Las palabras del docto siguen resonando en su cabeza una y otra vez. Trata de respirar, de lograr llevar aire a sus pulmones, pero simplemente no puede. Se pone de pie con dificultad sin saber muy bien qué hacer. —No… —se pasa las manos por el cabello desesperado y mira la puerta—. Yo tengo que hablar con ella, pedirle perdón… yo no quería que esto pasara —se gira para entrar de nuevo, pero se detiene cuando las figuras de Robert y Carlo lo enfrentan. —No vas a entrar a nada —le dice Carlo, pero la voz débil de Zoe los detiene. —Déjenlo, solo será un minuto… Daryl entra pasando por entre aquellas dos figuras que ahora mismo se van mucho más altos e imponentes que él, trata de acercarse más a ella, pero Zoe lo detiene con un gesto de sus manos. Ella cierra los ojos un segundo para inyectarse valor y le dice con voz calmada. —Ya no hay hijo, no hay amor, no hay nada… —escucharlo de su boca es aún más desgarrador, porque tiene una resignación que él nunca podrá sentir—. Deja que me
Tras dejar el hospital, Daryl decide irse directo a la mansión, no quiere ver a nadie y ese lugar es precisamente el mejor lugar esconderse de todo lo malo que había ocurrido, pero no de lo que él había hecho… En especialmente porque todo le recuerda a Zoe. Se resigna a que la perdió, porque hizo todo lo que ella le pidió que no hiciera y mucho más. Desconfió de su palabra a la primera oportunidad, la trató como la peor mujer del mundo y ese beso con Anabet… Se va directo al cuarto que compartía con ella, en donde muchas de sus cosas están allí, su olor y su presencia siguen intactos como si su propia alma se hubiese quedado deambulando para atormentar la suya, aunque eso es lo mínimo que se merece en aquel momento. La ha perdido… La ha perdido definitivamente y nada de lo que haga le ayudará a recuperarla. Una vez más sus arrebatos, ese carácter dominante y violento se había apoderado de todo lo que era con Zoe, más allá de que todo fuera verdad o mentira, Zoe al final de todo e
Carlo no puede evitar sonreír con satisfacción y deja lo que está haciendo, en especial cuando el hombre le señala algo más—Y también encontramos dos álbumes con fotografías, puede que le interesen.—Bien, en una hora estaré allí —tras cortar, llama a Zoe, pero quien le responde es Robert—. ¿Cómo está?—Bien… —le dice con un suspiro Robert—, al menos se está divirtiendo con Garritas.—¿Y ese quién es?—Un gato siamés que adoptamos, son inseparables. ¿Quieres hablar con ella?—Sí —escucha que Robert le pasa el teléfono y no pierde tiempo en decirle lo que quiere que haga con ella, al mal paso mejor darle cara—. Zoe, encontré la caja… ¿qué hago con ella?—¿Cuál caja? —le pregunta ella con el ceño fruncido mientras Garritas se acurruca en su regazo.—Esa… la que te dio Marchetti de niños.—Quémala, rómpela, deshazte de ella, yo no la quiero. No quiero nada que me lo recuerde.—Bien… entiendo —sabe que para ella supone un esfuerzo enorme, pero al fin está desprendiéndose de todo ese dolo
Cuando Daryl al fin abre los ojos con cierta dificultad, está en un hospital, su padre al ver que reacciona sale de la habitación para llamar al doctor, quien entra de inmediato para evaluarlo. —¿Cómo se siente, señor Marchetti? —le pregunta este mientras revisa sus ojos con una linterna pequeña, pero no hay respuesta, de Daryl no sale ni una palabra. El médico insiste—. ¿Alguien le hizo daño? ¿Cómo se siente? Fatal. Su mente, su alma, su corazón y su cuerpo le queman, es un dolor intenso el que siente lo recorre, como si estuviera en su sangre y a su corazón le costara bombearlo. ¿Si alguien le hizo daño? Sus padres, Anabet, él mismo… pero no es eso lo que preocupa al hombre, sino el daño que él había causado a su amor, una mujer inocente. Ya no tenía ninguna duda de que Zoe era la más inocente en todo lo que había pasado. Él pudo negarse aquella noche a sucumbir a la pasión, después de todo, no había tenido intimidad con Anabet, aunque ella se había insinuado varias veces. Ahora
