Madelaine tenía el día libre. No tenía trabajo pendiente en el estudio, así que decidió aprovechar el tiempo para visitar a su amiga Brenda. Al llegar al apartamento, fue recibida por Alexandra, quien, como siempre, la acogió con una sonrisa amable.—Madelaine, qué gusto verte —dijo Alexandra, abriendo la puerta—. Brenda está arriba, en su habitación. Puedes esperarla aquí en el sofá, o si prefieres, puedo avisarle que has venido.—Gracias, Alexandra. Creo que esperaré aquí un momento —respondió Madelaine mientras se acomodaba en el sofá de la sala.Alexandra, con la amabilidad que la caracterizaba, se dirigió a la habitación de arriba. Tocó suavemente la puerta de Brenda, pero no obtuvo respuesta. Le preocupaba el silencio. Pero ella tampoco podía darle las respuestas que buscaba. —Brenda, no quiero molestarte, pero debo avisarte que tu amiga Madelaine está aquí. ¿Qué le digo? —inquirió desde el otro lado de la puerta, con un tono de voz tranquilo.Después de unos segundos, la puert
Después de terminar la película, Brenda y Madelaine seguían sentadas cómodamente en la cama, envueltas en una manta que compartían. La película había logrado distraer a Brenda por un rato, y aunque sus preocupaciones seguían presentes en un rincón de su mente, se sentía más ligera en compañía de su amiga.Madelaine, por su parte, parecía más animada. Había estado observando a Brenda, tratando de elegir el momento adecuado para hablarle de algo que llevaba tiempo queriendo compartir. Finalmente, decidió que era hora.—Brenda, tengo que contarte algo. —Madelaine sonrió tímidamente mientras jugaba con un mechón de su cabello—. Jamal y yo… estamos mejor que nunca, siento que hasta podríamos formalizar nuestra relación de otra forma. Aunque no me quiero precipitar a los hechos. Brenda giró la cabeza hacia su amiga, con una expresión de sorpresa y curiosidad.—¿En serio? ¡Eso es maravilloso, Madelaine! —exclamó con entusiasmo, su tono genuinamente feliz por su amiga—. ¿Y cómo te sientes al
Marlene estaba decidida. Su corazón ardía de odio y resentimiento, y su único objetivo era enviar a Haidar al infierno. No le importaba lo que tuviera que hacer o a quién tuviera que arrastrar en el proceso. Él pagaría por todo lo que le había hecho, por cada lágrima que había derramado, por cada noche en la que el dolor la había consumido.Durante días, planeó cuidadosamente el golpe. Sabía que no bastaba con herirlo emocionalmente; quería destruirlo públicamente, despojarlo de su reputación y dejarlo expuesto ante todos. Y finalmente, encontró el momento perfecto para actuar. Era hora de desatar su venganza.En su oficina, Haidar estaba sumergido en su trabajo diario, revisando documentos y atendiendo llamadas importantes. Todo parecía ser un día como cualquier otro, hasta que Aurora, su asistente, ingresó apresuradamente. Su rostro estaba pálido, y había una mezcla de nerviosismo y urgencia en sus ojos.—Señor, hay algo de lo que debo informarle —comenzó diciendo, con un tono tenso
Cuando Haidar llegó a casa esa noche, estaba agotado, abrumado y lleno de frustración. El día había sido un desastre absoluto, y el escándalo desatado por Marlene seguía creciendo como un incendio fuera de control. Sin embargo, lo que más le preocupaba no era el daño a su reputación, sino cómo ese escándalo estaba afectando a Brenda.Al entrar, encontró a Brenda en la sala. Estaba sentada, pero al verlo, se levantó de inmediato. —Haidar, necesito hablar contigo Él se detuvo frente a ella, sabiendo que este momento era inevitable. Sabía que Brenda había visto las noticias.—Estoy muy preocupada por lo que escuché hoy en las noticias —comenzó Brenda, tratando de mantener la calma—. Sinceramente, no sé si solo son rumores, pero… esto es algo que nunca me contaste. Aunque nuestra relación comenzó después de que tu relación pasada terminó, creo que debería saber sobre tu pasado en este sentido. Ahora no estoy tan segura de lo que creer.Haidar suspiró profundamente, pasando una mano por
