Mía ha llegado a la oficina mucho antes que el resto de empleados. Se encuentra muy nerviosa, será la primera presentación desde que está al mando de la empresa. Al fin podrán presentar la idea con la que ha estafo trabajando e incluso mostrarán los primeros prototipos, que espera, sea el plus que les abrirá grandes puertas. —Señora, no le esperaba tan temprano. Su asistente se sorprende al verla en la oficina. —Hola Dora, Buenos días. No he podido dormir bien, todo esto me tiene nerviosa. Le cuenta sirviéndose un poco de café. —Desde que llegó, ha trabajado muy duro. Usted tranquila, todo va a salir muy bien. Mía se va con Dora a la sala de conferencia para ayudarla a preparar todo e incluso verificar que los prototipos estén funcionando como debe y que nada falle durante la presentación. Estando ya a punto de hacer pasar a los invitados para la presentación del proyecto, recibe una llamada de Melisa. —Hola Melisa buenos días, estoy a punto de iniciar una reunión importante ¿
Félix sale del edificio y escucha sonar su teléfono, es su hijo, lo atiende inmediatamente esperando tener un poco más de suerte esta vez. —¿En dónde te encuentras? —pregunta al contestar. —En el restaurante al frente de la empresa de Mía, me enteré de que la fuiste a visitar, así que decidí esperar aquí para saber qué está sucediendo. —Voy para allá. Félix cruza la calle y entra al restaurante en donde su hijo le ha indicado, encontrándolo enseguida ya que hay pocos clientes en el lugar. —Te llamé temprano, pero no atendías. Le dice sentándose frente a él. —Estaba en una reunión con Mía junto a otros empresarios y clientes de ella ¿y tú? Se cruza de brazos viendo a su padre con sospecha. —Ayer tu madre salió de compras y al llegar a casa lo hizo en un taxi. Hace una pequeña pausa para pedir algo para tomar. —¿Qué pasó con el chofer? Su madre no es amante de los taxis, dice que están llenos de gérmenes y son mal olientes, por lo que toda su vida los ha evitado. —Se lo pasó
Para Mía no fue suficiente esa sola cachetada, quería seguir golpeándolo hasta descargar toda la rabia y la impotencia que sentía por dentro, pero sabía que para obtener la venganza que quería, debía ser paciente.—Te largas de mi oficina —señala la puerta— mientras sigas de idiota, no te atrevas a venir aquí. No te quiero cerca de mí. A partir de ahora, que Peter sea nuestro intermediario.Gerard la ve con sus ojos inyectados en sangre. Nunca, ninguna mujer se había atrevido a levantarle la mano.—Eso lo veremos, colega.Sale de la oficina aún con la mejilla ardiendo. Siente la mirada de la mujer sentada frente a la oficina de Mía y al verse en el espejo del ascensor, ve su mejilla roja.Nicolás sigue en la puerta de la oficina, perplejo por lo que acaba de presenciar, ve salir a Gerard sin decir una palabra, mientras que a Mía la vez sentarse en la silla sofocada, si pudiera echaría humo por la nariz y orejas.—Nunca te había visto tan enojada como ahora, ¿quieres hablarlo?Se sient
Mía sale de casa con sus mejores expectativas para el día, tenía rato que no salía con su pequeño a un lugar que no fuera un parque, por lo que le hacía ilusión. Además de eso, el pensar que dentro de poco no solo iría con su niño sino también como una hermosa princesa en sus brazos. En cuanto llegan al parque, Chris baja del carro sin esperar y Sofi corre tras él ya que Mía ya no puede andar en esos trotes. Por lo que Mía se encarga de agarra el bolso y sale del carro tras ellos, caminando a su ritmo, sin apuros. —¿Mía? ¡Qué sorpresa! —la ve sorprendido, sin poder despegar la mirada de su cuerpo. —Hola Yaret, ¿Cómo estás? —lo saluda intentando ignorar su reacción. Desde que empezó a usar la ropa de maternidad, esa ha sido la reacción de todos a su alrededor. —Ahora entiendo a qué se refieren los rumores —ve su pequeño vientre abultado. —Lo siento, Gerard lo ha llevado al extremo ¿Vienes solo? Aprovecha de disculparse, sintiéndose apenada todavía por culpa de Gerard. —Mi sobri