Mientras Daryl se queda en su remolino de tormentos, en Inglaterra Zoe comienza a sonreír un poco más. Garritas es su nuevo consentido y Robert vive para hacerla feliz con los más mínimos detalles. Londres le ha dado a Zoe una nueva oportunidad para iniciar de cero, aunque la llegada a la ciudad estuvo cubierta por una lluvia gris, oscura y persistente en su interior, ahora, con los primeros días de la primavera, al fin siente que el mundo le está dando algo bueno. —Estaba pensando —le dice Robert a Zoe mientras tiene el periódico frente a él—. ¿Qué tal si vamos a dar un paseo por Tower Hill Garden? —Me encantaría —le dice ella con una sonrisa, acariciando al gato sobre su regazo—, pero prefiero ir a buscar una oficina para mi empresa. —¿Ya te sientes preparada para eso? —le dice el hombre algo sorprendido, se sienta a su lado y la abraza. —No… pero en realidad nunca lo estaré a menos que dé el primer paso al frente —ella lo mira a los ojos y puede ver en Robert esas ganas de seg
Tras unos largos cuatro meses en la clínica psiquiátrica, Daryl sale de allí con una vida nueva en el futuro, pero para eso necesita terminar muchas cosas del pasado. Lo primero, va a un lugar en donde trabajan con ciertas cosas especiales y encarga una caja de cristal para guardar allí la pulsera que le dio a Zoe. No quiere que el tiempo ni nada la dañe, tiene pensado un lugar especial para ella dentro de la mansión y para eso, debe estar protegida. Otra decisión es la de hacer algo para no olvidar jamás a su pequeña. La única manera de hacerlo es recordando que él la mató, es una culpa con la que vivirá par siempre, pero no dejará que eso lo detenga, porque simplemente no puede. Y como nombre… el mismo que eligió Zoe para aquella muñeca hace años. Cuando llega a la mansión, se le hace un lugar lúgubre, oscuro y sin vida. Aunque los jardines rebozan de colores, todo le parece gris sin la presencia de ella, porque después de todo, era quien daba la vida en esa casa. Su padre sale
Al abrir los ojos, lo primero que hace es salir a darle los buenos días a su pequeña, luego regresa para meterse a la ducha, vestirse adecuadamente y esperar para iniciar el día. En medio de su planificación diaria, su asistente llama a su puerta con ansiedad y le abre, como siempre cuidando que no vea nada de lo que hay en el cuarto.Sale al pasillo porque la nota algo preocupada y le recibe una carpeta con un informe. Comienza a leer y de pronto su rostro se transforma por completo.—¡¿Qué significa esto?! —le dice por completo desencajado batiendo los documentos.—Lo siento… —le dice la mujer, sabiendo lo que eso puede significar para su jefe—. No hemos conseguido dar con el responsable que los drogó, pero me tomé la libertad de investigar otras cosas más… y eso de allí lo confirmamos ayer en la noche.—Esa maldita mujer… me las pagará, ¡lo juro! —camina hacia la escalera, se detiene y le dice a su asistente—. Quiero que esas fotografías sean la tendencia del día… que no pueda sali
Luego del nacimiento de Hope, los días se fueron haciendo semanas rápidamente y luego las semanas se transformaron en meses. Zoe se volvió la típica madre primeriza que trabaja y atiende a su niña bella, que es el vivo retrato de ella, pero con los ojos de su padre. Si pensó en algún momento que podría olvidarlo, estuvo muy equivocada, porque aquellos dos luceros en el rostro de su hija se lo recuerdan todos los días. Por supuesto que junto con la felicidad de ser madre, llegaron los miedos y nada de lo que hiciera se los quitaría, porque así es la maternidad, cuestionar cada cosa que se hace con los hijos. Robert es el padre más feliz del mundo. El que Zoe decidiera que Hope lleve su apellido fue una sorpresa que lo dejó paralizado unos segundos, pero entendía por qué Zoe prefería que así fuera. Los enemigos no habían desaparecido porque ellos salieran de Italia y no sabían cuánto alcance tenían en ese momento. Así que pasar a Hope como su hija no era algo descabellado. Considera