CAPÍTULO 35: Boss

MÍA

—Tienes que detenerte, Basil —mi voz suena como un eco irracional en medio de las paredes de la habitación—. Me duele.

Lo hace, Basil no se ha detenido, me ha estado follando desde que me desperté, me folla en posiciones que jamás creí posible que experimentaría, me folla como si se le estuviera acabando el tiempo para algo, estoy agotada, adolorida, el sexo no era parte del trato y él lo sabe, el problema es que me hace tocar los orgasmos más salvajes que me dejan sin aliento y sin fuerzas para llevarle la contraria.

Me tiene ahora en una posición de cuatro, mis piernas tiemblan con el poder de empuje de cada una de sus arremetidas, sus manos se aferran con dureza en mis caderas, sintiendo como la fuerza que ejercen sus dedos en el agarre sobre mi piel, quema. El sonido encharcado me embriaga, agarro las sábanas con fuerza, con ambas manos, respirando hondo. Tratando de mantener la calma.

—Basil… ah, ah, ah —jadeo.

Siento que el corazón se me vuelve a salir del pecho, una y ot
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