Después de salir de su apartamento, opté por tomar un taxi que rápidamente me llevó a mi edificio. Al entrar, respiré aliviada, aunque ahora me sentiré incómoda cada vez que lo vea a la cara. Además, me molesta la manera arrogante en que se expresa.
Una vez en la ducha, me di un baño y salí envuelta en una toalla. Necesitaba encontrar un nuevo conjunto en mi armario, aunque no veo nada malo en mi estilo, debo seguir las órdenes de mi jefe.Entre las opciones disponibles, elegí una falda de tubo que llega justo encima de mis rodillas, ni demasiado larga ni reveladora. Combiné esto con una elegante camisa blanca que ajusté por dentro. Luego, me puse unos tacones de aguja altos y sequé mi cabello negro y liso. Mis ojos, de color miel, según mi madre, son únicos; la extraño mucho.Terminé de arreglarme y al revisar la hora, noté que estaba llegando un poco tarde, culpa del señor Walton. Sin preocuparme por preparar desayuno, tomé mi bolso y llaves, salí de mi apartamento y abordé un taxi para llegar a la empresa rápidamente. Aunque el dinero gastado en taxis podría haber sido suficiente para comprar un auto, es un gasto diario adicional. Para ahorrar, prefiero caminar por las noches.Al llegar a la empresa, las miradas de mis compañeros se posaron en mí, probablemente debido a mi nuevo look. Sin embargo, noté que mis compañeras también habían cambiado su vestimenta, posiblemente influenciadas por lo que les dije. Era de esperarse, nadie quiere estar en la mira del señor Walton.—¡Sandra, te ves genial! —me dijo una de mis amigas, con quien trabajo.—¿Tú crees? Fue lo mejor que encontré en mi clóset —comenté.—No lo dudes, te ves hermosa. Me encantan tus curvas, creo que me enamoré —dijo divertida.—Deja de decir tonterías. También cambiaste tu atuendo. Fue buena idea, así no harán ningún comentario sobre ti —susurré.—¿Verdad que me veo bien? Mi hermana me ayudó a escogerlo —señaló.—Te ves divina. Por cierto, ¿ya llegó el jefe? Estoy un poco retrasada —pregunté, aunque estuve con él esta mañana; me encanta la puntualidad.—Llegó hace rato. Está en la sala de juntas con los directores. Deberías estar allí. Date prisa —me informó. Había olvidado esa reunión, además, tengo papeleo pendiente.—Hubieras empezado por ahí. Lo olvidé por completo —dije, dirigiéndome a mi puesto de trabajo para buscar unos papeles.—¡Suerte! —escuché a lo lejos. Eso es lo que necesito en este día.Tomando unos cuantos papeles, entré a la sala de juntas dando un respiro. Cuando estuve adentro, todo quedó en silencio, lo cual resultó incómodo. Las miradas de los directores se posaron en mí, al igual que la de mi jefe.—Lamento la tardanza —me disculpé dando pasos al frente.—Vaya, señorita Sandra, se ve usted muy hermosa el día de hoy. Pase, por favor —comentó el director de ventas. Le regalé una sonrisa por su halagador comentario.—Gracias, señor —dije al pasar y me senté al lado del señor Walton, quien como siempre mantenía su rostro sin expresión. Me sentí tan incómoda con él por lo que había pasado en la mañana que ni siquiera pude mirarlo.La junta se prolongó durante una hora. Se discutió mucho sobre el nuevo puesto presidencial del señor Walton, además de proyectos que el viejo Tyler no logró cerrar. Más carga para mis hombros. Ya me urgía salir de la sala de juntas; no miraba a mi jefe, pero podía sentir su mirada sobre mí.Finalmente, la reunión concluyó. Momentos después, las chicas me invitaron a almorzar. No me di cuenta de cuándo pasó el tiempo tan rápido, pero acepté de inmediato, ya que no tenía que pagarlo; eso me ahorraría dinero para la cena.