Haidar se recargó en su silla, observando a Marlene con desconfianza. Verla allí repentinamente, era como una tormenta inesperada que amenazaba con destrozar todo a su alrededor. —Me parece un poco extraño que estés aquí, Marlene. Alguna razón oculta debes tener para aparecer en mi oficina después de tanto tiempo —escupió, entrecerrando los ojos.Marlene, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, asintió lentamente. Luego, dejó escapar un suspiro sonoro, como si estuviera preparándose para lo que iba a decir.—Por supuesto que tengo una razón para estar aquí, Haidar. Y tú pareces bastante urgido por saberla —se atrevió a decir en un tono bastante desafiante. Haidar apretó los labios, claramente perdiendo la paciencia.—Estoy bastante ocupado y no quiero perder el tiempo contigo. Así que deja de andarte por las ramas y ve directo al grano —solicitó, su voz cargada de exasperación.Marlene inclinó ligeramente la cabeza, com
Cuando Haidar llegó al piso esa noche, Brenda notó de inmediato que algo estaba mal. Aunque intentaba actuar con normalidad, su rostro y sus movimientos lo delataban. Era como si algo lo estuviera atormentando, pero él se esforzaba por aparentar que todo estaba bajo control. Brenda, siempre perceptiva, decidió no presionarlo en el momento, pero cuando ambos estuvieron a solas en la cama, no pudo resistirse a preguntar.—¿Todo está bien? —quiso saber, observándolo con detenimiento.Haidar se giró hacia ella, intentando mantener una expresión neutral.—¿Por qué me lo preguntas de repente? —emitió, fingiendo desinterés.—Lo hago porque me parece que algo te está preocupando. Es como si algo te estuviera rondando la cabeza. Pero no tienes que sentirte obligado a decírmelo si no quieres —añadió, con un tono suave y comprensivo.Haidar suspiró profundamente, evitando su mirada por un momento.—En realidad, todo está bien. No te pr
Madelaine dejó un café sobre el escritorio de Jamal, quién de inmediato le entregó una mirada cómplice y ella no pude evitar sonrojarse hasta la médula. Recordar todo lo maravilloso que pasó entre ellos la noche anterior, no hacía más que alborotar todas esas mariposas que invadieron su estómago. Todavía sentía el ardor en su piel y la intensidad de cada segundo. —¿Me quieres acompañar para ver el terreno?—Oh, ¿de verdad? —Sí, ¿por qué no te llevaría? Espero que te des cuenta que estoy buscando la manera de pasar todo el tiempo posible contigo. —Oh, Jamal, como si no pasamos tiempo juntos suficiente. —Sin embargo para mí nunca será suficiente. Ella suspiró. —Estaré encantada de acompañarte. —De acuerdo. Ella salió y se frenó en seco cuando vio que allí estaba Haidar, detrás suyo una pelirroja, supuso que su asistente. Madelaine se puso un poco nerviosa al ver a Haidar frente a ella. Aunque ya lo conocía, la presencia del árabe siempre imponía, con su porte serio y su mirada
Brenda caminaba de un lado a otro en la sala de estar, incapaz de calmar la inquietud que la consumía. Haidar no había regresado a casa, no contestaba sus llamadas y tampoco había enviado un mensaje avisando que llegaría tarde. Por más que intentaba no pensar en lo peor, la preocupación se apoderaba de cada rincón de su mente.Sentada en el sofá, intentó llamarlo una vez más, pero el teléfono seguía sin respuesta. Un nudo se formaba en su estómago, y el silencio de la noche no hacía más que amplificar su ansiedad.Fue entonces cuando Alexandra, quien caminaba por allí, notó su estado de preocupación. Con pasos sigilosos, se acercó a Brenda.—¿Hay alguna razón por la que estás tan preocupada? —preguntó con amabilidad—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?Brenda levantó la mirada, sus ojos reflejando la angustia que sentía.—Es Haidar. No me ha llamado, tampoco me envió un mensaje, y no contesta mis llamadas. Estoy preocupada… Esto no es normal en él.Alexandra frunció ligeramente el ce
