El auto se detuvo justo frente a aquella mujer que esperaba pacientemente la llegada del alfa. La curiosidad por saber que hacía un desterrado en sus tierras era mucho más grande que la historia que arrastraba su lobo. Cuando Nero se bajó del auto y se paró frente a ella con esa figura imponente a la mujer le temblaron las piernas. El hombre frente a ella tenía un pasado oscuro, motivo por el cual su ex mejor amigo tomo decisiones equivocadas. —Vaya, que sorpresa, ¿qué te trae por aquí, alfa? —preguntó la mujer firme con un roble y sin ninguna expresión en el rostro. Nero se lo pensó un instante antes de responder hasta que finalmente se lo dijo. —Vine para que ayudes a mi mujer. Está grave y todo es a causa de ese alfa tuyo... —¿Mío? No quiero recordarle que yo no soy de su manada, desterrado —replicó la mujer con odio—, déjeme recordarle que usted vino a mis tierras, no yo a las suyas. Él pasó un trago de saliva y agachó la cabeza, momento en el cual la mujer lo vio con impres
Luz arrugó el rostro cuando escucho a la mujer decir aquello. Tenía muchas preguntas por hacer desde que se vio en aquel hospital con ese hoyo en el estómago, recuerdos que no eran suyos venían a su mente y entre ellos estaba ella… una mujer de cabello blanco y piel igual de pálida que traía consigo unos ojos amarillos.¿Quién era ella? ¿La conocía? Por supuesto que la conocía, lo sabía, porque muy en el fondo alguien le respondía aquella pregunta.—¿De qué deberes estás hablando? —preguntó ella con aquel sentimiento rondando su corazón.Nero se tensó ante la pregunta de Luz, esperaba que aquello pudiera explicárselo a su debido tiempo y claramente ese tiempo no era ahora.—¡Ningún deber… tú no tienes ninguno, no eres una luna! —se apresuró a decir él y miró con resentimiento a la mujer que sonreía con malicia—. ¿Podemos avanzar? Eso son cosas de lobos y ella no es un lobo… es un humano… —dijo mirándola fijamente con aquel brillo rojizo emergiendo sutilmente en una alerta de peligro q
Corrió como si su vida dependiera de eso a la puerta de la cabaña y tocó con fuerza tantas veces le fueran necesarias, pero nadie salió de allí para atenderlo ni la puerta se abría. Solo podía escuchar los lamentos y las súplicas de Luz para que se detuviera aquel dolor estremecedor. Nero sentía que su corazón se partía a la mitad, jamás la había escuchado llorar ni siquiera gritar de dolor como lo estaba haciendo y esa no era la peor parte, lo peor era que en su interior, Raí lo rasguñaba sin parar y él tenía que lidiar con ambas emociones. Finalmente las lágrimas acabaron resbalando por sus mejillas y cayó de rodillas al suelo pidiéndole al cielo que aquel sufrimiento acabara. Estaba sufriendo más él que Luz o eso pensaba. Poco después, los gritos cesaron y las puertas se abrieron. La primera en salir fue Ofelia; tenía el rostro pálido y una mirada amarga que se posó por segundos en Nero, y luego se fue con Henry. Ofelia tomo del brazo al hombre y lo arrastro hasta de vuel
La respiración de Nero se hizo más lenta a medida que pasaban los segundos, después de todo, esas palabras eran repetidas por aquellas mujeres como si fueran un mantra cada vez que alguien de su especie venía a visitarlas. Sin embargo, Luz no era una mujer lobo, era una humana, no tenía que preocuparse por nada.—¿Quedarse? ¿Es serio? ¡Es una humana! ¿Se han vuelto locas o no ven bien? —espetó con fastidio mientras Luz veía todo con expresión confundida.—Sigue siendo elegida por la diosa para ser una luna.—Tiene un valor exquisito —explicó otra de las hermanas.—¡Se queda! —dictó la mujer que los guió por el sendero.La mujer avanzó hacia ellos y Nero hizo un gesto involuntario para defenderse. —Si nos atacas, mueres, lobo.—Desataras una guerra… es mejor que te rindas y nos des lo que pedimos, al final, no eres más que un desterrado.Nero pasó saliva y se detuvo a pensar en la forma más viable de salir de ese lugar, pero lo único que podía hacer era sentir ese escalofrió recorrer
