La respiración de Nero se hizo más lenta a medida que pasaban los segundos, después de todo, esas palabras eran repetidas por aquellas mujeres como si fueran un mantra cada vez que alguien de su especie venía a visitarlas. Sin embargo, Luz no era una mujer lobo, era una humana, no tenía que preocuparse por nada.—¿Quedarse? ¿Es serio? ¡Es una humana! ¿Se han vuelto locas o no ven bien? —espetó con fastidio mientras Luz veía todo con expresión confundida.—Sigue siendo elegida por la diosa para ser una luna.—Tiene un valor exquisito —explicó otra de las hermanas.—¡Se queda! —dictó la mujer que los guió por el sendero.La mujer avanzó hacia ellos y Nero hizo un gesto involuntario para defenderse. —Si nos atacas, mueres, lobo.—Desataras una guerra… es mejor que te rindas y nos des lo que pedimos, al final, no eres más que un desterrado.Nero pasó saliva y se detuvo a pensar en la forma más viable de salir de ese lugar, pero lo único que podía hacer era sentir ese escalofrió recorrer
Durante un largo segundo la angustia lo dominó, solo podía ver en los ojos de Luz aquella determinación que se había quedado en lugar del miedo que sentía.—Creo que es lo mejor —dijo ella y él negó con la cabeza haciéndola dejar escapar un suspiro desesperado—. No tenemos ayuda, ni alguien que pueda hablar con ellas y no veo que quieran negociar algo más razonable.Nero pasó una mano por su cabello y lo alborotó con frustración mirando al suelo, luego abrió los ojos y levantó la vista hacia Luz, se había dado cuenta de algo importante que no tenía ningún sentido en esa situación.—¡Espera… espera…! —exclamó Nero devolviendo sus pasos hasta quedar frente de Marie—. ¿Por qué quieres que la convierta si eso no tiene nada que ver con mi sangre? Ella no hará ningún cambio ni le dará nada especial, hay algo más, ¿no es cierto?Marie se le quedó viendo con aquella molestia atravesándole por el rostro.—Estoy en lo cierto, ¿no? —siseó la voz seria y gélida de Nero—. Ustedes tienen algo más g
Por la tarde Nero ya estaba más que preparado. Sabía dónde encontrarla y la razón por la que se había ido, salió del despacho y subió corriendo al cuarto de Luz para hablar con ella, pero apenas llego la encontró profundamente dormida.Un sentimiento de culpa y angustia lo invadía, ahora que ella lo sabía todo seguramente se iría tan pronto como acabaran de resolver el problema y él no podría hacer nada para evitarlo porque además de que ella lo veía como un pago que debía hacerle, él se había comportado como un egoísta.—Cómo quisiera dejar de ser un idiota... —murmuró en voz baja, volviendo su mirada hacia la ventana del dormitorio y tapándose los ojos con frustración—. Tal vez así dejaría de hacer las cosas mal con ella.—No creo que dejes de ser un viejo idiota, pero al menos tratas de compensar lo que haces mal.Los ojos de Nero se abrieron y su corazón comenzó a latir con fuerza, no esperaba que ella estuviera despierta y menos aún que estuviera escuchando sus lamentos.Lo escuc
Si alguien deseaba que la tierra se abriera y se la tragara, esa era Luz Ortiz. ¡Sí! Porque no había nada más humillante para ella que parecer una acosadora.Ella se mordió los labios y miró de lado a lado mientras buscaba que decirle, cualquier cosa, ¡lo que fuera! Sin embargo no encontró nada y el silencio fue lo único que ocupo su respectivo sitio en el ambiente, además de la incomodidad, claro.Poco a poco, sintió que su cara se calentaba y sus piernas cedían como si estuvieran hechas de gelatina cuando intentaba regresar sus pasos para salir de allí.—¿Estás bien? Parece que tienes fiebre… ¿y si mejor vamos al hospital con Henry? Recuerda que no puedes estresarte... —le aconsejó él cada vez más preocupado.Pero por mucho que hablara Nero, Luz no lo escuchaba, solo veía lo guapo que se veía con esa camisa de manga larga arremangada hasta arriba de los codos y ese retoque que se había hecho en la barba que hacía que sus labios se vieran enmarcados y suaves, besables...Un paso al f
