MÍACuando abro los ojos, siento cómo si un enorme terremoto hubiera sacudido mo cuerpo, todo me duele, incluyendo la cabeza que me estalla en mil pedazos. El aire colapsa en mis pulmones y creo que estoy perdiendo la cordura de cada uno de los nervios de mi sistema. Trato de inspirar duro, de respirar una bocanada de aire profundo, y lo hago, hasta que poco a poco tomo el valor de abrir los ojos, los recuerdos de la noche anterior llegan a mi mente y siento un dolor punzante en mi vientre bajo. Me dispararon, lo recuerdo, lo sé bien, lo sentí, en cuanto el impacto de bala choco contra mi cuerpo, todo me dio vueltas y lo único que recuerdo antes de hundirme en la oscuridad, fue el rostro ilegible de Basil, sus ojos feroces, aun en esa situación podía sentir su rabia. Y ahora, noto que no me encuentro en un hospital, reconozco el techo de la habitación que se supone, ahora tendré que compartir con él, un nuevo golpe de realidad viene a mí, y eso solo hace que una parte profunda quid
EMMACon cada golpe, pienso que se trata de Donovan, siempre entreno por las noches, en la quietud de la oscuridad, de esa manera no tengo distracciones, porque sí, pese a ser un miembro importante de esta organización, vamos, eso no quita el hecho de que sea una mujer, y ver todos esos cuerpos esculpidos como si fueran dioses griegos a mi alrededor, es una enorme distracción. Pero eso no es lo que me tiene en conflicto, sino, el hecho de que Donovan me esté engañando con esa pelirroja de mierda, su verdadero nombre es María, y es una perra, su compañera es una zorra que desde que lo vio y se enteró de que iba a trabajar con él, nunca le quitó los ojos de encima. Ahora, debo encontrar la manera de terminar con él, es lo mejor, no soy de las que vive con un par de enormes cuernos, además, soy demasiado para alguien como él, lo amo, no lo voy a negar, mucho menos a mí misma, pero no quita el hecho de que me haya sido infiel. Sé que por aquí eso es normal entre los hombres de la Bratv
MÍA No puedo creer lo que está pasando, es decir, hasta hace apenas algunas semanas yo tenía una vida que podría considerarse como algo normal, y ahora, me veo envuelta en medio de una guerra entre mafias, en un mundo del que ni siquiera estaba consiente que existía, y ahora, estoy casada con el líder de la mafia rusa, uno que no me dejará libre, que quiere un hijo, aunque puedo tomar como punto a mi favor, el hecho de que no me quieran cerca muchas personas, y una de ellas, la más importante, es Dimitri Sokolov, el tío de Basil y hermano mayor de Viktoria. —Esto es demasiado agotador —susurro para mí misma, o al menos eso es lo que creo. —Algo en lo que estamos de acuerdo. Me doy la vuelta y enseguida me doy cuenta de que se trata de Emma, siento cómo en mi rostro se esboza una sonrisa que va de oreja a oreja, sin embargo, eso se esfuma tan pronto, ya que detallo su rostro y sé de manera inmediata que algo no anda bien. Ella tiene los ojos inyectados en sangre, como si hubie
MÍABasil no me cuenta muchas cosas, y esta es una de ellas, porque en su rostro veo no solo la preocupación reflejada, sino, la rabia que contiene en su interior. —Un consejero, ¿es importante? Creí que querías que descansara —musito por lo bajo, con la intención de que me deje faltar. —No puedo —refuta—. Tienes que estar presente, él ha venido solo para conocerte, aunque te seré sincero, esto es nada más una prueba. —¿Una prueba? —Ya todos saben que eres mi esposa, mi mujer, pero no saben nada de ti, entrar a una organización si no eres una mujer que ha nacido dentro del mundo criminal, no es una cosa fácil, todo el mundo desconfía de ti cada que puede, y ahora mismo, pese a que nadie se atreve a contradecir mis decisiones, ellos dudan de que puedas tener las capacidades que se necesita en tu puesto. —¿Mi puesto? —me señalo a mí misma. —Sí, eres la Koroleva, ya te lo he dicho, mi esposa, tienes un papel importante en mi vida y en la de los demás miembros de la organización. H
