—¡Sandra! —Amanda me gritó, y di un respingo del susto.—Loca demente, no grites así, no estoy sorda —gruñí, volviendo a la realidad.—Te estamos hablando; desde que llegamos, estás rara —dijo Lilian, tomando un sorbo de su bebida. Estamos en la hora del almuerzo después de una jornada de trabajo, me siento cansada y mi cuerpo adolorido no me ayuda para nada.Desde que salí del apartamento, he estado pensativa. Estaba más concentrada en el trabajo porque Eduard no está en la empresa. No sé dónde estará, ni siquiera me dijo si se encuentra de viaje o sigue en la ciudad.Pero lo que me tiene distraída es el asunto de mi padre, o más bien, el mensaje que me envió Alicia. Aunque no sé cómo tuvo ese descaro, sabe perfectamente que no me llevo bien con su familia. Ella y su hermano me arrebataron el cariño de mi padre, o creo que nunca hubo afecto.—Chicas, necesito un consejo —comenté, captando la atención de ambas, las cuales metían un bocado de comida en su boca, y yo ni siquiera había pr
Es hora de la salida del personal, y como no tengo planes para esta noche, pensé en ir a casa de mi abuela para verificar cómo está de salud.Me sentí extraña hoy porque no vi a Eduard. Siento que hay algo diferente en mí, tal vez sea un trastorno o simplemente la necesidad de estar con él. Lo extraño mucho y debería abordar estos sentimientos tan intensos.—¡Vaya! ¡Miren quién está aquí! —escuché decir a Amanda entusiasmada mientras salíamos de la empresa. Afuera, estaba estacionado un auto, ¿era de Carter?.—Creo que viene por ti, Lilian —comenté mirándola de reojo. Lilian tenía las mejillas rojas y parecía sorprendida, tal vez no esperaba verlo, o tal vez sí sabía que vendría por ella.—Carter... —murmuró ella por lo bajo. Él, al notar que lo observábamos, se acercó con una sonrisa transparente y dulce.—Buenas noches, chicas —saludó el galán. A Lilian le plantó un beso en la mejilla, dejándola más roja de lo que ya estaba.—Bueno, bueno, bueno, ¿de qué me perdí? —preguntó Amanda co
Carter se encontraba desesperado; sentía la presión de su cuerpo contra el mío, sus labios entrelazándose de manera apasionada, acortando mi respiración. Tomó mi rostro entre sus manos intensificando el momento, su lengua se adentró en mi boca, y aunque intenté resistir, le correspondí sin poder evitarlo.Mis labios se sienten como si se derritieran en los suyos, cada parte de mí cede ante su calor que recorre mi cuerpo. Probar sus labios resulta mejor de lo que imaginaba.—¿Puedes detenerte? —le digo cuando finalmente se separa y junta su frente con la mía.—Sabes que no puedes resistirlo, también lo deseabas —responde sobre mis labios.—No quiero complicarlo más —expreso mientras acaricio su mejilla sin darme cuenta. Observo cómo cierra los ojos por unos segundos y retiro mi mano.—Es inevitable, Lilian, lo sabes bien.—Pero tienes novia. No quiero ser un juguete para nadie, y menos en medio de tu relación actual —afirmo. Carter suelta un suspiro y se aparta, incorporándose en el sof
SANDRA. Dios, es demasiado temprano, hoy debería ser mi día libre, pero mi teléfono no para de sonar, y no quiero levantarme de la cama. Sin embargo, me sobresalté al recordar que Eduard me llamaría. Mi decepción fue palpable al ver en la pantalla iluminada el nombre de Max. ¡Qué insoportable!.Parece que Eduard no tiene intenciones de llamarme; desde ayer no sé nada de él. Entiendo que tuvo que atender algo importante, pero no me avisó si sería fuera de la ciudad o un asunto familiar. Tal vez no lo hace porque no ve la necesidad, pero de todos modos no tiene derecho a llamarme o enviarme mensajes. No paso de ser su acompañante de cama, y no debería ilusionarme con él. Todo está claro entre nosotros, y sé cuál es mi posición.—«¿Qué demonios quieres? Es muy temprano».—«Vaya, también me da mucho gusto escucharte, linda».—«No hagas que me enoje, Max».—«Bien, princesa, te recuerdo que hoy te robo todo el día para mí. Además, no es temprano; son las diez de la mañana y sigues durmiendo
