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Capítulo 02

LA SUMISA

Capítulo 02

Támara Williams

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Mark no había parado de gritar de emoción desde que llegué de la compañía del señor Bellucci. George, el padre de mi novio sacó hace un par de minutos  una de las mejores botellas de su reserva de vinos para "Celebrar" un nuevo puesto que ni siquiera he aceptado todavía.

Miré mi maleta donde tengo el contrato que el presidente de Go Space me había otorgado para que estudiara todo a detenimiento en casa sobre mis funciones como su nueva secretaria personal, pero dejó muy en claro que no aceptaría nunca de mi parte un "No" como respuesta—Toma, hija—agarré el cristal de la copa con mis manos sudorosas, mi estómago estaba revuelto y un nudo se formaba en mi garganta al no encontrar las palabras adecuadas para decirles la verdad. —Estamos tan felices de que por fin nuestra hijo tenga a alguien de su nivel...—las palabras de mi suegro me estaban confundiendo.

Parpadeé mirando mis piernas fijamente—¿Cómo dijo?—Mascullé con algo de agresividad, entre tanto Mark se aferró a mi brazo derecho asustado.

—George...—le advierte su esposa.—Támara es un buena chica y sabes que nuestro bebé la ama y por eso apoyamos esta relación.

Mis ojos se fijaron sobre ambos—Sé que no soy millonaria como ustedes,—escupí sonriente—pero de una cosa si pueden estar convencidos, es que yo amo a su hijo y que jamás sería capaz de herir sus sentimientos.

Mark besó la palma de mi mano convencido de mis palabras.

—Tam.—giré mi rostro al escuchar la voz de George—Los padres siempre van a querer lo mejor para sus hijos y quiero pedirte disculpas por lo que acaba de suceder—negué pero él me señaló con la mano para que lo dejara continuar—Sé que serías capaz de todo por mi único hijo, lo haz cuidado y amado desde que eran unos niños, y a pesar de que tu vida no es fácil y no haces parte de nuestro círculo social, nos haz demostrado que eres la adecuada para él.

Tomé su mano cuando la estiró hacia mi dirección para reiterar sus disculpas—Creo que es hora de marcharme.—Me levanté del sillón en donde estaba sentada desde que había llegado al apartamento de la familia Carson haciendo que todos los presentes imitaran mi acción.

Mark me acompañó hasta la entrada y me despedí de él sin decir más nada. Había tenido demasiadas emociones durante el día y lo único que necesitaba en ese momento era poder aclarar lo que estaba sintiendo.

Me sentía frustrada porque sabía que de cierta manera, George Carson tenía razón. ¿Qué futuro le esperaba a su hijo conmigo? Seríamos la burla de sus amigos por haberse fijado en una mujer pobre como yo. Aunque ambos éramos jóvenes y teníamos una vida por adelante. ¿Cómo me veía en un par de años más con Mark Carson?

Creo que mi única meta hasta ese entonces era seguir con vida, pero llegar a casa y ver a la única persona en este mundo que llevaba en sus venas mi sangre me hacía pensar en algo. Soy tan poca cosa y es  por eso mismo que jamás he podido retener a las personas conmigo.

Intenté quitarle la botella a papá, pero un golpe fuerte sobre mi rostro me hace detenerme. Me ha golpeado de nuevo por querer detener su maldito vicio que lo está consumiendo día tras día.

—¡Muérete, Zorra!—masculló el hombre que me dio la vida, tambaleándose de un lado hacia el otro—¿Aún Mark piensa que eres una mujer de verdad? Con solo verte sé que eres una pu...—me doy la vuelta tapándome los oídos y marchándome lejos de él lo más rápido posible, pero frené en seco al sentir un impacto fuerte sobre mi cabeza.

Algo se sentía realmente húmedo, abrí los ojos los cuales no tardaron en volverse cristalinos al ver el líquido color carmesí adueñarse de mi mano derecha—Estoy sangrando...—solté aterrada. Una de las cosas que más odiaba en la vida era ver sangre. Mamá cada vez que me caía o me hacía daño evitaba a toda costa que lo presenciara; porque sabía que entraba en pánico y podía desmayarme.

Zafé los primeros botones de mi camisa, el aire no entraba muy bien a nuestro pequeño y poco ventilado apartamento, así que como podía me arrastré hasta el baño, abrí con mis manos vuelta nada el estante de medicamentos pero la sangre seguía sin detenerse.—Tengo...Tengo que pedir ayuda...—miré como pude el reloj en mi mano, eran casi la una de la madrugada, no podía llamar a mi novio a esta hora.

