MÍALos labios de Basil se estampan de manera brutal contra los míos, me cuesta respirar, e incluso procesar lo que está pasando, mi mente se pone como una hoja en blanco hasta que recuerdo que esto no puede estar pasando, no le tengo miedo, pero es una locura. —Basil —logro articular entre besos. No me suelta. —Esto pasó porque aún no te he reclamado —brama besando ahora mi cuello. A diferencia de con Lance, esto se siente bien, demasiado bien, me excita de un modo que no creo capaz luego de un intento de violación, creí que estaría aturdida, pero no lo estoy, mucho menos cuando sus manos comienzan a recorrer mis caderas hasta llegar a mis nalgas, ahí las estruja. —Necesito marcarte para que nadie se te acerque —me dice al oído. —¿Qué quieres decir con eso? —jadeo.El agua caliente empapa nuestros cuerpos desnudos, haciendo que sienta la dureza de su erección golpeando mi vientre bajo. —Que eres mi esposa, ahora tienes que ser mi mujer —dice apagando la regadera. El agua deja
MÍAMe congelo, por un momento olvidé el hecho de que Lance intentó violarme y de que lo herí en defensa propia, solo hice lo que tenía que hacer, solo me defendí, ¿eso es mucho? Puede ser, ya que Almira me observa como si fuera la peor persona del mundo, me mira como si deseara que yo no hubiera existido. —Él está en la cárcel por intento de violación —la voz de Basil retumba por toda la estancia—. Y te pido de no le vuelvas a hablar de ese modo a Mía. Los ojos de Almira parecen desorbitados, como si estuviera a punto de tener un ataque y nadie hiciera nada para salvarle la vida. —¡Eso es mentira! —estalla, llena de rabia que va dirigida hacia mí—. ¡Lance jamás haría eso! —Hay pruebas de que sí —Basil da un paso adelante—. Sé que como su madre, solo intentas protegerlo como todo el tiempo lo ha hecho mi padre, pero él tiene que hacerse responsable de sus acciones, ahora mismo, ha dejado el nombre de los Grant, manchado, eso sí es de preocuparse. Tenso el cuerpo, siento la dura m
BASILNo dejo de pensar en ella, esa es la realidad, desde que vi su sangre virgen haciendo un desorden sobre mi polla, no la dejo de imaginar en mil posiciones mientras taladro su coño. Joder, me he follado a algunas mujeres, fieras, con la sangre tan podrida como la mente, mujeres que saben cómo satisfacer a un hombre debido a su experiencia como putas, y jamás me habían hecho sentir como Mía lo hace. Su maldita inocencia e inexperiencia hacen que todo el tiempo se me ponga dura y tengo que controlarme o de lo contrario, las cosas acabarán mal para nosotros dos. Como en este maldito momento, sus mejillas se tiñen de rojo carmín en cuanto le pregunto si le ha hecho una mamada a Lance. Sé, por la evasión de su mirada, que no lo ha hecho, no solo es virgen, sino, que acabo de descubrir que cada fibra de su cuerpo, cada espacio en blanco, es un maldito lienzo en blanco para mí, ya marqué su coño con mi semen, ahora, quiero hacer lo mismo con su boca. —Basil.Su voz me saca de mi ensi
MÍALevanto la mirada en dirección al espejo y al ver mi reflejo en este, no me reconozco, me he puesto el vestido que Basil compró para mí, me he arreglado y pienso que es algo exagerado, pero de lo que sí estoy segura es de que me hace ver como una mujer letal que es capaz de asesinar a cualquiera, eso sí es una realidad. Me muerdo el labio inferior, pensando en lo que hice esta mañana al llegar a la empresa, no he dejado de pensar en ello ni un solo momento, le hice una mamada a Basil, mi primera mamada, tuve su enorme miembro en la boca y me tragué por completo su semen. Se me hace agua a la boca tan solo pensar en sus gruñidos, en sus movimientos, en todo en general, en cómo bramaba mi nombre cuando explotó en mi boca, sentí que todo el mundo me daba vueltas, y ahora, se comporta distante, tal vez sea mi imaginación, pero es que no lo he visto desde esa vez. No almorzamos juntos, su secretaria dijo que estaba ocupado cuando fuí a verlo, ni siquiera me dejó pasar, argumentando