Llegamos al restaurante y ocupamos una de las primeras mesas. Max pidió el menú en mi nombre; la verdad es que no tengo preferencias culinarias, incluso en el supermercado compro un poco de todo.—¿Te agrada este lugar? —me pregunta con una dulce sonrisa. ¿Por qué no deja de hacer eso?.—Sí, me gusta mucho. Hace tiempo que no visito un restaurante; mi trabajo apenas me deja tiempo, y bueno, no tengo con quién venir —le comento.La realidad es que no podría salir con Eduard a un restaurante. Sería un escándalo en los medios que el dueño de la empresa Walton esté saliendo con su asistente personal. Además, él no tiene nada serio conmigo; solo estoy saldando una deuda. Sin embargo, si no fuera por eso, también estaríamos en una relación sin compromiso un tanto íntima, ya que antes de este acuerdo, ya nos habíamos involucrado.—Pero ahora me tienes a mí; puedo ser tu compañía —manifiesta Max con un toque de coqueteo.—Bueno, si tú lo dices —me encojo de hombros, restándole importancia.Des
—Oh, vamos, ya me siento mal —me quejé al dejar caer mi espalda en el sofá, concluí la nueva copa de vino que Max me había dado, además de la botella que ya habíamos agotado.—Esta vez fuiste tú quien quiso beber más; yo no te incité —se lavó las manos Max, y sí, era cierto, esta vez fui yo quien quiso beber. Tal vez me afectó un poco hablar de Eduard.—Bien, lo admito, pero déjame decirte que este día fue increíble —manifesté con los ojos cerrados. Creo que ya estoy ebria.—¿Lo fue?.—Por supuesto, me divertí mucho. Lo necesitaba. Gracias —señalé con un tono de voz más bajo, como si estuviera quedándome dormida.—Hey —escuché decir a Max—. No respondo por lo que pase ahora si sigues así. Dije que no me iba a controlar por mucho tiempo.—Haz lo que quieras —solté un balbuceo, restándole importancia.¿Qué demonios fue lo que dije?.Debí pensarlo antes. Estaba sentada en el sofá con Max, pero en un momento sentí algo pesado sobre mí. Arrugué la nariz cuando mi cuerpo se deslizaba hasta c
¿Cómo es esto posible? Eduard no me llamó para avisarme que ya había llegado, y además, ¿cómo sabe dónde vivo? Nunca se lo he dicho, y lo más importante, ¿cómo logró entrar y hace cuánto está aquí esperándome?.¡Oh no, maldición! Acabo de recordar algo importante: Eduard está en mi apartamento, y en mi habitación tengo varias fotografías de él, también tengo revistas y fotos recortadas. ¿Las habrá visto? ¡Qué vergüenza! ¿Qué le diré cuando me pregunte? No tengo ninguna explicación en este momento; de hecho, ni siquiera puedo hablar. Estoy helada, en shock, siento que mis piernas están peor que una gelatina.¿Me habrá visto con Max? Ahora entiendo por qué la recepcionista me estaba mirando extraño y me sonrió algo nerviosa. Seguro le dio la llave de mi apartamento, y así Eduard pudo entrar.Ah, y ahora que recuerdo, la batería de mi teléfono murió. Tal vez por eso Eduard vino a buscarme, ya que no respondía a sus llamadas. Pero ¿cómo logró saber la dirección donde vivo? ¡Maldita sea, no
—¿Qué pretendes hacerme? —inquiero con temor. Él sostiene que merezco un castigo, pero ¿realmente he cometido algún error?—¿Tú qué piensas? Debo eliminar hasta la más mínima huella en ti. Dudo que te queden ganas de permitir que alguien más te toque —confiesa, y vislumbro la dirección que toma esto. Trago saliva y me aparto, colocando las palmas de mis manos sobre su pecho, manteniendo una distancia prudente. La última vez fue bastante intenso, ¿cómo será ahora?—Vete, necesito descansar —le digo al pasar a su lado, pero aprieta mi brazo con firmeza y me atrapa contra su cuerpo.—No me iré a ninguna parte. Sabes que no puedes negarme nada, Sandra. ¿O acaso ese tipo te dejó agotada? —concluye, frunciendo el ceño. Todavía piensa que tengo algo que ver con Max, y siempre me recuerda el trato de pasar tres meses en su cama.—Te dije que no me acosté con él —insisto, Eduard persiste en sus dudas—. Si aún no estás convencido, averígualo tú mismo —lo desafío, envolviendo mis manos alrededor