— Yo me tomé el atrevimiento y pedí una rueda de prensa para ti, lo siento cariño, pero pensé que así podremos anunciar de una vez el embarazo y nuestro próximo matrimonio… — Explicó Tabitha al tiempo que la sonrisa de Walter se borraba y su expresión se llenaba de confusión y preocupación. — No querrás que la gente invente cosas extrañas o se piense mal, imagínate lo que dirán sobre mí si no nos casamos pronto… Será todo un escándalo, ¿no lo crees, cariño?

La expresión de Tabitha estaba llena de ternura e inocencia.

Era cierto lo que ella decía, la gente iba a hablar, pero esto solo significaba que Walter tenía que tomar una decisión muy importante y pronto, antes de que todo le estallara en la cara.

O le decía la verdad a Tabitha y se quedaban como amantes o vendía la empresa para iniciar una nueva y se casaban.

Pero si lo pensaba bien, Walter no podía dejar a su hijo, a su tan esperado primogénito sin herencia, tirado a su suerte como si fuera un bastardo.

Y tampoco podía romp