—Sandra, ¿cómo te llevas con el jefe? ¿No es tan estricto contigo? Tiene una cara de trueno que da miedo —preguntó Amanda, una de mis otras compañeras.—Pues supongo que bien. Saben que ayer empecé con él. Es estricto, pero puedo acostumbrarme —respondí sin rodeos, aunque si supieran que me besé con él esta mañana...—Es muy guapo nuestro nuevo jefe. Sin embargo, ríe muy poco y siempre está serio. Qué lástima —comentó Lilian, mi mejor amiga.—¿No saben si tiene pareja? —preguntó Amanda.—Hasta donde yo sé, creo que no tiene. Bueno, no se sabe con exactitud. El señor Walton no le gusta hablar sobre su vida privada, y mucho menos a los medios. Es reservado en esa parte, así que nadie sabe —respondió Lilian. Sentí alivio; puede que no tenga pareja. Si hubiera sido así, la hubiese presentado en la empresa. Aunque yo no sea el tipo de mujer para él, me alegra que no tenga a otra en su vida. En verdad, me gusta ese hombre, aunque sea arrogante.—¿Sandra? ¿En qué piensas? —La voz de Lilian me sacó de mis vagos pensamientos.—Oh, nada chicas. ¿Qué decían?.—Hablamos sobre nuestro guapo jefe. ¿No te parece un hombre bastante sexy? —me preguntó Amanda con una sonrisa pícara.—Qué preguntas haces, Amanda. Es guapo, no lo niego, pero no creo que se fije en cualquier mujer. Es una persona muy fría y reservada. Además, debe tener estándares muy altos.—Es cierto. Mejor me fijo en otros horizontes menos complicados. ¿Qué tal si vamos esta noche al bar? Unos amigos me invitaron —propuso Amanda, pero no tengo dinero para gastar en alcohol.—Yo paso. Tengo que ahorrar para las medicinas de mi abuela. Vayan ustedes —me negué, aunque tenía ganas de ir a divertirme.—Por eso no te preocupes, las bebidas las pagarán ellos. Todo es gratis, por algo las estoy invitando.—Pues acepto —asintió Lilian.—Si es así, no le veo problema —acepté también. Ahora tenía que ver si el señor Walton me dejará salir temprano.Después de almorzar, regresamos a nuestros puestos de trabajo. Tenía muchas cosas por hacer, pero cuando me senté en mi asiento, Vicky, la secretaria del director de ventas, tocó mi hombro. La miré y la noté nerviosa.—¿Qué pasa? —pregunté, frunciendo el ceño levemente.—El jefe te mandó a llamar —respondió—. Dijo que pasaras a su oficina en cuanto llegaras.Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. En verdad, no quería estar a solas con él. En parte, me arrepiento de haber obtenido ese puesto de asistente personal; a veces puede ser intimidante.—Voy enseguida —asentí. Ella me regaló una sonrisa de lado y se fue. ¿Qué quiere mi jefe ahora?.Me levanté de mi asiento y ajusté mi falda; mis piernas temblaban y un mal presentimiento me invadía. Ojalá fuera solo algo relacionado con el trabajo. Desde ayer, nuestra relación se volvió más íntima, pero opté por actuar como si nada hubiera sucedido, tal como él me pidió.—¿Me llamó, señor Walton? —pregunté al entrar a su despacho.—Así es, cierra la puerta —ordenó al levantarse de su asiento, obedecí y cerré la puerta tras de mí.—Te ves muy bien con tu nuevo atuendo —dijo acercándose a mí. ¿En serio me llamó solo para eso?.—Oh, muchas gracias, señor —respondí manteniendo la compostura y ocultando mis nervios.—¿Por qué te fuiste sin avisar esta mañana? —siseó frunciendo el ceño.—Usted estaba hablando por teléfono y no quería interrumpir, ¿hice mal? —Ante mi respuesta, suspiró pesadamente, sin entender bien su reacción.—Hiciste bien. Esta noche quiero que vengas a mi apartamento —mis ojos se abrieron ante la inesperada petición. ¿Estaba loco?.—¿Perdón? ¿Qué se supone que debo
