Nero había conocido a Olivia cuando ni siquiera sabía limpiarse los mocos ella sola. Siempre estaba pegada a Oliver como una sanguijuela, curiosa de todo lo que hacía y de las cosas que aquel chiquillo siempre descubría.Con el tiempo fue desarrollando ese amor por lo prohibido por ciertos objetos y materiales, así como su amor por el actual heredero a ser líder.Sin embargo para ella eso no se terminó en una fantasía o un capricho de una chiquilla que recién se enamoraba, en su lugar fue creciendo a medida que pasaban los años y solo aumento hasta que una noche todo el pueblo se enteró de quien sería la luna de sangre de hierro.—¡Esa noche fue la última vez que la vi, te lo juro, Luz! —murmuró Nero tomándole la mano con fuerza mientras ella veía perdida algún libro de la biblioteca y suspiraba cansada—. Ni siquiera tenía idea de que albergaba algún sentimiento hacia mí. Incluso pensé que me odiaba después de lo de lo sucedido…Luz asintió.—Escucha, voy a tomar un poco de aire. ¿De
El viaje fue tortuoso y en un completo silencio incomodo entre los dos. Cada cierto tiempo Nero abría la boca para decir algo, pero cavaba cerrándola y se concentraba en la carretera. Luz por otro lado se mantenía con la vista fija en aquellos árboles que no paraban de pasar con rapidez, hasta que una figura entre ellos llamo su atención.Una pequeña loba blanca corría entre los árboles con gran libertad, su pelaje era peinado por el viento y cuando sus ojos esmeralda conectaron con los de Luz, ella sintió un aleteo en su pecho.—Amelia… —susurró Luz con el palpitar del corazón acelerado violentamente, pegando las manos a la ventana del auto.Nero la volteó a ver sorprendido y estaciono el auto a un costado de la carretera. Luz bajo rápidamente y ojeo con avidez el lugar hasta que localizo a aquella loba que la veía con atención desde la sombra de los árboles.Su corazón latía salvajemente y una ansiedad por correr a su lado se hizo cada vez más acentuada hasta que Nero se pegó a su e
Marciel avanzó por un sendero que se alejaba lentamente del pueblo. Nero podía sentir como los olores de las personas en sus casas se dispersaban a medida que se alejaban y eso realmente no le impresionó mucho. Si al hombre que buscaban le gustaba la paz eso era lo más normal del mundo, pero lo que se llevó por sorpresa fue ese grito de horror que salió de los labios de Luz.Un hombre sujetó a Luz con fuerza mientras la hoja reluciente de una navaja de afeitar brillaba en su cuello.—¡Vete, desterrado, no eres bienvenido aquí! —el hombre dictó con odio y muchos otros detrás lo apoyaron.—No le hagas daño… —pidió Nero ignorando su advertencia, levantando las manos y dando un paso atrás, viendo la mirada asustada de Luz—. Ella no tiene la culpa de mis acciones ni de mi pasado… por favor, libérenla.El hombre alternaba su mirada entre Luz y Nero. No confiaba en ninguno de ellos. Sin embargo, era cierto que esa mujer no tenía la culpa de los errores que había cometido.—Si la dejo ir
Marciel podía traicionar a quien fuera, pero jamás a Zacarías, nunca al hombre que lo ayudo en aquellos momentos donde hasta dormir se le hacía insoportable.Sin embargo, saber que Zacarías si había podido mentirle con respecto a su estadía en el pueblo y aquel viaje falso que se inventó, le dolía profundamente.—¿Por qué mintió con respecto a su estadía, señor? ¿Tan poco confía en mí…? —murmuró Marciel evitando que su voz sonara rasgada.Zacarías se le quedó viendo con cierta tristeza, viendo que en los ojos de Marciel destellaba un pequeño brillo de resentimiento. Realmente no le había mentido, si estaba camino a su viaje cuando Olivia lo llamo, indicándole que Nero y Luz irían a verlo, por eso se había dado media vuelta y regresado al pueblo, pero nada más llegar escucho gritos de todos y una aura algo perturbadora que emergía de las lejanías del pueblo.—No mentí, Marciel, efectivamente salí del pueblo.—¿De paseo por los alrededores? —intervino Luz sin poder evitarlo.Zacarías fr
