MÍAEl corazón se me sale del pecho en cuanto noto que he esquivado la navaja que me ha lanzado la rubia, frunzo el ceño cuando Basil entra a la habitación y la llama por su nombre, lo mismo hace ella. Le sonríe y me dejo caer en una de las orillas de la cama, con el corazón a punto de salirse de mi pecho. Creí por un segundo que iba a morir, vi pasar la muerte delante de mí y ella parece demasiado letal, hago una nota mental de no acercarme demasiado a la rubia. —Tienes buenos reflejos, eso es un comienzo —me dice ella apartando la mirada de mí. No respondo, no tengo habla. Por lo que solo observo como ella corre a los brazos de Basil y lo abraza con demasiada fuerza. —Pensé que no vendrás nunca más —expresa ella con alegría—. Dios, aún no puedo creer que te hayas casado. Basil no le devuelve el abrazo, pero tampoco parece estar incómodo, de hecho, sus ojos no se despegan de mí, podría estar celosa, pero… hay algo que me dice que no debería estarlo, no veo interés en él hacia el
MÍAEl agua caliente cae sobre mi cuerpo, me siento incómoda, no solo por el hecho de que aún estoy procesando todo lo que me dijo Basil, y todo lo que esto que me rodea, me representa, no puedo respirar con tranquilidad, no puedo siquiera mantener los ojos cerrados. Hasta ahora, Basil parece haber comprendido que quiero mi espacio, aún así, me aseguré de cerrar la puerta con pestillo, lo que dije era cierto, no quiero que me toque, ¿en qué diablos estaba pensando al aceptar casarme con él? Una parte de mí cree que debió de haberle hecho caso al abogado de mi padre y esperar, tomarmelo con calma, ahora, con lo que dijo Basil, al parecer no está en sus planes dejarme ir de aquí. Termino de darme una ducha, según sus palabras, hoy tenemos una cena en la que su madre, Viktoria, quiere conocerme más, no entiendo por qué, si no tengo nada de especial, soy la persona más aburrida que alguien pudiera conocer, pero no es solo eso, sino, que estará presente también su tío… Dimitri, creo que
MÍA—Quiero que me des un hijo. Las palabras de Basil hacen que me de escalofríos, me congelo mientras proceso lo que me acaba de decir, al tiempo que sus ojos se anclan en los míos como arma filosa a punto de tajarme el cuello. Por un segundo pienso que tal vez he escuchado mal, esto no era parte del trato, no puede ser cierto. —¿Acaso te has quedado sin habla? —pregunta con ironía mientras esboza una sonrisa de media luna que no hace más que ponerme más nerviosa de lo que ya estoy. —Eso… es una broma ¿verdad? Tiene que serlo, es decir… no… —¿Y por qué sería una broma, Mía? —enarca una ceja con incredulidad. Recupero el aliento, así como la compostura. —Porque no soy… es decir… yo… no estaba en el contrato, Basil, en menos de un año tu y yo no vamos a estar juntos, recuerdas eso ¿verdad? —le quito la mano de mi mentón—. Un hijo se da solo cuando ambos quieren, y yo no quiero tener hijos con… Hay algo en su mirada que hace que me quede callada mejor. Y cuando por fin habla, cre
MÍABasil gruñe en mi oído cuando termina, mi corazón late con fuerza, quisiera decir que me ha violado, odiarlo por eso, pero lo cierto, es que pese al dolor que me ocasionó… sentí un enorme placer al que me entregué al final, en silencio, tratando de que no se diera cuenta. Basil permanece en mi interior unos minutos y cuando por fin sale, siento un vacío enorme, intento recobrar el aliento, me duele todo el cuerpo, en especial el culo, cuando intento incorporarme, las piernas me tiemblan. Él rodea mi cintura y me ayuda a ponerme de pie, las piernas me fallan pero él me sostiene. —Tranquila, lo más probable es que te sientas incómoda toda la noche, más al sentarte, pero con el tiempo, dejará de doler. ¿Y se supone que esas palabras deberían dejarme tranquila? Me muerdo la lengua tratando de no decir nada más, pero cuando por fin siento que me dejará en paz, me gira para que nuestros ojos conecten. —No quiero hacerte daño, Mía, a lo contrario a lo que piensas ahora de mí, esa no
