Luz sabía que su piel era blanca, pero nunca pensó que podría ponerse mucho más pálida de lo que ya era y eso lo supo en cuanto escuchó la noticia. —Sí, puede, y también puede dañar al feto en tu matriz cuando intente regresar. —Espera... espera... dame algo de espacio... necesito aire... necesito... sácame, sácame de aquí ahora mismo... ¡sácame! —dijo casi gritando, entrando en pánico total mientras corría de un lado a otro desesperada—. ¡Quiero que me saques de aquí inmediatamente! ¡Sácame de aquí! El corazón de Luz latió con fuerza y el aire comenzó a entrar de nuevo en sus pulmones cuando Zacarías abrió aquella jaula y ella salió disparada a la primera ventana que vio. Aire... eso era todo lo que Luz quería... algo de aire que pudiera ayudarla a procesar todo el infierno por el que estaba pasando y ayudarla a resolver todo lo que estaba pasando antes de que este gran cambio se volviera permanente. —Imposible… —fue lo primero que salió de sus labios temblorosos mientras se lle
Luz camino despacio dentro de la habitación limpiando sus lágrimas, lo que menos quería era que vinieran a hacerle preguntas que todos en aquel maldito lugar ya sabían. —Parece que se sumó otra víctima a la carnicería de Nero. Luz se giró con cara de asesina hacia Marciel, tenía una sonrisa burlona en el rostro qué se borró cuando ella derramó la primera lágrima sin darse cuenta. —No estoy de humor para tus bromas —gruño dándose la vuelta—. Regresa en otro momento. Marciel tragó en seco y sintió que un nudo se formaba en su estómago. Había escuchado con claridad la conversación entre ambos y le parecía cruel que Nero le dijera semejante cosa a aquella mujer. Un sentimiento de culpa invadió su corazón, debía de cumplir la orden que su padre le había dado, pero allí estaba ella, con un hijo en su vientre y del mismo hombre que le había arrancado todo lo que una vez amo. Dio un paso hacia Luz y se agacho frente a ella en cuanto tomó asiento en aquel sofá que le parecía demasiado gra
Los gritos de Luz se escucharon por toda la torre cuando Nero la sacó a empujones de allí. —¿¡Pero qué demonios te sucede!? —gruñó Luz soltándose bruscamente del agarre de Nero. —¿¡Qué demonios te sucede a tí!? ¿Ahora confías en él después de todo lo que hizo? Luz lo miró sorprendida dando un pasó atrás. No confiaba en él, pero le había demostrado mucho más en minutos de lo que Nero le había demostrado en meses. —¿Y qué si ahora confío en él? —le preguntó encogiéndose de hombros y lo vio caminar de un lado a otro con desesperación—. No parece tener malas intenciones... Fue sincero, mucho más de lo que has sido tú. —¡Ah! Ahora soy yo el malo de la historia, ¿No? ¡Eso sí es sorprendente tomando en cuenta la clase de persona que nos demostró ser! —Lo demostró por ti, Nero —espetó girando para irse, pero el la sostuvo del brazo, pegándole a su cuerpo—. ¡Déjame ir! —Primero prométeme no acercarte a él... —¡No voy a prometer algo que no cumpliré! Removió su cuerpo debajo de él, per
La sonrisa más repulsiva y llena de maldad se dibujaba en los labios de Penélope que escuchaba con atención los lamentos de Nero. Nunca en su vida se había sentido tan bien viendo a alguien lamentándose de ese modo y que Nero lo hiciera, en especial por ella, le daba una satisfacción inimaginable. —Así me gusta. Solo puedes rogar por mí. Esa mosca muerta no es nadie, ¡Ni siquiera competencia para mí! —se burló contando sus curvas desde los arbustos hasta que aquella silueta camino y se detuvo a espaldas de Nero—. ¡Maldita! —gruñó con los dientes apretados. Las rodillas de Nero dolían y las lágrimas estaban a punto de salirle, aquella fotografía le traía recuerdos muy crueles y su corazón no dejaba de repetir lo mismo. —Te extraño tanto... —¿Ella es... Tú mujer? La voz de Luz a sus espaldas le provocó un escalofrío, no la había oído llegar y pronto la ira invadió su corazón. —¿Qué haces aquí? —Te seguí... No es bueno que peleemos y dejemos a medias las cosas... —le respondió ar
