MÍA—Tienes que detenerte, Basil —mi voz suena como un eco irracional en medio de las paredes de la habitación—. Me duele. Lo hace, Basil no se ha detenido, me ha estado follando desde que me desperté, me folla en posiciones que jamás creí posible que experimentaría, me folla como si se le estuviera acabando el tiempo para algo, estoy agotada, adolorida, el sexo no era parte del trato y él lo sabe, el problema es que me hace tocar los orgasmos más salvajes que me dejan sin aliento y sin fuerzas para llevarle la contraria. Me tiene ahora en una posición de cuatro, mis piernas tiemblan con el poder de empuje de cada una de sus arremetidas, sus manos se aferran con dureza en mis caderas, sintiendo como la fuerza que ejercen sus dedos en el agarre sobre mi piel, quema. El sonido encharcado me embriaga, agarro las sábanas con fuerza, con ambas manos, respirando hondo. Tratando de mantener la calma. —Basil… ah, ah, ah —jadeo.Siento que el corazón se me vuelve a salir del pecho, una y ot
MÍALos hombres nos rodean de inmediato, al principio creo que nos van a atacar, pero cuando detallo en sus posiciones aunque no sepa nada de guerra, me doy cuenta de que es todo lo contrario, como si nos quisieran proteger de algo. El eco de la voz del castaño de ojos verdes, lleno de tatuajes en los brazos, hace que espabile, intento removerme entre los brazos de Basil, pero su agarre es de acero y… no logro soltarme. —Tenemos todo listo, ha llegado el momento —anuncia el mismo hombre. Busco la mirada de Basil, pero este sigue sin verme. —Andando —demanda mi ahora esposo. Frunzo el ceño, el de ojos verdes asiente y seguida gira sobre sus talones, Basil me acerca más a él como si no estuviera lo suficiente cerca ya. Comienza a caminar y me veo obligada a seguirle el paso a trompicones. Tenso el cuerpo, no quiero, pero al final me arrastra hasta una camioneta negra con los vidrios blindados, me empuja de mala gana al interior y cuando estamos adentro, apenas y me acomodo en el as
MÍATodo está mal, nada va bien, quisiera que el universo me diera una segunda oportunidad, que me regresara a mis padres, pero esos deseos de niña poco a poco comenzaron a consumirme de un modo casi insultante conforme fuí creciendo, Lance era la única persona en la que por un tiempo creí tener apoyo, pero estaba equivocada, él solo se follaba a su secretaria mientras yo hacía el trabajo duro en la oficina y me quedaba enamorada de él. Y ahora, comienzo a ver la realidad que se presenta ante mis ojos, debí haberle hecho caso a todas mis alarmas cuando supe que haber aceptado casarme con Basil, había sido el peor error de mi vida, ahora mismo lo compruebo. El miedo me atenaza, estoy sola, en medio de la nada, dentro de un avión que se dirige a Rusia, no tengo idea de lo que sucede, no sé cuál será mi destino una vez que aterricemos, en especial porque ahora mismo, el hombre que creí que comenzaba a conocer, no es el mismo que ahora me ha encerrado aquí. Su actitud ha sido distante,
MÍANo soy la única que se congela con aquellas palabras que brotan de la boca de un demonio llamado Basil, en especial porque lo único que puedo hacer es mirarlo con cierta sorpresa, pero él no me mira, toda su atención está sobre la rubia que no deja de comérselo de una manera asesina, con la mirada. Hay un momento incómodo de silencio entre las tres personas delante de mí, que parece que van a iniciar una guerra en cualquier momento, solo hace falta que cualquiera comience con un solo movimiento para que todo se vaya al carajo. Ni siquiera puedo respirar bien, me quedo al lado de Basil, como estatua, temerosa de mover un solo músculo. —Me parece que no te he entendido bien —habla el hombre que se pone a la par de la mujer rubia—. ¿Qué es lo que acabas de decir? Los ojos de la mujer no se apartan ni un solo segundo de Basil. —Lo que acaban de escuchar, ¿acaso tengo que repetirlo de verdad? —los desafía Basil, apretando su mano contra la mía—. Ella es mi esposa, nos casamos por