MÍA—¿Qué es una Koroleva? —pregunto mientras observo cómo Basil se viste luego de un baño. No ha dejado que baje sola, en cuanto dijo esas palabras se metió a la ducha sin decir una sola palabra más, en silencio y con ese rostro lleno de preocupación, me pregunto si esto es por algún asunto de la empresa. —Una reina —responde en tono neutro. Me quedo callada, es imposible sacarle más palabras cuando no quiere decir más, termina y me pongo de pie, no me gusta tener tantas joyas encima. —¿Qué te dijo mi padre? —En realidad nada —respondo con sinceridad—. Solo me puso el collar. Levanto la mirada y los ojos de Basil están oscuros, intensos, peligrosos. —¿Te encuentras bien? —frunzo el ceño. —¿Por qué lo preguntas? —Pareces molesto —niego con la cabeza—. Mejor dicho, pareces preocupado por algo, ¿está todo bien en la empresa? Él me mira, como si estuviera decidiendo algo, recorre mi cuerpo, estoy segura de que intenta decirme algo, pero enseguida niega cambiando de opinión y se
MÍACansada, estoy agotada, Basil se ha quedado abajo a despedir a los últimos invitados, como buen anfitrión lo hace, nadie se opuso a lo que dijo, en el fondo sé que es porque le tienen miedo, no porque no estén de acuerdo del todo, honestamente espero que no venga nadie, eso haría las cosas más fáciles para mí. Apenas estoy subiendo uno de los escalones, cuando la voz de Bill resuena por el vestíbulo principal, y todo mi cuerpo se eriza. Miro por encima de mi hombro, ahora no parece molesto, más bien, decepcionado. —Así que ahora estás registrada como Mía Sokolov —su voz es ronca. Trago grueso. —Basil así lo quiso —me giro—. No me dijo más. Los ojos de Bill son tan intensos como los de Basil, pero en estos hay algo más, preocupación, como si estuviera decepcionado en serio de mí, yo ni siquiera quería esto para mi vida, pero fue la única salida que encontré para poder recibir el dinero que me corresponde cono única heredera de la fortuna de mi padre y madre. Sigo pensando que
MÍA—Tienes que detenerte, Basil —mi voz suena como un eco irracional en medio de las paredes de la habitación—. Me duele. Lo hace, Basil no se ha detenido, me ha estado follando desde que me desperté, me folla en posiciones que jamás creí posible que experimentaría, me folla como si se le estuviera acabando el tiempo para algo, estoy agotada, adolorida, el sexo no era parte del trato y él lo sabe, el problema es que me hace tocar los orgasmos más salvajes que me dejan sin aliento y sin fuerzas para llevarle la contraria. Me tiene ahora en una posición de cuatro, mis piernas tiemblan con el poder de empuje de cada una de sus arremetidas, sus manos se aferran con dureza en mis caderas, sintiendo como la fuerza que ejercen sus dedos en el agarre sobre mi piel, quema. El sonido encharcado me embriaga, agarro las sábanas con fuerza, con ambas manos, respirando hondo. Tratando de mantener la calma. —Basil… ah, ah, ah —jadeo.Siento que el corazón se me vuelve a salir del pecho, una y ot
MÍALos hombres nos rodean de inmediato, al principio creo que nos van a atacar, pero cuando detallo en sus posiciones aunque no sepa nada de guerra, me doy cuenta de que es todo lo contrario, como si nos quisieran proteger de algo. El eco de la voz del castaño de ojos verdes, lleno de tatuajes en los brazos, hace que espabile, intento removerme entre los brazos de Basil, pero su agarre es de acero y… no logro soltarme. —Tenemos todo listo, ha llegado el momento —anuncia el mismo hombre. Busco la mirada de Basil, pero este sigue sin verme. —Andando —demanda mi ahora esposo. Frunzo el ceño, el de ojos verdes asiente y seguida gira sobre sus talones, Basil me acerca más a él como si no estuviera lo suficiente cerca ya. Comienza a caminar y me veo obligada a seguirle el paso a trompicones. Tenso el cuerpo, no quiero, pero al final me arrastra hasta una camioneta negra con los vidrios blindados, me empuja de mala gana al interior y cuando estamos adentro, apenas y me acomodo en el as