Capítulo 79

Pero ese sueño se convertía en pesadilla, cuando se veía obligada a tratar con Mateo. No era tonta, él solo quería llevársela a la cama, pero se dio el gusto de ver cómo en verdad le reconoció su talento.

De repente el timbre sonó, interrumpiéndole sus pensamientos. Frunció el entrecejo. ¿Quién podría ser a esta hora?

Abrió la puerta y se quedó paralizada mirando los ojos de Vicente Rivas. El corazón se le aceleró. Tomándola por sorpresa y sin esperar a ser invitado, él entró con decisión en su casa.

Con una mueca de desagrado, sin tener otra opción que aceptar lo inevitable, Sofía cerró la puerta.

–Bueno, adelante –murmuró con sarcasmo–. Estás en tu casa.

Con el gesto adusto y los ojos reflejando dureza, Vicente le dijo:

–Tenemos que hablar.

Vicente se detuvo en medio del salón, se dio la vuelta y la miró. Sofía llevaba puesta una camiseta rosada y un blue jeans desteñidos con un agujero en la rodilla. Estaba descalza y tenía las uñas pintadas de rosa pálido. Su cabellera castañ
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