Inicio / Chick Lit / La Sumisa / Capítulo 01
Capítulo 01

LA SUMISA

Capítulo 01

Támara Williams

⋙════ ⋆★⋆ ════⋘

Arrugué la frente al sentir todas las vibraciones de mi cuerpo por cada movimiento coordinado y algo toscos de Mark dentro mi vagina. Mis manos viajaron hacia su cadera para acelerar el ritmo de cada uno de sus estocadas y cuando menos lo esperé mi novio se corrió tan rápido que no me dio oportunidad de ni siquiera llegar a un maldito y único orgasmo. Sus ojos se encontraban fijos sobre los míos y sonreí falsamente mientras que asentía con la cabeza fingiendo que todo estaba bien y que este había sido el mejor sexo de mi vida.

¡Y claro que no lo era!

Su cuerpo cayó a un costado de mí, sus manos se arrastraron hacia el nochero en busca de un cigarrillo, entre tanto que mi vagina seguía palpitante y deseosa de más.

Mis párpados se arrugaron con determinación, la fricción de mis piernas sobre mi coño húmedo logró canalizar un poco el deseo lujurioso de lograr un magnífico orgasmo a pesar de que Mark jamás me lo ha otorgado.

Llevamos tanto tiempo juntos, que no sé ni en qué momento las cosas empezaron a empeorar entre nosotros.

—¿Te gustó, nena? —La comisura de mis labios se elevó con algo de sarcasmo.

—Magnífico como siempre, cariño.

—¿Te hice daño?

¡Por Dios, me quiero reír! Sus ojos están llenos de preocupación, si bien, la pija de Mark es decente, pero su exageración me sorprende. ¡Solo tardó dos minutos dentro de mi sexo!

—Fuiste algo agresivo, cariño…

—Oh…—Sus ojos se abren—¿Enserio?

Juro que lo amo, lo amo mucho, pero esta situación me agota demasiado. Hace un par de semanas tuve que comprar un par de vibradores en línea para poder saciar lo que Mark no puede llenar.

Miré con detenimiento el reloj a un costado de la cama de su habitación y maldije al percatarme que casi era hora de la entrevista de trabajo que con tanta dificultad su padre había conseguido para mí y que por nada del mundo podía perder.

Al principio no estaba muy convencida de entrar a Go Space company, la multinacional más importante de tecnología en toda Europa, pero luego de aquel suceso que marcó mi vida para siempre, algo dentro de mí cambió de inmediato. Debía salir adelante y demostrarle a todo el mundo que no soy lo que ellos decían sobre mí.

Hace aproximadamente seis meses mamá murió de cáncer, pasamos casi tres años luchando contra esa m*****a enfermedad, pero al final ella se cansó de esto y su cuerpo no pudo más y falleció. Papá quedó devastado, la idea de perder al amor de su vida lo llevó a sumergirse en el alcohol y aunque antes de eso nuestra relación "Padre e Hija" no era la mejor, creo que después de esto las cosas se complicaron para nosotros.

Tengo diecinueve años y una vida completamente caótica, no puedo decir que soy alguien fuerte y siendo honesta siempre me he cuestionado porque Mark seguía estando conmigo luego de vivir en carne propia todas las cosas horribles que presenciamos en la escuela, juntos. En muchas ocasiones la idea del suicidio llegó a mi mente, pero luego de empezar una relación con él las cosas fueron mejorando poco a poco para mí, aunque de alguna forma suelo sentirme "Rota" cada tanto.

Mi madre siempre fue mi polo a tierra y ahora que ella ya se marchó de este mundo, siento que camino sin rumbo fijo, sin un lugar a donde recurrir en mis días de soledad. Es como si no tuviese un propósito para existir a pesar de tener el amor del hombre que me mira como si fuese lo más importante en su mundo.

Besé su boca con tanto anhelo al recordar de que, a pesar de nuestro mal sexo, él ha sido muy bueno conmigo, no sé que hubiese sido de mí sin Mark, luego de tantas cosas tan horribles que me han pasado este último tiempo. Me levanté de la cama para ponerme la americana y buscar mi currículum que presentaré hoy a mi nuevo jefe si es que me llegasen a contratar. Aunque ya lo estoy dudando.

