47. Deberias tener miedo

Jann lo lleva a su casa, esperando que su mal humor se le quite después de una buena siesta.

—Señor, bienvenido a casa —lo recibe el mayordomo.

—Wilfret, ¿alguna novedad? —le pregunta dejándose caer sobre el sillón.

—Un paquete ha llegado para usted esta mañana —le entrega un sobre— ¿desea algo para tomar?

—Tráele un café, ha tomado demasiado —Jann se adelanta sentándose frente a él.

—Pensé que te irías al dejarme aquí —gruñe molesto.

—Era lo planeado, pero quiero saber que te han enviado —se inclina hacia él con curiosidad.

—Lo veo mañana, como has dicho, estoy pasado de copas.

—Que molesto eres, vamos ábrelo, quizás y es la respuesta que estas esperando —lo anima, tentado a quitarle el sobre y abrirlo el mismo— ¿te imaginas que Gerard no sea él asesino? Podrías luchar por la chica y casarte con ella.

—Estás viendo muchas películas románticas —se le queda viendo como si le hubiera salido un tercer ojo.

—Todo es posible, aun no te han confirmado la identidad del asesino —le recuerda,
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