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Capítulo 37: Tener que marcharse

Lo reconozco, mi corazón late frenéticamente ante sus palabras, porque aunque no me gusta la violencia, me encanta ser defendida por alguien. Quizás, es eso lo que me tiene tan inestable e insegura.

Ya que, esto es nuevo para mí, la mujer que todos maltrataban y nadie se atrevía a defender, ahora cuenta con un hombre poderoso que es capaz de fingir que es capaz de soltarme cuando sus feromonas me dicen que no me dejarían ir.

— Lo reconozco, haces que mi corazón se acelere ante esas palabras que acabas de mencionar. — susurro.

— Espero que tu corazón se acelere con cada cosa que haga.

— Pero, antes de continuar con nuestra conversación, quiero aclararte que todo lo que dije mientras sufría, fue eso: palabras tontas dichas por dolor.

Edmond de inmediato retrocede y yo agarro su mano impidiendo que se marche.

‘Debes arreglar esto, cualquiera puede recibir tu
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