Tras finalizar la rueda de prensa, Haidar se dirigió directamente a su oficina en la empresa. Aún con su declaración en la cabeza, pero sentía que, al menos por el momento, había hecho lo necesario para defenderse. Cerró la puerta detrás de sí y dejó escapar un largo suspiro mientras se dejaba caer sobre su silla giratoria de cuero. Se llevó las manos al rostro por un momento, como si intentara ocultarse de todo el desastre que lo rodeaba. Un leve golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Haidar enderezó su postura en la silla, tratando de recomponerse rápidamente.Era ella, su asistente. De seguro necesitaba darle algunas cosas relevantes, como de costumbre. —Adelante —dijo, con un tono más calmado de lo que realmente se sentía.Aurora, entró con un montón de documentos en las manos. Ella, a pesar de que solo se estaba enfocando en su trabajo, no pudo evitar darse cuenta de la inquietud de su jefe. Sabía que su jefe estaba pasando por un momento difícil, y aunque no era su lu
Brenda se paseaba de un lado a otro en la sala, con sus pensamientos revoloteando dentro de sí. Esperaba con ansias el regreso de Haidar. Caminaba de la sala a la cocina, de la cocina a la habitación, y luego otra vez de regreso a la sala. Finalmente, su cuerpo le pidió una pausa. Se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo su energía se agotaba más rápido de lo habitual. Sabía que era por el embarazo.Fue en ese momento cuando Alexandra, la ama de llaves, se acercó a ella con una bandeja llena de una deliciosa ensalada de frutas.—Todo esto es para ti, Brenda —dijo Alexandra con una sonrisa amable.Brenda miró la bandeja, sus ojos iluminándose al ver lo apetitoso que se veía.—¿Todo esto es para mí? —preguntó, sorprendida.—Por supuesto —confirmó la morena—. Necesitas alimentarte bien, y esto es bastante saludable para ti.—Te lo agradezco mucho, Alexandra —emitió Brenda, devolviéndole la sonrisa—. La verdad es que tengo bastante apetito, y esto es justo lo que estaba deseando.Alexandra
Haidar había llegado a casa después de un día agotador en el trabajo. Aún con el cansancio reflejado en sus hombros, decidió visitar su cuarto de armario. Se acercó lentamente a los cajones y, casi como si un impulso lo guiara, sacó de allí un pequeño montón de fotografías familiares.Entre ellas, había una en particular que le robó el aliento: su madre, con una suave sonrisa, acariciaba con dulzura su vientre redondeado por el embarazo. A su lado, un pequeño, él, apenas un niño, sostenía la mano de su padre. Todos juntos parecían una familia perfecta, una imagen de felicidad pura que el tiempo, cruel e implacable, había desaparecido.En ese momento, mientras observaba la fotografía, sintió aún más la intensidad de la soledad. Había perdido a las personas más importantes de su vida. "Todo lo que más temía ya había sucedido", pensó. La gg ñÑ Por q voz quebrada:—Papá, mamá… los extraño tanto. Me gustaría que estuvieran aquí… pero sé que eso es imposible.Después de unos minutos de sile
Mónica, la mujer encargada de la limpieza en el departamento de Marlene, llegó aquella mañana como de costumbre para realizar su trabajo. Sin embargo, al entrar, lo que encontró la dejó helada. La sala era un completo desastre: muebles desordenados, objetos rotos y papeles esparcidos por el suelo. Su primera reacción fue pensar que alguien había entrado a robar. ¿Debería llamar a la policía? ¿O sería mejor contactar primero a Marlene?—¡Señora Campbell! ¡Señora Campbell! —llamó Mónica con voz inquieta, pero no obtuvo respuesta.Decidida a averiguar qué estaba ocurriendo, se dirigió hacia la habitación. La puerta estaba ligeramente abierta, lo que aumentó su temor. La empujó cuidadosamente y entró, encontrándose con una escena igual de desordenada. Algunas cosas estaban tiradas por el suelo, otras rotas. Todo era un caos.—¿Señora Campbell? —volvió a llamar, esta vez con más urgencia.No hubo respuesta. Entonces notó que la puerta del baño también estaba entreabierta. Con el corazón la