BASILOdio la ide de tener que ser así con Mía, la única realidad que existe aquí, es que soy el Boss de la mafia rusa, mi madre siempre ha pertenecido a la Bratva, cuando conoció a mi padre, ella era la Koroleva, y fue en una cena de negocios en la que Bill la conquistó, se gustaron, se conocieron y de ahí vine yo, el problema es que a mi padre no le agradó la idea de enterarse de que Viktoria era parte de una de las organizaciones más peligrosas y sanguinarias del mundo. Y a Viktoria no le agradó saber que Bill era deseado por las mujeres y que por lo mismo, una vez lo encontró follando con otra mujer, por lo que ambos entraron en conflicto y decidieron separarse. Cuando nací, fue en Rusia, ya que Viktoria se cayó el que estuviera embarazada, hasta que Bill se enteró por medio de uno de sus investigadores privados, ya que la quería mantener al margen, y ahí es donde comenzó el caos entre ellos. La única razón por la que yo me casé con Mía, fue porque vi en ella una salida rápida,
MÍAEl corazón se me sale del pecho en cuanto noto que he esquivado la navaja que me ha lanzado la rubia, frunzo el ceño cuando Basil entra a la habitación y la llama por su nombre, lo mismo hace ella. Le sonríe y me dejo caer en una de las orillas de la cama, con el corazón a punto de salirse de mi pecho. Creí por un segundo que iba a morir, vi pasar la muerte delante de mí y ella parece demasiado letal, hago una nota mental de no acercarme demasiado a la rubia. —Tienes buenos reflejos, eso es un comienzo —me dice ella apartando la mirada de mí. No respondo, no tengo habla. Por lo que solo observo como ella corre a los brazos de Basil y lo abraza con demasiada fuerza. —Pensé que no vendrás nunca más —expresa ella con alegría—. Dios, aún no puedo creer que te hayas casado. Basil no le devuelve el abrazo, pero tampoco parece estar incómodo, de hecho, sus ojos no se despegan de mí, podría estar celosa, pero… hay algo que me dice que no debería estarlo, no veo interés en él hacia el
MÍAEl agua caliente cae sobre mi cuerpo, me siento incómoda, no solo por el hecho de que aún estoy procesando todo lo que me dijo Basil, y todo lo que esto que me rodea, me representa, no puedo respirar con tranquilidad, no puedo siquiera mantener los ojos cerrados. Hasta ahora, Basil parece haber comprendido que quiero mi espacio, aún así, me aseguré de cerrar la puerta con pestillo, lo que dije era cierto, no quiero que me toque, ¿en qué diablos estaba pensando al aceptar casarme con él? Una parte de mí cree que debió de haberle hecho caso al abogado de mi padre y esperar, tomarmelo con calma, ahora, con lo que dijo Basil, al parecer no está en sus planes dejarme ir de aquí. Termino de darme una ducha, según sus palabras, hoy tenemos una cena en la que su madre, Viktoria, quiere conocerme más, no entiendo por qué, si no tengo nada de especial, soy la persona más aburrida que alguien pudiera conocer, pero no es solo eso, sino, que estará presente también su tío… Dimitri, creo que
MÍA—Quiero que me des un hijo. Las palabras de Basil hacen que me de escalofríos, me congelo mientras proceso lo que me acaba de decir, al tiempo que sus ojos se anclan en los míos como arma filosa a punto de tajarme el cuello. Por un segundo pienso que tal vez he escuchado mal, esto no era parte del trato, no puede ser cierto. —¿Acaso te has quedado sin habla? —pregunta con ironía mientras esboza una sonrisa de media luna que no hace más que ponerme más nerviosa de lo que ya estoy. —Eso… es una broma ¿verdad? Tiene que serlo, es decir… no… —¿Y por qué sería una broma, Mía? —enarca una ceja con incredulidad. Recupero el aliento, así como la compostura. —Porque no soy… es decir… yo… no estaba en el contrato, Basil, en menos de un año tu y yo no vamos a estar juntos, recuerdas eso ¿verdad? —le quito la mano de mi mentón—. Un hijo se da solo cuando ambos quieren, y yo no quiero tener hijos con… Hay algo en su mirada que hace que me quede callada mejor. Y cuando por fin habla, cre