Marciel saldría a caminar por el bosque como cada media mañana, le encantaba que su lobo olfateara ese aroma a flores frescas que salía del bosque para luego correr, sintiendo el aire fresco recorrer su pelaje hasta llegar a la cima de una montaña donde solo allí podría encontrar su tranquilidad.Pero fue en la cima de la montaña donde vio a Luz hacer vínculo con su loba, a Nero mirando detenidamente y lo que más le llamó la atención: Zacarías tenía en sus manos el libro que nunca quiso mostrarle.—Qué demonios está sucediendo —dijo acercándose al lugar en donde estaban, pero escondiéndose entre los árboles.Cuando el anciano comenzó a recitar y todo finalmente sucumbió, Marciel se quedó con la boca abierta. La diosa había bendecido a un simple humano con el poder de atraer y sacar a su loba de su cuerpo.Apretó los dientes con fuerza y hecho las orejas hacia atrás, listo para atacar; sin embargo una maravillosa y terrible idea se le cruzo por la mente.Se paseó por el castillo donde
El cuerpo de Luz perdía la vida con cada segundo que pasaba. No era lo mismo un lobo sano y fuerte cargando su cuerpo que el de un hombre cuyos siglos ya no recordaba y que había sido entrenado para la educación y no para la batalla.—¡Resiste, Luz, no te vayas! —rogó casi imploró el anciano con lágrimas en los ojos.Jamás en sus siglos había visto la vida de alguien escaparse frente a sus ojos.—Por favor, diosa, ayúdala —murmuró Zacarías sacando todos los instrumentos y poniéndose manos a la obra.Cada pocos segundos, Nero volteaba a verla agonizar, sentía como le dolía y él no se sentía diferente, ahora que tenía a su loba de vuelta el vínculo se hacía fuerte, pero aunque la opresión en su garganta y la sensación de que perdía algo fueran fuertes, siempre regresaba a la mujer que tenía frente a él, cuyo cuerpo estaba más frío que una lápida y se negaba a verla morir nuevamente frente a sus ojos.—¿Estas bien? —le preguntó Zacarías y Nero se giró para verlo con el rostro desencajado
Penélope pasó un tragó sonoro antes de inventarse una historia con el poco tiempo que Nero le estaba dando para responder. Se le veía inquieto y frustrado, parecía el mismo Nero, pero si realmente lo hubiera sido, jamás le habría hecho aquella pregunta. —Diego… yo… Diego no… La lengua se le enredaba y todo el cuerpo le temblaba, el hombre frente a ella estaba perdiendo la paciencia y Penélope lo sabía. En lugar de verla fijamente a la cara como tenía de costumbre, se giraba cada cinco segundos en dirección a Luz, soltando un suspiro que le molestaba a Penélope. —¿¡Vas a escucharme o quieres ir con ella!? —le gritó irritada y el volteó de inmediato nervioso cuando Luz cruzó sus ojos con los de él—. Sí tan interesado estás en ella, ve. ¿A qué esperas para ir a olerle la cola? —No quiere verme, así que será mejor escuchar tu historia mientras me da una oportunidad… —¿Qué? ¿Es mi imaginación o me estás usando como distracción al asunto que tienes con esa mujer? —No eres una
Lo primero que vieron los ojos de Luz al despertar y asomarse a la ventana de su habitación en la torre, fue la figura de Penélope prendida del brazo de Nero dirigiéndose a quien sabe dónde. “No pierde el tiempo la desgraciada”, bufó molesta Amelia. Luz sentía lo enfadada que estaba y aquella sed de venganza hacía Penélope. “Apuesto que en cuanto tenga la oportunidad le abrirá las piernas”, apostó Amelia y Luz se carcajeó. “¡No lo dudes ni por un segundo, querida amiga!”. “Desde el instante en que vi nacer a esa mujer supe que era una desgracia. ¡La diosa también lo sabe! Por eso me envió contigo”. “¿Ella sabía que todo esto sucedería…?”. “Ella sabe todo sobre sus hijos”, aseguró Amelia y Luz por fin lo entendió. “La diosa lo tenía todo planeado. Increíble. Pero… aún así, ¿Cómo pudo permitir que ese niño fuera asesinado de aquella forma? Por su… No pudo terminar. Le provocó un revoltijo de emociones en el estómago que pocas veces había sentido. “No te sientas así… no es tu r