Mi corazón latía con demasiada insistencia y debía respirar hondo para controlar mi pulso y no sufrir algún tipo de shock nervioso o algo mucho peor. Soy un completo desastre.

—¿Estás lista? —preguntó Mark subiéndose la cremallera de su pantalón, su cabello color azabache se mueve por la brisa que se cuela de la ventana abierta de su habitación. —Sé que te irá bien, papá a hablado muy bien de ti con el señor Bellucci—soltó con un entusiasmo contagioso que logra hacerme sonreír. Sus padres me aman como la hija que jamás tuvieron, y de cierta manera yo los veo de la misma manera. —Yo creo en ti...

«Yo creo en ti»

Estas son cosas que Mark suele decir con frecuencia y aunque me cuesta creerlas, con solo verlo sonreír se que todo estará bien. Este tipo de cosas me hacían mantenerme en pie, tiré de nuevo de ella para volverla a besar, anoche tuve un momento terrible con mi padre; por más que le he dicho que debe de dejar ir a mi madre, él sigue en negación. Creo que mi familia se ha desmoronado y ya no queda nada.

—¿Puedo dormir aquí hoy?

—¿Peleaste de nuevo con tu papá? —Asentí con la cabeza sin dar muchas explicaciones, busqué la pequeña maleta de cuero fino que compré hace un par de años y que seguía usando porque es la única cosa costosa que pude costearme en mi vida y guardé de prisa todos los documentos que necesitaría para la entrevista.

—¿Llevas suficiente dinero? —El chico de ojos claros cuestionó mirándome sin ningún tipo de expresión.

—Lo suficiente para volver a casa—. Respondí saliendo de su habitación.

Tardé aproximadamente quince minutos en tomar un maldito taxi, el cielo en Green Town está nublado y lo único malo que me podría pasar ahora mismo es que empiece a llover de la nada. Miré mi reloj de pulsera y le pedí entre jadeos al conductor que acelerara ya que faltaban solo diez minutos para empezar mi cita con el gerente de la compañía y no deseaba por nada del mundo perder esta oportunidad.

Me bajé rápidamente apenas llegamos, pero terminé deteniéndome en el instante en que la primera gota de agua lluvia rocío mi cabeza, corrí hasta la entrada para protegerme y decidí entrar enseguida para no perder más tiempo.

Una mujer elegante y rubia me quedó viendo un par de segundos apenas logré encontrar la recepción en un enorme edificio de casi ochenta pisos, sus ojos viajaron por todo mi cuerpo, pero terminó rodando los ojos y yo me encorvé de hombros al darme cuenta de algo. Todo mi traje estaba vuelto una porquería. Mi camisa blanca estaba empapada, la americana arrugada y ni hablar de mis zapatos y mi falda.

Pasé mis manos por mi pelirrojo cabello, no era hora para lamentarse, es hoy o nunca, Tam Williams.

—La compañía odia las impuntualidades...—tragué con dificultad en silencio. —El señor Bellucci te atenderá en un par de minutos...—abrí los ojos sin comprender algo—Una secretaria te traerá algo de beber, arréglate este horroroso atuendo y límpiate la cara.

—Disculpé...—solté con mi voz quebrada, mi corazón latía demasiado rápido.

—Soy Vivika D'Angelo, me puedes llamar por mi nombre.

—Señora Vivika, ¿Me atenderá el gerente de GO Space?

La mujer colocó una expresión que no podría describir fácilmente, era como confusión—. El presidente decidió repentinamente atender él personalmente las entrevistas para el puesto de su secretario personal...

¿secretaria personal?

Me paré de esa silla como alma que lleva el diablo, Mark me había dicho que el puesto para el que me postulaba era para archivos, jamás me dijo que era para algo así. —Debe de haber un error...—mascullé con mi respiración entre cortada. Sin duda alguna no estaba preparado para esto.

—El señor Bellucci necesita una persona que esté veinticuatro horas para él y, además, la paga es demasiado buena. Díez mil dólares mensuales.

Sin duda alguna me volví a sentar.

—¿Por qué tanto dinero?

Pregunté sin vacilar.

