Brenda se paseaba de un lado a otro en la sala, con sus pensamientos revoloteando dentro de sí. Esperaba con ansias el regreso de Haidar. Caminaba de la sala a la cocina, de la cocina a la habitación, y luego otra vez de regreso a la sala. Finalmente, su cuerpo le pidió una pausa. Se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo su energía se agotaba más rápido de lo habitual. Sabía que era por el embarazo.Fue en ese momento cuando Alexandra, la ama de llaves, se acercó a ella con una bandeja llena de una deliciosa ensalada de frutas.—Todo esto es para ti, Brenda —dijo Alexandra con una sonrisa amable.Brenda miró la bandeja, sus ojos iluminándose al ver lo apetitoso que se veía.—¿Todo esto es para mí? —preguntó, sorprendida.—Por supuesto —confirmó la morena—. Necesitas alimentarte bien, y esto es bastante saludable para ti.—Te lo agradezco mucho, Alexandra —emitió Brenda, devolviéndole la sonrisa—. La verdad es que tengo bastante apetito, y esto es justo lo que estaba deseando.Alexandra
Haidar había llegado a casa después de un día agotador en el trabajo. Aún con el cansancio reflejado en sus hombros, decidió visitar su cuarto de armario. Se acercó lentamente a los cajones y, casi como si un impulso lo guiara, sacó de allí un pequeño montón de fotografías familiares.Entre ellas, había una en particular que le robó el aliento: su madre, con una suave sonrisa, acariciaba con dulzura su vientre redondeado por el embarazo. A su lado, un pequeño, él, apenas un niño, sostenía la mano de su padre. Todos juntos parecían una familia perfecta, una imagen de felicidad pura que el tiempo, cruel e implacable, había desaparecido.En ese momento, mientras observaba la fotografía, sintió aún más la intensidad de la soledad. Había perdido a las personas más importantes de su vida. "Todo lo que más temía ya había sucedido", pensó. La gg ñÑ Por q voz quebrada:—Papá, mamá… los extraño tanto. Me gustaría que estuvieran aquí… pero sé que eso es imposible.Después de unos minutos de sile
Mónica, la mujer encargada de la limpieza en el departamento de Marlene, llegó aquella mañana como de costumbre para realizar su trabajo. Sin embargo, al entrar, lo que encontró la dejó helada. La sala era un completo desastre: muebles desordenados, objetos rotos y papeles esparcidos por el suelo. Su primera reacción fue pensar que alguien había entrado a robar. ¿Debería llamar a la policía? ¿O sería mejor contactar primero a Marlene?—¡Señora Campbell! ¡Señora Campbell! —llamó Mónica con voz inquieta, pero no obtuvo respuesta.Decidida a averiguar qué estaba ocurriendo, se dirigió hacia la habitación. La puerta estaba ligeramente abierta, lo que aumentó su temor. La empujó cuidadosamente y entró, encontrándose con una escena igual de desordenada. Algunas cosas estaban tiradas por el suelo, otras rotas. Todo era un caos.—¿Señora Campbell? —volvió a llamar, esta vez con más urgencia.No hubo respuesta. Entonces notó que la puerta del baño también estaba entreabierta. Con el corazón la
Madelaine, con una sonrisa radiante y los ojos brillantes, miró a su novio con emoción contenida.—¿Sabes en qué estaba pensando? —le preguntó, casi con un tono juguetón.Jamal arqueó una ceja y sonrió, curioso. Había algo en la expresión de ella que lo intrigaba.—¿En qué? DimeMadelaine respiró hondo antes de hablar.—Estaba pensando en nuestra relación… lo fuerte que es, lo mucho que hemos crecido juntos. Cada día siento que nos hacemos más fuertes, y quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado en la vida.Jamal no pudo evitar sonreír ampliamente. La sinceridad de sus palabras tocó su corazón. Se inclinó hacia ella y la besó con dulzura.—A mí también me alegra haberte encontrado, Madelaine. Tú también eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Y, bueno, debo confesarte algo —hizo una pausa y la miró directamente a los ojos—. Tengo planes para nosotros. No te lo había dicho antes, pero quiero que vivamos juntos.Madelaine lo miró con sorpresa. Sus ojos se abrieron de par en