La tensión en el ambiente podía cortarse incluso con una tijera.Nero no lograba entender lo que Zacarías le había dicho.¿Oliver y Penélope?¿Penélope viva y su hijo muerto?¿Ambos juntos en su antiguo reino?—Esto… es demasiado para procesar.Nero lo sentía, todo estaba yendo demasiado rápido y las cosas solo se le empeoraban. —Ya lo sé.—Me es imposible creer que Penélope sea capaz de algo así.—No es imposible si eres alguien lleno de avaricia.La duda bailo sobre el rostro de Nero, le era imposible pensar que la que había sido su esposa fuera capaz de hacerle algo tan cruel.—Ella sabia que el reino de mis padres era importante para mí… y ni siquiera sé que sucedió con nuestro hijo. Zacarias podía escuchar el dolor en la voz de Nero, y lo entendía, había perdido su hijo en la guerra, pero si sus oídos escucharon bien la discusión entre el lobo de Nero y Penélope, lo que sufrió el hombre frente a él, había sido mucho peor.—Quizás… tu lobo sepa algo al respecto —lo intento incen
Los rayos del sol acariciaban la antigua mansión mientras Luz descendía del coche con pasos inseguros. Su corazón latía con fuerza y emoción mientras sostenía su vientre. Desde su partida con Nero, habían pasado varios meses.Ofelia, la fiel sirvienta de la casa, se acercó a ella con los ojos llenos de sorpresa y alegría.—¡Señora Luz! ¡Ha regresado! ¡Qué alegría verla de nuevo!Luz sonrió débilmente y asintió.—Sí, Ofelia. He vuelto. ¿Podrías llevarme a mi habitación? Necesito descansar un poco.—Por supuesto, señora. Déjeme ayudarla —dijo Ofelia con cariño mientras apoyaba a Luz para caminar.En la intimidad de su habitación, Luz se sentó en la cama y miró a Ofelia con seriedad.—Ofelia, necesito hablar contigo. Hay algo que debes saber.La sirvienta notó la seriedad en el rostro de Luz y se sentó a su lado, esperando pacientemente.—Estoy embarazada, Ofelia. Es el hijo de Nero —dijo Luz en un susurro, pero sus palabras resonaron en el silencio de la habitación.Ofelia abrió los ojo
El viento soplaba suavemente mientras Luz caminaba por los jardines de la mansión, sumida en sus pensamientos. Habían pasado varios días desde el inesperado encuentro con Penélope y Nero, y aunque las cosas se habían calmado un poco, Luz seguía sintiendo una gran inseguridad sobre su relación con su pareja destinada.Ahora tenia a su loba, pero ambas estaban en el mismo barco, aunque tuvieran el apoyo y la compañía de la otra. En su mente, se preguntaba si Nero seguía teniendo dudas sobre su pasado con Penélope y si realmente estaba comprometido a formar una familia con ella y su hijo que estaba a punto de nacer.En ese momento, Ofelia, la fiel criada de la casa, se acercó a Luz con una expresión preocupada en su rostro.—Señora Luz, hay algo que necesito decirle.Luz la miró con curiosidad y notó que había algo inusual en el tono de su voz.—¿Qué sucede, Ofelia?—Creo que debe saber que yo llamé al señor Nero y le pedí que viniera a la mansión. Pensé que sería importante que hablaran
Oliver había estado lidiando con un tormento interno desde que Penélope le hizo aquella terrible solicitud. Sabía que era una decisión equivocada y que nunca podría seguir adelante con algo tan cruel, pero también temía lo que Penélope pudiera hacerle si se negaba.Finalmente, después de varios días y años de lucha interna, Oliver decidió buscar a Nero para contarle la verdad sobre la solicitud de Penélope y deshacerse de ese peso que lo atormentaba.Encontró a Nero en la mansión, rodeado de pañales y juguetes para el bebé. Se veía feliz y emocionado, y Oliver sintió un nudo en la garganta al pensar en la verdad que tenía que revelarle.Se cercó lentamente al patio donde lo veía jugar con su hijo y este al verlo llegar se sorprendió.—Nero, necesito hablar contigo —dijo Oliver con seriedad.Nero miró a Oliver, notando su expresión preocupada.—¿Qué pasa?—¿Podemos hablar en otro lugar? Lo que tengo que decirte es delicado y no puede hablarse a los ventos de tu patio.Nero asintió y lo