No me tengo que acostar con él, ¿verdad?

¡No, claro que no!

La italiana me observó por un momento para luego soltarse a reír—El señor Bellucci es algo...—se acercó un poco hacía donde estoy— “Especial...”—parpadeé un par de veces sin entender muy bien a qué se refería con todo esto—Le llaman "Tirano"

Ambos brincamos al mismo tiempo al sentir a alguien carraspear de la nada, un tipo enorme con mirada tosca y sonrisa ladina nos miró con el entrecejo arrugado y un aura siniestra que me hizo dudar de mi existencia por un segundo.

—¿Donde está la candidata, Vivika? —cuestionó el sujeto de cabello tan oscuro como la noche, estaba nerviosa, eso no podía negarlo, sentía como mi corazón latía demasiado rápido cuando su boca pronunció tan perfectamente mi nombre y podía jurar que jamás en mi vida había escuchado a alguien tan varonil como él—¿Señorita Williams? Mucho gusto, soy Magno Belucci, o, mejor dicho, el tirano…

Vivika se encogió de hombros ante la mirada penetrante de su jefe.

Moví mis pestañas al volver a tocar la tierra con mis pies, mis manos se encontraban temblorosas y aunque intenté soltar algo en respuesta a lo que sea de que me haya dicho, solo podía comprender una cosa. Lo más probable es que el señor presidente esté pensando que no soy apta para este puesto y ante sus ojos solo sea una cría sin experiencia alguna.

Caminé detrás de él y me encorvé de hombros al ver como rodó los ojos al saber que no había más personas postulados para este trabajo—¿Cierro la puerta? —hablé entre gemidos, ya que al señor Magno se le había ocurrido subir las escaleras en vez de tomar el elevador.

—No te he dado permiso para hablar. —Manifestó sentándose sobre un enorme y elegante sillón de cuero que lo hacía lucir como todo un dios.

Mi respiración se cortó de inmediato. —Lo sien…—El italiano de espalda ancha elevó las cejas mostrándose así un poco molesto por mi desobediencia.

—¿Qué edad tienes?

—Diecinueve, señor.

El italiano señaló la silla delante de su escritorio y con algo de torpeza me senté, dejé todas mis cosas a un lado de mis pies para fijar los ojos de nuevo sobre él.

—Eres algo desordenada…—Sus ojos viajaron hacia el piso en donde se encontraba todo mi reguero. Con algo de torpeza lo acomodé debajo de la silla para intentar arreglar un poco mi pésima impresión ante este impactante hombre. —¿Con quién vives?

Mis manos estaban sudorosas y a cada tanto debía secarlas con el borde de mi americana—Solo con mi padre.

—¿Estudias?

Moví la cabeza para afirma su pregunta—Contabilidad y en realidad...—levantó su cabeza al sentir curiosidad por mi pregunta—Mi novio me dijo que...

—¿Tiene novio? —Interrumpió lleno de curiosidad. El presidente de esta compañía arrastró hacía él un pequeño y elegante bolígrafo que luego de algunos segundos jugueteando con este entre sus dedos, empezó a señalarme descaradamente.

—¿Perdone? —Arrugué un poco la piel de mi frente. Sentía que esta pregunta era demasiado personal y no tenía porque interesarle.

Magno rodeó su escritorio para apoyarse en el borde de este—¿A su novio le molestará que ahora sea completamente mía?

Un espasmo extraño recorrió todo mi cuerpo en este justo instante en que soltó tales palabras—¿Disculpe?

Su risa llenó todo el lugar y más estúpida no podía sentirme; en verdad todo esto estaba yendo de mal en peor.

—Eres demasiado tierna, Támara, tus mejillas se ven preciosas en ese color carmesí, pero ya hablando sobre este trabajo, espero que su novio no sea celoso porque desde ahora estará más tiempo conmigo que con él.

Prensé mi labio inferior al no encontrar las palabras adecuadas para responderle. —Aún no he aceptado—Me atreví a decir.

El presidente detuvo lo que estaba haciendo—Le daré el dinero que sea necesario para tenerla conmigo, pero de esta oficina no sales hasta que firmes este contrato...

¿Por qué tengo un mal presentimiento con todo esto?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo