Una semana después
No hemos salido de la habitación ni siquiera para comer, porque escasamente lo hacemos. Mi alimento es su energía y mi sed es saciada con sus besos, por lo que, cuando el periodo en celo finalmente llega, me siento muy débil.La habitación se encuentra cargada de nuestras feromonas con tanta intensidad que embriaga. Parece un gas tóxico que debilita, pero, lo que me resulta un peligro, soy yo, al ver como el hombre a mi lado tiene tantas marcas que sin duda debe dolerle.— Ya te has calmado. — susurra Edmond con agotamiento.— Oh, lo siento. — digo con mi vista nublada por las lágrimas acumuladas.— Creí que los hombres eran los insaciables en su periodo en celo, pero, me he equivocado. — dice Edmond con sangre seca en sus heridas.— ¿Por qué estás tan herido? ¿Acaso tienes problemas con tu proceso de sanaci&oaEs evidente lo que debemos evitar. Por lo que, necesito saber pronto como puedo controlar mis deseos sexuales, antes de que todo se enrede entre nosotros, si ya no está todo enredado.‘Tal vez esté ya embarazada.’ Me digo mentalmente.— No lo estás… aun. — dice Edmond llevándome a la tina que huele muy bien.— ¿Cómo lo sabes? — pregunto angustiada.— Porque no ha cambiado tu olor. Cuando una mujer lobo es fecundada, su olor cambia y ahora, solo hueles a mí, no hay otro olor diferente al tuyo que no sea el mío. — dice Edmond.‘Entonces, los lobos pueden hacer eso.’ me digo mentalmente, mientras percibo la tenue aroma de aquel tercer compañero que parece renuente a marcharse o mostrarse.— ¿Qué sucede? — pregunta Edmond.— No lo sé, es que es tan extraño.— ¿Q
Mis heridas duelen mucho, pero, más duele saber que han sido causadas por uno de mis prospectos de pareja, el único que hasta el momento me había protegido, me está lastimando como los lobos de mi antigua manada.‘La historia se repite. Enojado o no, me ha lastimado.’ Me digo mentalmente.Edmond retrocede al poder escuchar mis pensamientos y yo lloro sabiendo lo que me espera. porque aunque empezó tarde, sigue el mismo patrón.— Antonella…— ¿Serás igual, Edmond? — pregunto herida.— Amor…— No siempre fueron así, Edmond. Robert no fue una persona violenta conmigo. Antes de su ceremonia de mayoría de edad, era alguien gentil conmigo. Era como su hermana, porque su familia me acogió cuando mis padres fallecieron.>> Como un hermano mayor, me cuidó y protegió incluso de mis propios pensamientos lasti
Observo a Edmond, sus feromonas están calmadas y su mirada si muestra arrepentimiento, pero, dudo que pueda pasar por alto esto. Porque me ha lastimado, él lo ha hecho y no sé si esto volverá a repetirse o que tan frecuente sucederá.— Edmond, lo mejor es que yo me vaya de aquí.— No, Antonella, no vas a marcharte. — dice Edmond.— Las cosas no están saliendo bien entre nosotros. Lo mejor es que tomemos una distancia. — digo con seriedad.Edmond se levanta y peina su cabello con frustración y no es el único, de cierta forma siento que estamos caminando en círculos y no me agrada lo que estoy experimentando, sobre todo, porque me estoy desgastando en algo que tiene más momentos de sexo que teniendo una conversación seria.— Ve a otra habitación, llamaré a Carolina para que te ayude a no sentirte sola. Yo debo hacerme cargo de u
Carolina parece tranquila con lo que está sucediendo, cuando yo lo que veo son gotas de sangre por todas partes y como Edmond aun quejándose, sigue golpeando a su hermano con sus fuertes garras.— ¡¿Acaso no puedes tomar las cosas con calma y así hablar sobre lo que ha sucedido?! — grito enojada.— Los lobos son territoriales. Por lo que, ahora que ha estado Mike cerca, el rey alfa ha leído cada uno de los pensamientos del hombre que no fue capaz de darte la protección que necesitabas. — dice Carolina.— ¿No vas a implorar por su vida? — pregunto preocupada.— Eso no lo ayudaría, cuando el rey alfa dice algo, no hay manera de hacerlo cambiar de opinión. — dice Carolina.Sé que no debería meterme en este tipo de pelea, sobre todo, cuando en el pasado nunca lo hice aunque vi a Robert peleando mucho con varios lobos de otras manadas