Haidar no podía escapar de lo que Marlene había desatado. Sus amenazas lo acosaban, carcomiendo su tranquilidad. No se trataba solo de revivir un pasado doloroso, sino de la verdad que Marlene podía revelar. Una verdad que Brenda jamás debía conocer. Saber que esa información estaba en manos de una mujer tan llena de ira lo hacía sentir impotente, y esa impotencia lo estaba consumiendo.El árabe había perdido la cuenta de cuántos tragos había bebido en el bar. Cada vaso parecía diluir sus pensamientos, pero también lo hundía más en la desesperación. Finalmente, cuando se dio cuenta de que estaba al borde del descontrol, hizo un esfuerzo por detenerse. Se levantó de la silla tambaleándose, canceló la cuenta y salió al aire frío de la noche. En su estado, conducir era impensable. Ya había bebido demasiado y no quería arriesgarse a que su noche terminara en tragedia. Con el poco juicio que le quedaba, levantó una mano para detener un taxi y, con voz débil, le indicó su dirección.Cuando
En la habitación, ambos se acomodaron en la cama. Brenda, como de costumbre, se acurrucó a su lado, apoyando la cabeza en su pecho. Haidar, aún sintiéndose culpable, comenzó a trazar círculos suaves sobre su hombro. Era un gesto que siempre la calmaba, y poco a poco, Brenda fue cediendo al sueño.Haidar cerró los ojos, dejando que el cansancio físico lo venciera, pero su mente estaba lejos de la paz. De repente, el sueño se volvió oscuro, y las imágenes del pasado comenzaron a tomar forma. Era una pesadilla, pero al mismo tiempo, una realidad que había vivido en carne propia.Se vio a sí mismo otra vez esa noche oscura, cuando todo fue un desastre. ***Era una noche lluviosa, y el cielo parecía llorar con fuerza mientras los truenos resonaban en la distancia. Haidar, de tan solo diez años, estaba sentado en la parte trasera del auto. Su pequeño rostro estaba iluminado por la emoción de lo que sería su primera aventura de camping junto a su padre, Abdul. El hombre conducía con una so
Haidar despertó de golpe, su respiración entrecortada y su pecho subiendo y bajando rápidamente. El sudor cubría su frente, y su corazón latía con fuerza, como si intentara escapar de su pecho. Todavía se sentía prisionero de aquel horror. Brenda, que dormía a su lado, comenzó a moverse ligeramente, como si hubiera sentido su agitación. Haidar la observó por un momento, no podía dejar que ella supiera de su pasado, nunca. Así que, tampoco permitió que ella se diera cuenta de aquella pesadilla que tuvo. De manera cautelosa se levantó de la cama y se dirigió a la cocina. ***Haidar se sentó en uno de los taburetes de la cocina, su mente aún atrapada en las sombras de su pesadilla. El recuerdo de ese día lo había perseguido durante años, pero esta vez parecía afectarlo más. Quizás porque durante años, intentó ahogar ese dolor, ocupándose de muchas cosas en el trabajo, llenándose de responsabilidades y más. Pero el dolor seguía ahí, desgarrándolo desde adentro.Por más que intentaba c
Brenda deslizó una pequeña sonrisa de agradecimiento cuando su amiga Madelaine le entregó una taza de té caliente. Sus manos aún temblaban mientras sostenía la taza, y Madelaine lo notó al instante. Aunque Brenda intentaba mostrarse tranquila, era evidente que estaba preocupada, y eso también afectaba a Madelaine. No podía evitar sentir el dolor de su amiga, especialmente sabiendo que Brenda estaba embarazada. Cualquier alteración o preocupación no era buena para ella ni para los bebés que llevaba en su vientre.Era una mañana de sábado tranquila, pero para Brenda, la calma era solo superficial. Había decidido visitar a su amiga para desahogarse, incapaz de guardar más la angustia que sentía en su interior. Madelaine, siempre dispuesta a escuchar, la miraba con atención, esperando que Brenda encontrara las palabras para compartir lo que la atormentaba.—¿Dices que estuvo llorando por su pasado? —preguntó finalmente Madelaine, con un tono tranquilo pero lleno de preocupación.Brenda as