Mía ya estaba en sus siete meses de embarazo y sentía como su vientre crecía de un día para otro haciéndole tener calambres en las piernas de formas imprevistas, su barriga la sentía muy pesada y es que había crecido más de lo esperado, con Chris había sido pequeña, pero al parecer con su princesa muchas cosas serían diferentes. —Hola sobrina, pensé que ya hoy no vendrías a trabajar. Comenta Nicolás viendo la hora, es casi medio día. —Sé lo que me has dicho, pero es que no me hallo estando en la casa sin hacer nada. Chris esta parte del día en la escuela y al salir de allí se va a practicar fútbol o toma clases de arte. Sofi se lo pasa todo el día encerrada en el cuarto de la niña y no me deja entrar, así que ¿para qué quedarme en la casa a ver el techo? —Ni siquiera puedes caminar ya, ¿estás segura que es un solo bebé? Baja la mirada a su enorme barriga, temiendo que en cualquier momento explote. —No me digas esas cosas que me angustian, mira que a estas alturas de la vida menta
Los 8 meses habían llegado y Mía seguía tan activa como siempre, o al menos eso intentaba, pese a las recomendaciones médicas. Gerard no había dejado de enviarle flores, escribirle durante el día y teniendo cada detalle que se ocurrían. Por primera vez en mucho tiempo, se esforzaba por enamorar a una mujer. —Disculpe señora, han venido a verla la señora Walker y su hijo, están afuera. Anuncia Dora asomándose en la puerta. —Hazlo pasar. A Mía le resulta bastante extraño, no esperaba verlos hoy en su oficina y menos a los dos al mismo tiempo, por lo que de seguro algo se traían entre manos, no había otra explicación. —Hola querida, disculpa que vengamos así hasta tu oficina, pero me informaron que aún sigues viniendo acá a pesar de lo que el doctor habló contigo la semana pasada. Entra Melisa a la oficina como un torbellino, tal como es a donde llega, seguida de Gerard que la ve desde la puerta con sus manos en los bolsillos del pantalón provocando que las hormonas de Mía la dejen
Enseguida, el personal de seguridad se hace presente en el lugar, Yaret carga a Mía hacia su carro, ya que en donde pensaba Mía irse a quedado accidentado por el choque. —Hay que esperar una ambulancia —comenta Sofía al ver que Yaret la mete a su carro deportivo. —¿Estás segura que quieres esperar a una ambulancia para llevarla? está sangrando y mira cómo se queja del dolor. Si esperamos, puede que sea demasiado tarde. Yaret, ve un taxi pasar y lo detiene. —Vayan ustedes en el taxi, yo trataré de ir lo más rápido posible para que ella llegue a tiempo, debemos evitar que algo le suceda. Les dice mientras sube a su carro y lo enciende para partir saliendo a toda velocidad del centro comercial. Por suerte el hospital no queda muy retirado de donde están, por lo que en unos diez minutos llegan. —Ayuda, necesito una camilla. Grita Yaret, viendo al de seguridad hablando por radio y acercándose a él rápidamente. Con mucho cuidado, saca a Mía del carro notando la cantidad de sangre que
Gerard no puede creer lo que ha dicho el doctor, Mía está en estado crítico y la rabia se apodera de él poco a poco, haciendo que esa vena asesina surja de forma peligrosa y su madre se da cuenta de ello.—Hijo por favor contrólate, lo importante es que tu hija está bien y estoy segura de que Mía saldrá de esto, es una mujer fuerte, ha pasado por mucho y lo ha superado, esto también lo superara —le asegura abrazándolo.Gerard aleja a su madre con cuidado, se pone de pie limpiando las lágrimas que ha derramado.—Quédense ustedes aquí y cuiden de ambas, no me voy a quedar cruzado de brazos sabiendo que el culpable de esto está allá afuera, de seguro planeando su siguiente jugada, para acabar con ella y no se lo voy a permitir.Melisa ve salir a su hijo angustiada sabiendo de lo que es capaz cuando lo hacen enojar, por lo que saca su teléfono y llama a su marido para ponerlo en alerta, es el único que puede controlar a Gerard cuando se pone en ese estado.—Nuestro hijo ha salido de la cl