Las chicas y yo nos dirigimos al baño para retocarnos un poco con maquillaje. Personalmente, no apliqué mucho en mi rostro; me gusta mantenerme natural.Luego, salimos de la empresa y tomamos un taxi que en pocos minutos nos llevó a un bar. Parecía un lugar frecuentado por personas adineradas. No sé en qué estará metida Amanda que se relaciona con este tipo de gente.Al ingresar, unos hombres nos hicieron señas, especialmente a Amanda, a quien ya conocían. El ambiente era agradable, con buena música y personas bailando, además de disfrutar de sus bebidas.Nos acercamos a la mesa de esos hombres. Amanda los saludó con confianza, mientras Lilian y yo simplemente nos presentamos sin tener contacto físico.Ellos nos ofrecieron bebidas, de las más caras. Al parecer, son ricos, y juzgo esto por su elegante apariencia.Uno de los hombres no apartaba la mirada de mí, lo cual me hacía sentir incómoda. Es guapo, pero no es mi tipo de hombre. No hay quien reemplace a mi guapo y sexy jefe.—Dime,
Max me ayudó a mantenerme en pie mientras luchaba por caminar. Nunca volveré a cometer el error de mezclar diferentes tipos de licor; esta sensación es insoportable en mi estómago y cabeza. Mañana, probablemente enfrentaré una resaca, espero poder convencer a mi cuerpo de levantarse y librarme de las cobijas.Llegué a la puerta del baño con Max esperando afuera. Al entrar, noté que estaba vacío. Intenté vomitar en uno de los cubículos, pero la sensación fue horriblemente desagradable.Al levantarme, respiré profundamente y parpadeé varias veces. Salí del cubículo y fui hacia el lavabo. Abrí el grifo, enjuagué mi boca con un poco de agua y luego me dirigí al dispensador para tomar un trozo de papel de baño. Después de secar mi boca y manos, arrojé el papel al bote de basura. Me apoyé en la encimera, observándome en el espejo. Mi aspecto reflejaba el malestar de la ebriedad; nunca antes había experimentado algo así. Es en este momento que lamento profundamente haber bebido tanto y mezcla
Lilian y yo salimos del bar sin preocuparnos por dejar a Amanda con ellos. Según lo que nos ha contado, son muy cercanos, pero estoy convencida de que ese tal Luke es su pareja, y eso no me lo puedo sacar de la cabeza. Además, estoy segura de que la va a cuidar; aunque no lo conozco, parece ser una buena persona.—Oye, Lilian —la llamé cuando nos detuvimos en la orilla de la vereda, esperando un taxi—, ¿cómo se llama el chico que se ofreció para llevarte?—Oh, él, se llama Carter —respondió mirando a los lados—. ¿Por qué lo preguntas?—Simple curiosidad. Solo sabía los nombres de los otros dos, menos el de él. Son agradables, menos Max —bufé fastidiada mientras trataba de mantenerme en pie.—¿No te agradó Max? —cuestionó con una ceja arqueada—. Te veías muy a gusto con él; pensé que se llevaban bien.—Las apariencias engañan —comenté—. No es lo que parece. Ya viste cómo me quería comer con la mirada. Aunque es amable y tiene buena vibra, es muy aprovechado.—Pues Carter fue muy caballe