Unos ojos rojos se giraron a verla y entre los pliegues de los labios de aquel hombre había sangre... ¡Su sangre!De pronto un mareo comenzó a apoderarse de ella, Nero la tenía entre sus brazos, pero él no parecía ser Nero, ese era Raí.Una sonrisa se dibujó en el rostro del hombre. No era una llena de maldad ni de ganas de hacerle daño, era una que reflejaba amabilidad y alegría, algo que ella no entendía porque ahora se sentía mal.Su cuerpo comenzaba a hervir como si tuviese la fiebre al tope, sentía que sus ojos se apretaban en sus cuencas causándole dolor de cabeza, sentía su cuerpo crujir lentamente mientras sus huesos iban amoldándose en alguna forma extraña, los mareos no cesaban en las continuas palabras de alguien dentro de su cabeza no querían parar.—¿Qué me está pasando? —le preguntó ella y Raí la acunó en sus brazos.Sabía que estaba preocupada y posiblemente asustada por aquel cambio tan repentino, pero aquellos intensos malestares solo duraban unos pocos minutos.—Tran
La luna dejo caer su brillo esplendoroso sobre Nero y Luz, ambos se veían con una intensidad que jamás habían sentido. Ella se veía preciosa, la luna hacia un juego perfecto con su pelaje. Raí buscaba la forma más sutil de salir y casi rogarle a Luz que lo dejará conocerla, pero parecía tan terminada y en realidad lo era. Por supuesto que lo amaba, era una cualidad que la hacía solamente suya, pero también en aquel momento era una preocupación y un estorbo. —¿Por qué dices eso? —le preguntó él enarcando una ceja—. El mundo no es tan malo como lo pintan muchos. Nuestro mundo es muy diferente al de los humanos comunes. Luz frunció los labios y le dirigió una mirada llena de reproche.—¿Aún odias a los humanos...? —No... Claro que no, preciosa, ¡Ya no soy igual al hombre de antes, el imbécil que conociste de desapareció y solo quedé yo! —soltó Nero intentando acercarse a ella con aquel gesto de arrepentimiento. Y si se arrepentía de haber sido un idiota con ella, de su odio hacia
—Intervengan al paciente inmediatamente, estoy en asuntos importantes que no puedo dejar. Tan pronto como los termines, saldré hacia allá. La voz de la mujer le erizó la piel a Luz. Escucharla después de lo que le había pasado solo le agitaba el corazón. Miles de preguntas venían a su cabeza mientras Nero sujetaba fuerte su mano y abría aquella puerta para dejar ver a Olivia. —Buenos… días —saludo la mujer colgando el teléfono—. Me pidieron venir aquí por una emergencia, pero nunca pensé que fuera con ustedes. Es decir, los veo bastante bien… —¡Y lo estamos, doctora! —la interrumpió Nero con voz fuerte y demandante mientras se acercaba con Luz en dirección a la mujer que pasaba saliva nerviosa—. La verdadera pregunta aquí es: ¿por qué nos envió con esas mujeres? Olivia dio un paso atrás nerviosa. —No se de lo que estás hablando… —Si lo sabes —afirmó Nero, pero Olivia siguió negando—, en todo caso no vine a molestarte ni a hacerte perder el tiempo o yo el mío, lo que quiero es mu
En la habitación solo se escuchaban dos respiraciones agitadas: la de Olivia y la de Luz. Y mientras ellas pensaban escenarios catastróficos que pidieron haber pasado, Raí suponía razones para las intenciones de aquel hombre. —Es tu... ¿tu...? —tartamudeó Luz dejando escapar aire de sus pulmones y tratando a toda costa de mantener la paz en su interior—. ¿Tú sabías que todo esto sucedería? Los ojos de Olivia se giraron en dirección a la pareja que la veía muy atentamente y un segundo después negaba. —¿Qué quieren entonces de mi? —inquirió Luz ya desesperada.—La pregunta no es lo que quiero yo —respondió la doctora alborotando sus cabellos con un revolcón de sus manos que luego fue a dar a su rostro—. La verdadera pregunta es: ¿Qué es lo que quiere mi hermano de ti? La doctora podía escuchar cada latido desesperado que venía de aquel hombre. aparentemente ya no era Raí, Nero parecía haber tomado su lugar y lucía seriamente preocupado.Y sin aguantarse más hizo aquella pregunta:—¿