Los días siguientes Félix sigue presionando a su hijo para que haga algo, mientras que Mía se las ingenia para esquivar toda oportunidad que Gerard pueda tener para acercarse a ella.En la empresa, Mía hace todo lo que está a su alcance por mantener el ritmo de trabajo y evitar a toda costa que los socios vean que ha disminuido su desempeño por su embarazo.—Sobrina, sigues aquí, ¿porque no te has ido a casa a descansar? ahora qué esperas un bebé debes cuidar mejor tu salud.Nicolás entra a la oficina viéndola preocupado.—Se me ha pasado la hora sin darme cuenta, estoy tratando de dejar todo listo porque mañana tengo consulta —responde al ver lo tarde que es—, siento que estos meses se me están yendo muy rápidos y me tomaré dos meses cuando dé a luz.—Algo me dice que no te tomarás en serio eso dos meses —niega, teniendo una ligera idea de cómo será—. Vamos, te acompaño hasta el estacionamiento.Mía sonríe porque sabe que lo hace para asegurarse de que ya se vaya a casa, aunque tiene
Mía ya estaba en sus siete meses de embarazo y sentía como su vientre crecía de un día para otro haciéndole tener calambres en las piernas de formas imprevistas, su barriga la sentía muy pesada y es que había crecido más de lo esperado, con Chris había sido pequeña, pero al parecer con su princesa muchas cosas serían diferentes. —Hola sobrina, pensé que ya hoy no vendrías a trabajar. Comenta Nicolás viendo la hora, es casi medio día. —Sé lo que me has dicho, pero es que no me hallo estando en la casa sin hacer nada. Chris esta parte del día en la escuela y al salir de allí se va a practicar fútbol o toma clases de arte. Sofi se lo pasa todo el día encerrada en el cuarto de la niña y no me deja entrar, así que ¿para qué quedarme en la casa a ver el techo? —Ni siquiera puedes caminar ya, ¿estás segura que es un solo bebé? Baja la mirada a su enorme barriga, temiendo que en cualquier momento explote. —No me digas esas cosas que me angustian, mira que a estas alturas de la vida menta
Los 8 meses habían llegado y Mía seguía tan activa como siempre, o al menos eso intentaba, pese a las recomendaciones médicas. Gerard no había dejado de enviarle flores, escribirle durante el día y teniendo cada detalle que se ocurrían. Por primera vez en mucho tiempo, se esforzaba por enamorar a una mujer. —Disculpe señora, han venido a verla la señora Walker y su hijo, están afuera. Anuncia Dora asomándose en la puerta. —Hazlo pasar. A Mía le resulta bastante extraño, no esperaba verlos hoy en su oficina y menos a los dos al mismo tiempo, por lo que de seguro algo se traían entre manos, no había otra explicación. —Hola querida, disculpa que vengamos así hasta tu oficina, pero me informaron que aún sigues viniendo acá a pesar de lo que el doctor habló contigo la semana pasada. Entra Melisa a la oficina como un torbellino, tal como es a donde llega, seguida de Gerard que la ve desde la puerta con sus manos en los bolsillos del pantalón provocando que las hormonas de Mía la dejen
Enseguida, el personal de seguridad se hace presente en el lugar, Yaret carga a Mía hacia su carro, ya que en donde pensaba Mía irse a quedado accidentado por el choque. —Hay que esperar una ambulancia —comenta Sofía al ver que Yaret la mete a su carro deportivo. —¿Estás segura que quieres esperar a una ambulancia para llevarla? está sangrando y mira cómo se queja del dolor. Si esperamos, puede que sea demasiado tarde. Yaret, ve un taxi pasar y lo detiene. —Vayan ustedes en el taxi, yo trataré de ir lo más rápido posible para que ella llegue a tiempo, debemos evitar que algo le suceda. Les dice mientras sube a su carro y lo enciende para partir saliendo a toda velocidad del centro comercial. Por suerte el hospital no queda muy retirado de donde están, por lo que en unos diez minutos llegan. —Ayuda, necesito una camilla. Grita Yaret, viendo al de seguridad hablando por radio y acercándose a él rápidamente. Con mucho cuidado, saca a Mía del carro notando la cantidad de sangre que