Capítulo 44: Su enojo

Es evidente lo que debemos evitar. Por lo que, necesito saber pronto como puedo controlar mis deseos sexuales, antes de que todo se enrede entre nosotros, si ya no está todo enredado.

‘Tal vez esté ya embarazada.’ Me digo mentalmente.

— No lo estás… aun. — dice Edmond llevándome a la tina que huele muy bien.

— ¿Cómo lo sabes? — pregunto angustiada.

— Porque no ha cambiado tu olor. Cuando una mujer lobo es fecundada, su olor cambia y ahora, solo hueles a mí, no hay otro olor diferente al tuyo que no sea el mío. — dice Edmond.

‘Entonces, los lobos pueden hacer eso.’ me digo mentalmente, mientras percibo la tenue aroma de aquel tercer compañero que parece renuente a marcharse o mostrarse.

— ¿Qué sucede? — pregunta Edmond.

— No lo sé, es que es tan extraño.

— ¿Q
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