Penélope no era de las qué veían y olvidaban. Su cuerpo giró con brusquedad sobre sus talones y pronto el camino de regreso al castillo se convirtió en un mar de lamentos hasta que llegó al cuarto principal. Todo estaba a oscuras, todo apuntaba a que parecía que pasaría otra noche sola. Sé quitó los zapatos y se puso cómoda agarrando una botella de vino del minibar de la habitación. Ni siquiera la había abierto cuando sus lágrimas comenzaron a caer con desesperación. —Cómo pudo hacerme esto... —sollozó abriendo la botella y dándole un buen trago—. Yo lo amaba, como a nadie lo amaba y allí estaba él revolcándose con la mosca muerta esa. —¿Fuiste a ver a Nero? —le preguntó una voz al fondo de la habitación, encendiendo la luz de una pequeña lámpara. Penélope dio un pequeño brinco del susto, pero finalmente acabó asintiendo. Entre lo ebria que se sentía y lo miserable que era ahora junto al hombre frente a ella, no tenía nada que perder con decirle la verdad. —¿Y qué si estuve con
Nero le sostuvo la puerta y la ayudo a entrar en la jaula. Su tamaño era mucho más pequeña que la anterior y parecía bastante incomoda, el único consuelo que acompañaba a Luz era que si todo salía como esperaban, finalmente lograría encajar. —Siéntate quieta mientras recito los párrafos. Luz asintió y se sentó en aquel suelo suave mientras Zacarías traía un libro antiguo llenó de polvo.—Bien, comencemos. Cuando el libro se abrió, la página apareció por sí sola y Zacarías comenzó a recitar cada una de las oraciones mientras aquel libro levitaba como si fuera sostenido por alguien más. A lo lejos un aullido se escuchó y el oído de Nero escuchó claramente las pisadas de alguien que venía a toda velocidad. —Está llegando… —advirtió alejándose de la jaula porque aquella loba venía con todas las intenciones de volver y el solo sería un obstáculo al que quitaría del camino con facilidad. Solo fueron minutos los que transcurrieron antes de que aquella loba enorme y hermosa llegara al l
Un lobo pardo de ojos azules muy claros veía con atención el escenario desde la oscuridad del bosque. Sus ojos analizaron el espacio con detenimiento, buscando el punto y momento exacto en el que pudiera hacer su primer movimiento.Luz se encontraba frente a Amelia, cada una tenía su frente pegada a la de la otra y los ojos cerrados mientras de ambas desprendía un esplendor blanco escarchado.—Se siente cálido, como si el sol estuviera a unos metros de distancia —alcanzó a murmurar Luz mientras el resplandor cubría lentamente su cuerpo."Deja que el calor te cubra. Concéntrate y yo haré el resto del trabajo".—Tengo un poco de miedo…"No tienes por qué tenerlo, Luz. La diosa esta de nuestro lado y estamos juntas, yo estoy contigo, siempre lo estaré".El corazón de Nero empezó a latir con fuerza cuando la loba comenzó a materializarse, convirtiéndose en una especie de niebla blanca que cubrió poco a poco el pequeño cuerpo de Luz hasta que finalmente desapareció.Su primer instinto fue
Marciel saldría a caminar por el bosque como cada media mañana, le encantaba que su lobo olfateara ese aroma a flores frescas que salía del bosque para luego correr, sintiendo el aire fresco recorrer su pelaje hasta llegar a la cima de una montaña donde solo allí podría encontrar su tranquilidad.Pero fue en la cima de la montaña donde vio a Luz hacer vínculo con su loba, a Nero mirando detenidamente y lo que más le llamó la atención: Zacarías tenía en sus manos el libro que nunca quiso mostrarle.—Qué demonios está sucediendo —dijo acercándose al lugar en donde estaban, pero escondiéndose entre los árboles.Cuando el anciano comenzó a recitar y todo finalmente sucumbió, Marciel se quedó con la boca abierta. La diosa había bendecido a un simple humano con el poder de atraer y sacar a su loba de su cuerpo.Apretó los dientes con fuerza y hecho las orejas hacia atrás, listo para atacar; sin embargo una maravillosa y terrible idea se le cruzo por la mente.Se paseó por el castillo donde