Giré la perilla de la regadera e introduje mi cabeza sobre el chorro fuerte de agua. Mis ojos me dolían y la cabeza me daba demasiadas vueltas, luego de algunos segundos encontré algo de gasas recordando cada vez que mi madre me curaba cuando esas bestias de la preparatoria solían meterse casi todo el tiempo conmigo solo por parecer según ellos  una “Frágil y estúpida chica”

Llevé hacia mi boca un ibuprofeno y aunque intenté recordar como llegué hasta mi cama no pude. Esa noche creía que de verdad iba a morir por culpa de mi propio padre.

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Suspiré.

Titubeé un par de veces antes de tomar los papeles del contrato de Go Space. Mi estómago rugía de hambre pero sabía que papá aún se encontraba merodeando la casa; así que decidí mejor quedarme encerrada dentro de mi habitación ya que de todos modos hoy no tenía clases.

Abrí la pequeña ventana de mi cuarto para que circulara un poco el aire, hoy más que nunca el día estaba caluroso y vivir en la pocilga en donde estamos desde que nos echaron de la casa en donde vivíamos con mamá, las cosas fueron empeorando con el tiempo.

A papá la empresa donde trabajaba lo despidieron por incumplimiento del contrato y estabamos viviendo gracias a los ahorros de toda la vida de mi madre y a las donaciones de algunos de mis tíos.

Díez mil dólares al mes mejoraría muestra vida, podría pagar la terapia para que mi padre abandone el vicio del alcohol y además tendría todo lo necesario para hacer a Mark feliz.

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"Celebración del presente contrato por ambas partes..."

Me removí sobre mi asiento al sentir mi móvil vibrar debajo de mí, desbloqueé la pantalla y fruncí las cejas al ver un mensaje de un número desconocido. Me metí en la aplicación para leer el texto, pero terminé abriendo los ojos al percatarme de quien me había escrito.

"¿Ya firmaste?

Att: Magno Bellucci"

OK, no me voy a alterar.

Es normal que tenga mi número, estaba en el currículum.

"Sí ya leíste mi mensaje, ¿Por qué no me responde?"

¡Respira, Támara! ¡Tienes que respirar!

¡¿Ahora que hago?! ¿Por qué estoy entrando en pánico?

Piensa...

"Me estaba bañando, lo siento. Aún no he firmado el contrato"

Enviar.

Brinqué al recibir su respuesta inmediata.

"¿Se estaba bañando? ¡Vaya dato interesante! Pero recuerde firmar hoy mismo el contrato, lo quiero a usted de secretaria, a nadie más"

M****a...

¿Debería hacer esto? Realmente pensé que no sería nada difícil, he vivido cosas peores y creo que podría sobrellevar esto también. Algunos puntos son inquietantes.

1.2 La secretaria personal debe estar disponible a cualquier hora del día para el Presidente de la compañía.

1.3 La secretaria personal tendrá prohibido divulgar por cualquier tipo de medio, toda acción que escuche o vea.

1.4 La secretaria personal será la sombra de su presidente y lo ayudará a ocultar las evidencias que sean necesarias para no vincular a su jefe en actos ilegales.

¿Eso es legal?

Busqué mi móvil para enviarle un mensaje, habían cosas que no entendía y preferiría preguntar antes de dar el siguiente paso.

"Señor, Bellucci, tengo una pregunta que hacerle"

Arrugué las cejas al leer su respuesta:

"Te recojo en cinco minutos y más te vale que no me hagas esperar"

¡Son las diez de la mañana!

Bajé rápidamente al darme cuenta que no le costó mucho tiempo llegar hasta mi vecindario. Algunos vagos de la zona observaban con codicia el coche de lujo del señor Presidente, así que caminé lo más de prisa que pude para despejar toda idea de robo por parte de ellos.

Toqué un par de veces el vidrio del auto, prensé mi labio inferior al observar como se deslizaba el vidrio polarizado del lambo que manejaba el magnate italiano. Su ceño fruncido me hacía caer en cuenta que algo le molestaba, sus ojos viajaron hacia mi cuello y luego hacia mi pecho—¿No tienes frío? Eso que llamas "Pijama" no te cubre nada.

Rodeé mi cuerpo con mis manos pero volví a mirarlo al escuchar el clic de la puerta del lado del asiento del copiloto.

—No era necesario que viniera usted mismo.

Solté de la nada.

—Tam, querida, Tam, yo jamás hago nada por impulso...—tira de la puerta para que entre—Ahora sé una niña obediente y sube al coche.

Mire todo a mi alrededor y me inquietó algo.

—¿A donde vamos? No estoy en condiciones de salir vestida de esta forma—intenté postergarlo.

Sonríe.

—Lo que use es lo de menos, de todas formas no durarás mucho tiempo con eso puesto, y de todos modos la llevaré a un hotel, ¿Tienes unas preguntas que hacerme, no? ¿O prefieres que te lleve a mi casa?

Pasé saliva y me cuestioné:

¿Qué quiso decir con eso?

¿Qué malo podría sucederme, si me voy con él...?

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