El cuerpo de Nero se tensó ante la clara amenaza que representaba el hombre frente a él. Apenas podía moverse y Luz estaba profundamente dormida después de haber llorado tanto su frustración.—Parece que aquella loba no te dejo tan mal como todos pensábamos… —se burló Nero intentando distraerlo y alejándose lentamente de Luz tras dejar con cuidado su cuerpo recostado sobre la cama.—Zacarías dijo que ese animal no era parte de nosotros, por lo que tampoco tiene habilidades suficientes para dejarnos malheridos…Pero el universo tiene algunas cosas curiosas para hacer y justo antes de terminar su insulto una mano fuerte y llena de sabiduría impacto contra su hombro haciendo que Marciel soltara un quejido de dolor en un grito espantoso.—Querido aprendiz… perdóname si soy inoportuno, pero yo nunca dije semejante cosa —dijo Zacarías con una espléndida sonrisa y Marciel sintió que cada vello de su cuerpo se erizaba.—¿No…? ¡Digo…! ¡Si… perdón, señor!Zacarías asintió despacio y apretó lige
Desde el mismo instante en que Zacarías vio entrar a Ber Prescott en la sala, supo que algo no había salido según lo planeado. —¿Qué lo trae por aquí tan temprano, señor? —dijo Zacarías intentado alivianar el ambiente—. Es grato tenerlo por aquí, aunque confieso que algo… confuso. —¿Confuso? —Ber rio con sarcasmo como si fuera una ironía verlo en su propio hogar—. Confuso es ver a estos dos en mis tierras, ocasionando problemas, atacando a mis hombres y atrayendo al desquiciado aquel a nuestro hogar. Después de un incómodo silencio por parte de los presentes, uno de los guardias que acompañaban a Ber ingreso en la sala y sin importarle la tensión o quienes estaban presentes, dio informes como si para él fuera un día cualquiera en la guardia. —¡Señor! —exclamó el hombre con tono respetuoso pero con fuerza—. En las fronteras un lobo ronda los alrededores. Los demás guardias sospechan que puede tratarse de la amenaza mayor… Ber ahogó un gruñido y se giró hacia Zacarías con la i
En la piel del muchacho, varios moretones se comenzaban a hacer visibles. Marciel tenía la cabeza agacha y los ojos húmedos. Para Nero aquello se lo merecía, se merecía eso y mucho más por lo que había hecho en contra de ellos, pero alguien en aquella sala pensaba diferente. El primer instinto de Luz fue tomar aquel botiquín que había dejado una de las enfermeras encima de una de las camas vacías y luego arrodillarse frente a Marciel. —¡No me toques! ¡No necesito que una miserable y asquerosa humana tenga lastima de mí! —exclamó pateando lejos el botiquín.—Ya te tuve suficiente paciencia… —murmuró poniéndose de pie y dándole la espalda para salir de la habitación—. Vámonos con el anciano, Nero, ¿Qué importa si ese viene con nosotros? Al final será un estorbo y acabará muerto. De pronto un escalofrío recorrió la piel de Marciel, sus ojos se abrieron desmesuradamente aterrados porque lo que ella estaba diciendo era totalmente cierto. Si llegaba a fallarle a Ber, acabaría muerto
—A mi no me mires de ese modo, cachorro —gruñó Ber girándose hacia Marciel con los puños apretados y con toda la intención del mundo de lastimarlo—. Es tu culpa que ellos estén aún aquí, vivos y a solas con el viejo en aquella torre llena de la información de la que nadie puede enterarse. —¿¡Mía!? —espetó acercándose con furia hasta quedar frente a él—. ¿¡Me hice todos estos golpes solo para que cedieras por la estúpida de tu sobrina!? ¡La idea inicial era culpar a esa mujer de lo que “me hizo” y echarlos a ambos de aquí! —¡Y lo hubiera echó si no hubieras armado todo un alboroto frente a Zacarías! —Según la carta que enviaste, él estaría fuera de la ciudad y resultó que jamás salió del pueblo. ¿Acaso estás tratando de engañarme? Porque te aseguro que a Oliver no le gustará saber que su tío no está colaborando con todo esto. Los dientes de Ber se apretaron haciendo la tensión en su mandíbula visible, estaba enfadado y se sentía impotente, Oliver era un demonio y si quería q