Gerald deja su pequeña en la incubadora dormida y se prepara para ir a ver a Mía, sintiendo que cada paso queda hacia terapia intensiva su corazón se oprime cada vez más. —Hasta el momento, la visita que la paciente ha recibido ha sido a través de un vidrio en la habitación lateral, pero esta vez el doctor va hacer una excepción y le va a permitir entrar a la misma habitación donde está ella. Háblele, tócala, toda estimulación que le pueda dar la ayudará a salir de donde está. Le aconseja la enfermera antes de abrir la puerta para él, le indica dónde debe sentarse alejando de él cualquier cable que él pueda desconectar, luego sale dejándolos solos. —Mía, me has dado una hija hermosa, perfecta. Trata de contener las lágrimas, sabiendo que no es momento para lamentarse. —Perdóname por todo el daño que te hice, por darte la espalda cuando más me necesitabas, pero sobre todo, por no estar para ti en estos últimos meses en donde más protección necesitaban. No sé si algún día tú podrás
Los gritos de las enfermeras no se hacen esperar, personas corriendo y las voces de los escoltas evitando que el recién llegado siga acercándose.—Sí todo está bien, ¿qué significa todo ese escándalo allá afuera? Gerard, ¿qué es lo que sucede? —chilla exigiendo que le responda.Se empiezan a escuchar disparos y alguien gritando el nombre de Mía exigiéndole que salga.Mía traga grueso al reconocer aquella voz, no lo puede creer, se pregunta si se estará volviendo loca o los efectos de los medicamentos la están haciendo escuchar cosas que no son.—¿Ese es Dylan? —su voz sale temblorosa—, Pero se supone que está muerto ¿cómo rayos está aquí?Pregunta Mía histérica y aterrada, al darse cuenta que no es producto de su imaginación, realmente lo está escuchando y solo la puerta la separa de ese hombre.—No te preocupes, él no va a poder entrar a esta habitación, hay dos guardaespaldas cuidando la puerta, no importa lo que suceda allá afuera, él no va a entrar aquí.Le dice con completa segur
Sofi y Melisa llegan a primera hora al hospital al enterarse temprano en la mañana lo que había sucedido. Al entrar a la habitación se encuentran con Mía aún dormida y Gerard cargando a la princesa mientras le da el biberón, por lo que tratan de no hacer ruido para no despertar a Mía.—Nos hemos enterado de lo ocurrido qué susto debieron haber pasado —comenta Melisa en voz baja viendo a su nieta comer.—Sí, pero gracias a Yaret y papá que actuaron rápido, las cosas no pasaron a mayores, solo fue un susto.Tranquiliza a su madre sin querer entrar en detalles para no angustiarla más de lo que está.—Se lo dije, ese hombre no podía morir tan fácil, la mala hierba nunca muere y no me hicieron caso.Le recuerda Sofi, muchas veces se lo dijo a ambos pero no la escucharon.—Es que todo lo hicieron también, en el momento en que menos imaginamos aparece, pero esto no va a volver a ocurrir —levanta la mirada hacia ambas mujeres con determinación.—¿Qué piensan hacer hijo? ¿es seguro que mía con
Mía quería replicar pero unos toques en la puerta la obligan a dejar el tema para después.—Buenas tardes, disculpen la demora, estaba revisando tus últimos estudios —entra el doctor con una carpeta en mano—, todo ha salido bien, aun asi deben tener mucho cuidado, nada de estrés para ti, cualquier cosa que te pueda alterar puede poner en riesgo tu salud.—No se preocupe, prometo que estará tranquila —asegura Gerard viéndola de soslayo.—Firmen este documento y podrán irse.Les pasa el papel donde indica que ella saldrá del hospital por voluntad propia pese a los riesgos.—Nos vemos la próxima semana para retirar los puntos —se despide y sale de la habitación. —Voy a llamar a Yaret para avisarle que ya estamos listos.Gerard hace la llamada, mientras Mía toma a su bebe en brazos y le indica a la enfermera que se encargue de la pañalera, lo demás lo llevara Gerard.—Vamos, los escoltas nos acompañaran, saldremos por la puerta de atrás.Gerard agarra la pequeña maleta y abre la puerta