MÍANo he podido probar alimento en lo que queda del día, tampoco he visto o he hablado con Basil, temo que haya pensado mal de mí con todo lo que le dije, pero no me arrepiento, fui sincera, y eso es lo único que me hace sentir tranquila. Son las seis y media de la tarde, por lo que cuando termino de alistarme, sintiéndome como un ave enjaulada, salgo de la habitación, caminando por los corredores, me doy cuenta de que hay un guardia a cada tanto en las esquinas, me doy cuenta de que cada uno me mira a detalle, como si estuvieran estudiando cada uno de mis pasos, de mis movimientos. Antes de llegar a las escaleras, me detengo en seco al ver a Basil, acorralando a una mujer que por la vestimenta, me doy cuenta de que se trata de una sirvienta, o sumisa, como los rusos le llaman. Tiene rodeado su cuello con su mano, le dice algo al oído y enseguida le toca los pechos, el asunto es que no lo hace de una manera sexual, más bien, brutal. La chica no tarda en darse cuenta de mi presenci
MÍAEspero paciente a que Basil haga algo al respecto, como alejarlo de mí, o incluso a lanzarse sobre él, pero no lo hace, el ataque en su contra de alguna manera, no llega, lo que hace que un nuevo temor invada mi sistema, el beso no dura mucho tampoco, de hecho, es superficial y casi fugaz. En definitiva no estoy acostumbrada a la Bratva y creo que en el fondo, sé tan bien como todos los presentes, que nunca lo estaré. —Siento que sea de esta manera, pero es la bienvenida que los viejos mandos como yo, solemos darle a las Korolevas —mira a Viktoria—. También besé en su momento a la madre de Basil. —Y no fue nada grato, Ludo Kutzova —baja el arma Viktoria y vuelve a tomar asiento—. Empecemos. «Esta familia es de locos» pienso para mis adentros. Noto que también llega Donovan, este parece estar presente solo en persona, porque por su mirada perdida y movimientos bien estudiados al momento de tomar asiento, su mente no está aquí. Apenas intento dar un paso, cuando Basil me rodea
MÍALa capa de humo hace que mis sentidos se nublen, el miedo recorre cada una de mis venas, sin embargo, no dejo que me paralice, Basil me mantiene abajo mientras somos rodeados por varios de sus hombres, nos defienden de cualquier ataque, los disparos y las detonaciones no dejan de escucharse de fondo, él habla por teléfono con alguien, da instrucciones en ruso hasta que cuelga. Le toma solo un minuto, su mano descansa sobre mi espalda baja y creo que quiero decirle que se aparte, que no lo haga más, pero honestamente, no tenemos tiempo para esto. —¿Qué es lo que sucede? —me armo de valor para preguntar. Los ojos de Basil no se apartan de todo nuestro alrededor, la sonrisa que creí ver antes se ha esfumado. —Nos están atacando. —¿Quienes? Basil se me queda viendo, enseguida me levanta como si yo fuese una muñeca de trapo sin vida y siento al instante mis piernas débiles. —Basil —Donovan se acerca saliendo no sé de dónde—. Son los italianos. Basil frunce el ceño. —¿Estás seg
MÍA Decisiones. Eso es lo que me lleva a caminar a prisa de la mano de un hombre mucho mayor que yo, en cuanto me alejo de Basil, este tira de mí con delicadeza, su tacto es amable, suave, incluso me toca como si no quisiera, como si me fuera a romper enseguida en mil pedazos. Y por muy loco que parezca, me siento… protegida con este hombre. —¡Mía! La voz de Basil me detiene por unos segundos, pero no giro. —Te encontraré —su voz dura es una sentencia que cae sobre mis hombros—. Y cuando lo haga, te dolerá. Mis mejillas se calientan porque sé a lo que se refiere, no digo nada más, solo me alejo en cuanto los disparos aumentan, junto con las detonaciones de bombas. Nos apresuramos hasta salir de ese sitio. Los hombres que nos escoltan hacen todo lo posible por defendernos. La brisa gélida golpea mi rostro y me quedo quieta solo por un segundo, mirando al cielo, dos jets parecidos a los de guerra, con la bandera italiana, pasan por encima de nosotros, se dan una media vuelt