Con esto confirmó que somos la pareja perfecta, después de todo, los dos continuamos con la tortura cuando ya deberíamos tener suficiente. Es por eso, que nos acomodamos para el siguiente sufrimiento, uno que me hace temblar.
— Este dolerá un poco más. — informa la chica y yo me pregunto si debo o no continuar.— Debe estar bromeando. No hay manera de que eso sea más doloroso. — se queja Edmond.Pero, esta vez muestra lo inexperto que es en este tipo de situaciones y es por ello, que experimentamos su error, cuando nos quitan la primera cera de nuestras axilas. Desde mi lugar, puedo observar cómo Edmond, salta de la camilla en la que se encuentra.— Renuncio. Quítenme esta tontería de la axila sin jalarla, porque yo no vuelvo a hacer esta locura. — dice Edmond mientras yo comienzo a reírme, presa del pánico.— Esto es una locura. — susApenas el auto se detiene, Edmond rodea el vehículo y me abre la puerta para extender su mano y de forma caballerosa ayudarme a bajar. Con su mano entrelazada a la mía, subimos al avión donde se encarga personalmente de que me encuentre cómoda. Es por ello, que todos a nuestro alrededor se encargan de nuestra seguridad y no de que nos sintamos cómodos entre nosotros. — Me encantaría estar eternamente en esta Luna de miel. — dice Edmond sonriente. — No puedes dejar a tu hermano a cargo eternamente de algo que tú debes realizar. — le recuerdo. — Es entonces cuando deseo embarazarte lo más pronto posible para que mi hijo me reemplace y así poder encargarme solamente de tu felicidad. — dice Edmond sonriente y yo comienzo a toser. ‘Mi pobre bebé ni siquiera ha sido concebido y ya le tienen toda la vida planeada. Pobre de él o ella.’ me quejo mentalmente. — ¿Estás bien, querida? — pregunta Edmond, preocupado. — ¿Cómo puedes hablar de una sucesión cuando ni siquiera estoy embarazada?
Llegamos a un nuevo país y los chicos todavía aseguran no haber escuchado todo el drama que hizo Edmond, cuando evidentemente no es así. Pero, ellos no se atreverían a contradecir al rey alfa de la manada. — Entonces vas a recompensarme, ¿Verdad? — pregunta Edmond curioso. — No voy a darte recompensas. — A los chicos, cuando se portan bien, les dan recompensa. — dice Edmond mirándome seriamente. — Tú no eres un chico, eres un hombre. — En estos momentos soy un chico. Incluso podría hacer un berrinche si no me crees. — Adelante, hazlo. Entonces, si llegas a hacer algo tan vergonzoso como un berrinche, te trataré como a un niño y un niño no entra en mí. — digo y de inmediato, la actitud de Edmond cambia. De un momento a otro, parece recibir una transformación al punto en que incluso su postura se muestra erguida. — Tienes razón, yo soy todo un hombre lobo adulto. Hace años llegué a mi máxima madurez y es por ello, que en vez de ser un niño puedo hacerte varios. — dice Edmond gui
El miedo me invade y mi temor más grande de causar más problemas a la manada vuelve a presentarse al percibir las dos aromas distintiva. Es por ello, que miro a mi alrededor mientras Edmond comienza a mostrarse más desafiante. — Son lobos de la manada del rey alfa árabe. — informa Edmond confirmando lo peor. — ¿Crees que sospechen que le ha pasado algo malo a su rey alfa? — Probablemente. — Oh, no. — Lo que no entiendo es, ¿cómo pudieron darse cuenta o enterarse de que nosotros vendríamos aquí? — pregunta Edmond preocupado. — ¿Habrá una guerra? — pregunto preocupada. Miro a mi alrededor intentando contar cuántos lobos hay, como si eso podría asegurarnos una victoria. Ya que, si ellos han venido realmente a encontrar respuestas, dudo que se marchen después de haber escuchado que su rey alfa se encuentra haciendo cualquier tontería sin reportarse a su manada. Sabía que este problema podría explotar en cualquier momento, pero tenía la esperanza d
