BASILUNA HORA ANTES. Mi polla se endurece con el solo recuerdo del sabor y la suavidad del coño de Mía Bennett, esa mujer se ha metido muy por debajo de mi piel sin que lo haya planeado, cometí el error de llamarla Portia, algo que me pesa no solo en los hombros, sino, en el pecho. No pienso cometer los mismos errores, y puede que al principio hice esto con fines egoístas, en especial porque la investigué. No, no es Portia, no se parecen en nada, son dos polos opuestos pese al gran parecido que tienen las dos, y ahora, puede que me esté comportando como el hijo de puta más grande de la historia, al tenerla solo para mí, al quererla solo para mí, pero no me importa, ella es mía, tiene que serlo, no es por el contrato, debe estar mal si piensa que la dejaré ir. Muevo el cuello con estrés, su piel, su sabor, el sonido de sus gemidos, él cómo decía mi nombre mientras tocaba su orgasmo, sentir su coño estrecho, quiero partirla, quiero abrirla en dos, algo me dice que la polla de mi sob
MÍAMINUTOS ANTES… Cuando Lance se me viene encima, todo parece estar en cámara lenta, al principio pensé que solo se trataba de un sucio juego de mi mente, pero después, supe que no era así, esto de verdad estaba pasando. —¡Suéltame! —intento alejarlo. Empujo su duro pecho pero este apenas y se mueve, siento que me estremezco de un modo que jamás creí posible, pero lo hago. —No creí que fueras una zorra tan astuta, Mía —brama tirando de mi cabello con una fuerza tan descomunal, que siento que me va a arrancar el cuero cabelludo. —Lance, déjame en paz —hay un nuevo intento porque entre en razón. Sin embargo, lo veo, la oscuridad retorcida en su mirada, esa que por un segundo me congela, tira con más fuerza y me duele la cabeza, así como todas mis extremidades. —Pudiste haber arruinado mis planes, pero no voy a dejar que él tenga la gloria por completo. —Qué… qué quieres decir con eso… Mi garganta se siente seca, rasposa, deseo que venga cualquier persona, quien sea que me pue
MÍALos labios de Basil se estampan de manera brutal contra los míos, me cuesta respirar, e incluso procesar lo que está pasando, mi mente se pone como una hoja en blanco hasta que recuerdo que esto no puede estar pasando, no le tengo miedo, pero es una locura. —Basil —logro articular entre besos. No me suelta. —Esto pasó porque aún no te he reclamado —brama besando ahora mi cuello. A diferencia de con Lance, esto se siente bien, demasiado bien, me excita de un modo que no creo capaz luego de un intento de violación, creí que estaría aturdida, pero no lo estoy, mucho menos cuando sus manos comienzan a recorrer mis caderas hasta llegar a mis nalgas, ahí las estruja. —Necesito marcarte para que nadie se te acerque —me dice al oído. —¿Qué quieres decir con eso? —jadeo.El agua caliente empapa nuestros cuerpos desnudos, haciendo que sienta la dureza de su erección golpeando mi vientre bajo. —Que eres mi esposa, ahora tienes que ser mi mujer —dice apagando la regadera. El agua deja
MÍAMe congelo, por un momento olvidé el hecho de que Lance intentó violarme y de que lo herí en defensa propia, solo hice lo que tenía que hacer, solo me defendí, ¿eso es mucho? Puede ser, ya que Almira me observa como si fuera la peor persona del mundo, me mira como si deseara que yo no hubiera existido. —Él está en la cárcel por intento de violación —la voz de Basil retumba por toda la estancia—. Y te pido de no le vuelvas a hablar de ese modo a Mía. Los ojos de Almira parecen desorbitados, como si estuviera a punto de tener un ataque y nadie hiciera nada para salvarle la vida. —¡Eso es mentira! —estalla, llena de rabia que va dirigida hacia mí—. ¡Lance jamás haría eso! —Hay pruebas de que sí —Basil da un paso adelante—. Sé que como su madre, solo intentas protegerlo como todo el tiempo lo ha hecho mi padre, pero él tiene que hacerse responsable de sus acciones, ahora mismo, ha dejado el nombre de los Grant, manchado, eso sí es de preocuparse. Tenso el cuerpo, siento la dura m
