estoy saldando una deuda. Sin embargo, si no fuera por eso, también estaríamos en una relación sin compromiso un tanto íntima, ya que antes de este acuerdo, ya nos habíamos involucrado.—Pero ahora me tienes a mí; puedo ser tu compañía —manifiesta Max con un toque de coqueteo.—Bueno, si tú lo dices —me encojo de hombros, restándole importancia.Des
—Oh, vamos, ya me siento mal —me quejé al dejar caer mi espalda en el sofá, concluí la nueva copa de vino que Max me había dado, además de la botella que ya habíamos agotado.—Esta vez fuiste tú quien quiso beber más; yo no te incité —se lavó las manos Max, y sí, era cierto, esta vez fui yo quien quiso beber. Tal vez me afectó un poco hablar de Eduard.—Bien, lo admito, pero déjame decirte que este día fue increíble —manifesté con los ojos cerrados. Creo que ya estoy ebria.—¿Lo fue?.—Por supuesto, me divertí mucho. Lo necesitaba. Gracias —señalé con un tono de voz más bajo, como si estuviera quedándome dormida.—Hey —escuché decir a Max—. No respondo por lo que pase ahora si sigues así. Dije que no me iba a controlar por mucho tiempo.—Haz lo que quieras —solté un balbuceo, restándole importancia.¿Qué demonios fue lo que dije?.Debí pensarlo antes. Estaba sentada en el sofá con Max, pero en un momento sentí algo pesado sobre mí. Arrugué la nariz cuando mi cuerpo se deslizaba hasta c