Intento acercarme a él, pero, Edmond hace una señal de alto, para posteriormente marcharse lejos de mí, dejándome con mis disculpas en la garganta y mi errónea forma de mostrarle lo que es controlarse.‘Lo hiciste bien, te quejaste con él por no controlarte y mira lo que has hecho, Antonella. Lo sabes, no merece que lo lastimes, él no tiene la culpa de tus heridas.’ Me digo mentalmente.— Edmond…Quiero gritarle, pero, mi voz suena tan débil que parece un susurro. Así que, con tristeza observo como Mike se marcha cojeando, mientras Carolina angustiada corre hacia mí.— ¿Qué le dijiste al rey alfa?— Yo…— Va a matar a alguien. Sin duda, has iniciado una masacre. — dice Carolina y yo comienzo a temblar.— Lo he arruinado.— Nunca lo había visto así y ya van dos veces en tan poco ti
Carolina hace lo que le pido y pone ello en marcha, dejándome completamente sola en un castillo que me resulta abrumador. Con las dolencias que tengo en mi cuerpo, no soy capaz de recorrer el lugar y es por ello, que me atormento sentada en la sala.Debo ser consciente que mi vida ha cambiado tanto de forma favorable como de una no tan favorable. Ya que, después de haber llegado a mi mayoría de edad, no he estado durmiendo en el establo ni mucho menos, he sido humillada como sucedía en el pasado.Sin embargo, haberme salvado de ello, me ha causado nuevos problemas y preocupaciones. Sobre todo, porque no creí posible que la mujer, sin la capacidad de convertirse en lobo, tuviera tres posibles compañeros.— ¿Qué piensas hacer, Antonella? No puedes estar divagando toda tu vida por lo mismo. — digo angustiada.El castillo es inmenso, pero, no es frio. Después de todo, aún puedo percibir
Algo que debo reconocer aquí es que la vida disfruta mucho hacerme experimentar todo tipo de situaciones traumáticas y difíciles de superar. Porque solo eso podría explicar por qué todas las cosas me salen mal a mí.Debido a que, de todas las extrañas maneras en la que podría conocer a mi tercer compañero, no me agrada en lo absoluto que haya sucedido justamente como pasó. Porque no es agradable que mis tres prospectos de compañeros estén reunidos así.Ya que, aunque nos encontrábamos muy lejos para poder percibir con seguridad el aroma de Robert, la mano que colgaba en el hocico de Edmond tiene los mismos tatuajes de la mano de mi anterior alfa.— ¿Te encuentras bien, Antonella? — me pregunta Mike intentando levantarme del suelo.— ¿Cómo podría sentirme bien con todo lo que está sucediendo en estos momentos?
Me aferro el cuerpo del lobo, mientras esté, corre tan rápido como puede. Desgraciadamente no es tan rápido como Carolina y no puedo quejarme por ello, ya que es un beta.‘Al menos está haciendo más que tú Antonella, ya que, aunque eres una alfa, no puedes siquiera transformarte en loba, algo que es muy fácil para cualquiera que pertenece a los hombres lobos.’ Me dice mi mente.Debo reconocer que por mucho que quiero ignorar mi complejo de inferioridad, no me es posible en este tipo de situaciones, donde tanto me cuesta hacer cosas simples que cualquier mujer lobo podría realizar, pero, para mí es imposible.Sin embargo, intento concentrarme en el problema que tengo en estos momentos y es por ello, que observo como nos acercamos a la manada que hace poco abandoné. Una manada que ahora está sumida en el caos y el dolor.— ¿Qué rayos sucedió aqu&iacut