MÍAMe duele, realmente me duele cuando tomo asiento al lado de Basil, quien no ha dejado de verme de soslayo, él está sentado al centro de la mesa, como si fuera un Dios ruso o algo por el estilo, recordando que debe ser normal para él, ya que es el Boss, o sea, el líder se la mafia rusa, aún no comprendo el peso o la magnitud de lo que significa su puesto. Pero sé desde el minuto uno en el que me he sentado, que soy como una mala espina en un hermoso rosal, está más que claro que no encajo aquí, nunca lo haré, y esto es porque no es mi sitio. Delante de mí, mirándome con unos ojos curiosos, se encuentra Viktoria, la madre de Basil. Aún me cuesta trabajo imaginar a esta mujer hermosa, al lado de alguien igual de apuesto como Bill, es decir, el padre de Basil me dio una impresión equivocada, ya que al principio se mostró hostil, e incluso, pensé que quería… joder, tan solo pensarlo hace que me den escalofríos. Al parecer, al final, solo trataba de ayudarme y creo que hasta cierto p
MÍAQuitarme el vestido para ponerme unos jeans, es lo mejor que me ha pasado hasta ahora, la verdad es que me sigo inquietando con respecto a lo último que le dijo su tío a Basil, pero tal y como él me lo expresó, no es mi asunto y así tiene que seguir siendo.Ahora mismo vamos dentro de una camioneta que él maneja, pese a eso, sé que tres carros nos siguen, Basil mencionó que los ignorara, que son algo así como sus Voyevikis, una clase de guardaespaldas. Los nervios siguen en mi sistema. Lo único bueno que me ha pasado hasta ahora, es el hecho de haber conocido a Emma, nunca he sido buena para hacer amigos, pero ella es lo más cercano que tengo a una ahora mismo, pero lo más importante, es que me brindó los anticonceptivos, porque no quiero quedar embarazada de Basil, y pienso hacer todo lo que esté en mis manos para lograrlo. Trato de mantener la calma con todo lo respecto a esta situación, sin embargo, cada vez es más difícil. —Estás muy callada. La voz de Basil me saca de gol
BASILNo se me quita el maldito resquemor que siento, aún tengo en mis manos la sangre de Mía, joder, no quería que esto pasara, pero Donovan me lo advirtió, me dijo que esto iba a pasar en cualquier momento, solo que no imaginé que fuera tan pronto. Y maldita sea, esa mujer es un dolor de cabeza, pero es mía, y es la mujer que elegí para estar conmigo. Sabiendo que no comprende lo que es la palabra para siempre, ella piensa que puede escapar de esto en cualquier momento, es más, apostaría a que piensa en todas las maneras posibles en las que puede hacerlo, el problema para ella, es que incrusté en su cuerpo un chip rastreador, cuando se quedó dormida en el avión, ni siquiera se dio cuenta de ello, lo último en tecnología. Lo hice no solo por tener el control sobre ella, sino, porque ahora que estamos en Rusia, necesito saber cada paso que da. Y ahora nos encontramos en el hospital de la mafia. En la sala de espera. Los pasos delicados y precisos de Emma llegan hasta nosotros, pero
EMMANo me arrepiento, no hice nada malo, desde que vi a Mía entrar como cordero al matadero a la Bratva, supe que estaba muerta de miedo, quise ayudarla, quise hacer que se sintiera como en casa, por ello tomé la decisión de ser su amiga, y por ende, le di los anticonceptivos, pero no imaginé que Basil quisiera tener hijos tan pronto. —Imprudente —murmura de malas Donovan. —¡Eh! Siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal, cuando escucho la voz de Akin a mis espaldas, tenso el cuerpo, Donovan detiene sus pasos y voltea a verlo ajustando su agarre contra mi pobre brazo, es la primera muestra pública que hace desde que salimos, con él todo tiene que ser secreto, no hay salidas fáciles. —¿Se te perdió algo, Akin? El tono que emplea Donovan no me gusta nada, siento que he dejado de respirar, Akin es uno de mis mejores amigos y no quiero que salga lastimado, por lo que trato de hacer contacto con él para pedirle en silencio que no cometa ninguna tontería. Sin embargo, no me prest