BASILNo dejo de pensar en ella, esa es la realidad, desde que vi su sangre virgen haciendo un desorden sobre mi polla, no la dejo de imaginar en mil posiciones mientras taladro su coño. Joder, me he follado a algunas mujeres, fieras, con la sangre tan podrida como la mente, mujeres que saben cómo satisfacer a un hombre debido a su experiencia como putas, y jamás me habían hecho sentir como Mía lo hace. Su maldita inocencia e inexperiencia hacen que todo el tiempo se me ponga dura y tengo que controlarme o de lo contrario, las cosas acabarán mal para nosotros dos. Como en este maldito momento, sus mejillas se tiñen de rojo carmín en cuanto le pregunto si le ha hecho una mamada a Lance. Sé, por la evasión de su mirada, que no lo ha hecho, no solo es virgen, sino, que acabo de descubrir que cada fibra de su cuerpo, cada espacio en blanco, es un maldito lienzo en blanco para mí, ya marqué su coño con mi semen, ahora, quiero hacer lo mismo con su boca. —Basil.Su voz me saca de mi ensi
MÍALevanto la mirada en dirección al espejo y al ver mi reflejo en este, no me reconozco, me he puesto el vestido que Basil compró para mí, me he arreglado y pienso que es algo exagerado, pero de lo que sí estoy segura es de que me hace ver como una mujer letal que es capaz de asesinar a cualquiera, eso sí es una realidad. Me muerdo el labio inferior, pensando en lo que hice esta mañana al llegar a la empresa, no he dejado de pensar en ello ni un solo momento, le hice una mamada a Basil, mi primera mamada, tuve su enorme miembro en la boca y me tragué por completo su semen. Se me hace agua a la boca tan solo pensar en sus gruñidos, en sus movimientos, en todo en general, en cómo bramaba mi nombre cuando explotó en mi boca, sentí que todo el mundo me daba vueltas, y ahora, se comporta distante, tal vez sea mi imaginación, pero es que no lo he visto desde esa vez. No almorzamos juntos, su secretaria dijo que estaba ocupado cuando fuí a verlo, ni siquiera me dejó pasar, argumentando
MÍA—¿Qué es una Koroleva? —pregunto mientras observo cómo Basil se viste luego de un baño. No ha dejado que baje sola, en cuanto dijo esas palabras se metió a la ducha sin decir una sola palabra más, en silencio y con ese rostro lleno de preocupación, me pregunto si esto es por algún asunto de la empresa. —Una reina —responde en tono neutro. Me quedo callada, es imposible sacarle más palabras cuando no quiere decir más, termina y me pongo de pie, no me gusta tener tantas joyas encima. —¿Qué te dijo mi padre? —En realidad nada —respondo con sinceridad—. Solo me puso el collar. Levanto la mirada y los ojos de Basil están oscuros, intensos, peligrosos. —¿Te encuentras bien? —frunzo el ceño. —¿Por qué lo preguntas? —Pareces molesto —niego con la cabeza—. Mejor dicho, pareces preocupado por algo, ¿está todo bien en la empresa? Él me mira, como si estuviera decidiendo algo, recorre mi cuerpo, estoy segura de que intenta decirme algo, pero enseguida niega cambiando de opinión y se
MÍACansada, estoy agotada, Basil se ha quedado abajo a despedir a los últimos invitados, como buen anfitrión lo hace, nadie se opuso a lo que dijo, en el fondo sé que es porque le tienen miedo, no porque no estén de acuerdo del todo, honestamente espero que no venga nadie, eso haría las cosas más fáciles para mí. Apenas estoy subiendo uno de los escalones, cuando la voz de Bill resuena por el vestíbulo principal, y todo mi cuerpo se eriza. Miro por encima de mi hombro, ahora no parece molesto, más bien, decepcionado. —Así que ahora estás registrada como Mía Sokolov —su voz es ronca. Trago grueso. —Basil así lo quiso —me giro—. No me dijo más. Los ojos de Bill son tan intensos como los de Basil, pero en estos hay algo más, preocupación, como si estuviera decepcionado en serio de mí, yo ni siquiera quería esto para mi vida, pero fue la única salida que encontré para poder recibir el dinero que me corresponde cono única heredera de la fortuna de mi padre y madre. Sigo pensando que