El miedo me invade ante lo que pueda suceder y yo entro en pánico porque sé perfectamente que los gritos de Edmond no significan cosas buenas. Es evidente que Mike hizo algo y por eso, ahora estamos en problemas. — ¡¿Cómo pudiste se ser tan tonto de olvidar reportarme algo tan importante?! — grita Edmond y yo tomo su mano para apartarlo de la puerta. — Reina Luna, ¿Qué podemos hacer? — Por el momento, manténganse ocultos con el rey alfa. — ¿Qué piensa hacer usted? — Abrir la puerta para saber qué es lo que desean. — digo y de inmediato Edmond cuelga la llamada. Los hombres lobo del otro lado de la puerta continúan con los toques frenético, pidiendo ser atendidos sus llamadas, mientras Edmond camina peligrosamente hacia mí, observándome como si estuviera verdaderamente loca. — ¿Acaso has perdido la razón? — Necesitamos encontrar una solución pronto. — Entiendo lo que quieres decir, pero dudo de que la solución sea que tú te enfrentes a var
Los hombres lobos se alejan lentamente, pero uno me observa fijamente, como si desconfiara en cada una de las palabras que dije. Por lo que, me muestro firme mientras Edmond me abraza con uno de sus brazos.‘Eso fue más fácil de lo que creí, pero, al igual más angustioso de lo que pensaba.’ Me digo mentalmente.Edmond, cierra la puerta y yo trago duro al ver su mirada cargada de enojo. Es evidente que mi solución precipitada no le agradó, pero al menos nos ayudó a salir del problema rápido.— ¿Se puede saber qué fue lo que hiciste?— Necesitaba deshacerme de ellos.— Claro que yo también necesitaba lo mismo, pero eso no me llevó a arrojarme a las llamas del infierno.— No exageres, por favor.— Me gustaría decirte que lo hago, pero, no estoy exagerando, querida. Ya que, por mucho que seas una reina alfa, ellos van a i
Aunque semanas anteriores habría deseado que Edmond se marchará para por fin respirar aire puro, en estos momentos, eso es lo que menos deseo. A pesar de hace poco haberle hecho una sesión de depilación con cera para que pudiera dejarme tener un minuto a solas, ya no deseo ello. Porque ahora el motivo de nuestra separación es algo muy grave. Por lo que, sé perfectamente que tardará mucho tiempo en volver y no puedo ser una mujer molesta que se aferra a él cuando es necesario su presencia en otro lugar para poder resolver el problema que podría causarnos una guerra. — No quiero separarme de ti. — dice Edmond acariciando mi cuerpo. — A pesar de que hace poco quería alejarme de ti porque tú quieres constantemente tener sexo, ahora que es real la posible separación de nosotros, no me agrada en lo absoluto. — Esto es tan molesto. Si hubiese sabido que el tonto de mi hermano los habían mandado hasta acá, habría escogido otro destino. — se queja Edmond. Mi parte de
El hombre por el que he sentido tantas emociones fuertes, como: enojo, odio, felicidad, angustia y mucho éxtasis… ahora lo es todo para mí. Porque ya ha dejado de ser solamente una pareja destinada, mi proveedor o protector, para convertirse en el ser más importante para mi vida. Por eso disfruto estar arropada con unas sábanas que huelen solamente a él mientras observo como se viste para alejarse de mí. Jamás pensé llegar a este punto tan rápido cuando tengo aún tantas dudas sobre mi origen y él parece tener muchos problemas por tenerme en su vida. — No me agrada en lo absoluto tener que marcharme. — dice Edmond molesto por tener que hacerse cargo de algo que solamente él puede solucionar. — Debes entender que tu hermano hizo lo mejor que pudo, pero tú eres la fuerza de la manada Diamante Creciente y si hay alguien que respeta esa manada, solamente hará lo posible e imposible por complacerte si eres tú quien les está pidiendo el favor. — Esto es tan molesto
El miedo me invade por todo lo que pueda suceder y yo entro en pánico. Porque lo que menos quiero es que los lobos que se han quedado conmigo pierden la vida debido a mi extraña conexión con este hombre que ha salido de ese extraño sueño. ‘Pensé que las personas que aparecen en los sueños y no son conocidas no tienen la habilidad de salir de ellos para arruinar la vida de alguien.’ Me quejo mentalmente. El miedo de que ese sea uno de esos poderes que se activan en mí, hacen que me concentré para meterlo en mi mente, pero, si yo fui la causa de que saliera, ¿Cómo podría meterlo si no tengo idea de cómo entrarlo si no sé cómo salió? ‘Nuevamente estás en un problema, Antonella.’ Me regaña mi mente. — Estoy bien, sólo me asustó una cucaracha. — me limito a decir. — ¿Necesita que la matemos? — No, ya lo hice yo. Por favor, retírense. Me siento un poco indispuesta y sus feromonas cerca no me ayudan en absoluto. — Como ordene, Reina Luna. — dice uno de el