Cuando los vi irse, giré para ver en dirección al auto de mi jefe, o no sé si sea de otra persona y yo me esté confundiendo, pero el auto seguía en el mismo lugar.No le di más importancia y me volví para marcharme. Sin embargo, el agarre de alguien en mi brazo me hizo detenerme al instante.—¿Qué crees que estás haciendo? —cuestioné, frunciendo el ceño al ver a Max detrás de mí con una sonrisa lobuna.—Pensé que te habías ido —comentó y me soltó del brazo—. Al parecer, ya te sientes mejor.—Eres un sinvergüenza —escupí, cruzando los brazos en mi pecho—. Me hablas después de lo que me hiciste. Bebí todo ese licor por tu culpa.—Pero no te obligué —se encogió de hombros, restándole importancia.—Pero sí me besaste a la fuerza —le recordé, aunque sé que lo tiene presente, el muy idiota, lo digo por la manera en que me mira y esa m*****a sonrisa en su cara que no se le borra.—Oh, eso... —pausó pensativo—. ¿Quieres repetirlo? —sonrió pícaro. Este hombre me está sacando de mis casillas, y
Sentí un ardor que se extendió por todo mi cuerpo; mis piernas temblaban al solo percibir su mirada en mi espalda. Cerré los ojos brevemente, inhalé profundamente y me pregunté por qué me sentía nerviosa. Estoy soltera, no tiene derecho a reclamarme nada, ¿verdad? Estoy fuera de la oficina.—Señor Eduardo... —gesticulé al girarme para enfrentarlo; su rostro mostraba frialdad y su mirada era neutral—. ¿Qué hace aquí?.—¿Cómo me llamaste? —tomó mi mentón con fuerza, lo miré directamente a los ojos, notando su molestia. Ahí recordé que fuera de la oficina debería llamarlo Eduardo o Eduard; qué complicado.—Perdón, Eduard —me disculpé, pero no soltaba mi mentón. La incomodidad aumentaba al estar afuera, rodeados de personas, algunas ebrias; alguien podría malinterpretar la situación.—¿Este es el compromiso que tenías como excusa para no ir a mi apartamento? —interrogó. Retiré su mano de mi rostro de inmediato y retrocedí dos pasos.—Sí, tenía planes con mis amigas. No creo que eso te impo
Mis labios se encontraron con los de Eduardo, incapaz de resistir más. Tomé la iniciativa, y él correspondió de inmediato, provocándome de manera irresistible. Tomó mi rostro entre sus manos, intensificando el beso. Su lengua se adentró en mi boca, entablando una danza juguetona con las mías. Tomaba mi labio superior y el inferior, los devoraba de una manera tan apasionante y intensa como siempre, sin dar tregua. Intenté separarme para tomar aire, pero Eduardo persistía, aferrándose a mis labios como un animal hambriento.—Creo que deberíamos continuar —mencioné finalmente, alejándome de sus labios.—Bien —asintió, volviendo al volante. Incapaz de encontrar palabras para describir la situación, recosté mi cabeza en la ventanilla. Aunque evité mirarlo, sentí su mirada en mí varias veces hasta llegar a su apartamento, donde ya me había llevado antes.Se bajó del auto y me abrió la puerta, demostrando su caballerosidad. Tomó mi cadera para ayudarme a mantener el equilibrio, ya que mi male
Eduard se aproximó a mí y levanté la mirada para encontrarme con sus ojos azules que parecían devorarme. Tomó mi barbilla, sin apartar la mirada ni un segundo. Consciente de lo que estaba a punto de suceder, deseaba que ocurriera sin importarme nada más. Simplemente quería que fuera dueño de mí y me poseyera a su antojo.—¿Estás consciente de lo que sucederá a continuación, verdad? —inquirió, sin soltar mi barbilla.—No estaba en mis planes —comenté, cuestionándome mi propia respuesta.—¿Y ahora? ¿No lo estás? —alzó una ceja, como si ya supiera que lo deseo, y no podría estar más en lo cierto.—Si sigo aquí contigo, es porque estoy de acuerdo, aunque no sé en qué momento llegamos a esto —hablé como si estuviera hechizada, mirando sus ojos azules.—Te deseo ahora —me susurró al oído inclinándose hacia mí. Cerré los ojos por unos segundos al escuchar su voz ronca y encantadora, que llegó hasta mis huesos haciéndome estremecer por completo. No sabe la satisfacción que me dio escuchar esa