Madelaine, con una sonrisa radiante y los ojos brillantes, miró a su novio con emoción contenida.—¿Sabes en qué estaba pensando? —le preguntó, casi con un tono juguetón.Jamal arqueó una ceja y sonrió, curioso. Había algo en la expresión de ella que lo intrigaba.—¿En qué? DimeMadelaine respiró hondo antes de hablar.—Estaba pensando en nuestra relación… lo fuerte que es, lo mucho que hemos crecido juntos. Cada día siento que nos hacemos más fuertes, y quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado en la vida.Jamal no pudo evitar sonreír ampliamente. La sinceridad de sus palabras tocó su corazón. Se inclinó hacia ella y la besó con dulzura.—A mí también me alegra haberte encontrado, Madelaine. Tú también eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Y, bueno, debo confesarte algo —hizo una pausa y la miró directamente a los ojos—. Tengo planes para nosotros. No te lo había dicho antes, pero quiero que vivamos juntos.Madelaine lo miró con sorpresa. Sus ojos se abrieron de par en
Al día siguiente, Dylan Brown se dirigió a la dirección del departamento de Marlene. Cuando llegó, ya era pasado el mediodía. Se detuvo frente a la puerta y, después de tomar una profunda respiración, tocó el timbre. Pronto, la mujer abrió, sorprendida de encontrar al abogado de su exprometido en su hogar.—No puedo creer que el abogado de mi exprometido esté aquí, frente a mí —pronunció desconcertada. Dylan no se dejó intimidar por su reacción y la invitó a pasar. Una vez en la sala, sacó un sobre pequeño y lo colocó sobre la mesita de centro, frente a Marlene.—Explícame qué significa esto y por qué me lo estás dando —exigió ella, mirando el sobre con desconfianza.—En ese sobre se encuentra el dinero con el que estoy saldando la deuda de la señorita Mónica —respondió Dylan con calma.Marlene se quedó desencajada, confundida y sorprendida. No entendía qué tenía que ver Dylan con Mónica, su empleada.—¿Qué significa todo esto, Dylan? ¿Me estás diciendo que, por casualidad, conociste
Madelaine había pasado a visitar a Brenda en el piso. Ambas estaban sentadas cómodamente en el sofá, hablando animadamente. —De manera que Jamal me propuso vivir juntos —dijo Madelaine con una sonrisa entusiasta—. Por supuesto, acepté. Al principio me sorprendió bastante, pensé que sería algo precipitado, pero me di cuenta de que ambos deseamos lo mismo. Incluso me ofreció la opción de comprar otro lugar y decorarlo a mi gusto, pero me pareció innecesario. Me gusta muchísimo la casa en la que vive ahora, siento que podríamos estar bien allí.Brenda sonrió ampliamente y asintió con alegría.—Ay, Madelaine, de verdad me encanta el rumbo que ha tomado tu vida. Es como si tu regreso estuviera lleno de cosas bonitas. Y mírate nada más, estás al lado de un hombre que te ama con locura. En serio, eres muy afortunada.Madelaine dejó escapar una pequeña risa y negó con la cabeza, con humildad.—Tú no te quedas atrás, ¿eh? También eres muy afortunada. Haidar te ama muchísimo y, pronto, serán u
Brenda salió del baño, incluso después de un momento relajante en la ducha, no había logrado calmar su mente. Su cabeza seguía llena de pensamientos que se entrelazaban ferozmente, sin dejarle un momento de descanso. Mientras se secaba el cabello y comenzaba a vestirse, sentía cómo su mente volvía una y otra vez a los mismos temas. Pensaba en esa bebé que probablemente nunca llegó a existir, pero cuya idea seguía atormentándola.La incertidumbre la carcomía. ¿Realmente había existido esa niña que era la hermana de Haidar? ¿Qué le había pasado exactamente a ellos? Más allá de eso, Brenda sentía una profunda confusión respecto a los secretos que rodeaban a los padres de Haidar. Había algo que él no quería contarle, algo que se negaba a decirle, y su silencio era bastante frustrante. Sabía que Haidar estaba protegiendo algo, pero no lograba entender por qué. Suspiró profundamente, dejando caer los hombros mientras se sentaba en la cama. La preocupación se reflejaba en su rostro, pero rá