Durante un largo segundo la angustia lo dominó, solo podía ver en los ojos de Luz aquella determinación que se había quedado en lugar del miedo que sentía.—Creo que es lo mejor —dijo ella y él negó con la cabeza haciéndola dejar escapar un suspiro desesperado—. No tenemos ayuda, ni alguien que pueda hablar con ellas y no veo que quieran negociar algo más razonable.Nero pasó una mano por su cabello y lo alborotó con frustración mirando al suelo, luego abrió los ojos y levantó la vista hacia Luz, se había dado cuenta de algo importante que no tenía ningún sentido en esa situación.—¡Espera… espera…! —exclamó Nero devolviendo sus pasos hasta quedar frente de Marie—. ¿Por qué quieres que la convierta si eso no tiene nada que ver con mi sangre? Ella no hará ningún cambio ni le dará nada especial, hay algo más, ¿no es cierto?Marie se le quedó viendo con aquella molestia atravesándole por el rostro.—Estoy en lo cierto, ¿no? —siseó la voz seria y gélida de Nero—. Ustedes tienen algo más g
Por la tarde Nero ya estaba más que preparado. Sabía dónde encontrarla y la razón por la que se había ido, salió del despacho y subió corriendo al cuarto de Luz para hablar con ella, pero apenas llego la encontró profundamente dormida.Un sentimiento de culpa y angustia lo invadía, ahora que ella lo sabía todo seguramente se iría tan pronto como acabaran de resolver el problema y él no podría hacer nada para evitarlo porque además de que ella lo veía como un pago que debía hacerle, él se había comportado como un egoísta.—Cómo quisiera dejar de ser un idiota... —murmuró en voz baja, volviendo su mirada hacia la ventana del dormitorio y tapándose los ojos con frustración—. Tal vez así dejaría de hacer las cosas mal con ella.—No creo que dejes de ser un viejo idiota, pero al menos tratas de compensar lo que haces mal.Los ojos de Nero se abrieron y su corazón comenzó a latir con fuerza, no esperaba que ella estuviera despierta y menos aún que estuviera escuchando sus lamentos.Lo escuc
Si alguien deseaba que la tierra se abriera y se la tragara, esa era Luz Ortiz. ¡Sí! Porque no había nada más humillante para ella que parecer una acosadora.Ella se mordió los labios y miró de lado a lado mientras buscaba que decirle, cualquier cosa, ¡lo que fuera! Sin embargo no encontró nada y el silencio fue lo único que ocupo su respectivo sitio en el ambiente, además de la incomodidad, claro.Poco a poco, sintió que su cara se calentaba y sus piernas cedían como si estuvieran hechas de gelatina cuando intentaba regresar sus pasos para salir de allí.—¿Estás bien? Parece que tienes fiebre… ¿y si mejor vamos al hospital con Henry? Recuerda que no puedes estresarte... —le aconsejó él cada vez más preocupado.Pero por mucho que hablara Nero, Luz no lo escuchaba, solo veía lo guapo que se veía con esa camisa de manga larga arremangada hasta arriba de los codos y ese retoque que se había hecho en la barba que hacía que sus labios se vieran enmarcados y suaves, besables...Un paso al f
Unos ojos rojos se giraron a verla y entre los pliegues de los labios de aquel hombre había sangre... ¡Su sangre!De pronto un mareo comenzó a apoderarse de ella, Nero la tenía entre sus brazos, pero él no parecía ser Nero, ese era Raí.Una sonrisa se dibujó en el rostro del hombre. No era una llena de maldad ni de ganas de hacerle daño, era una que reflejaba amabilidad y alegría, algo que ella no entendía porque ahora se sentía mal.Su cuerpo comenzaba a hervir como si tuviese la fiebre al tope, sentía que sus ojos se apretaban en sus cuencas causándole dolor de cabeza, sentía su cuerpo crujir lentamente mientras sus huesos iban amoldándose en alguna forma extraña, los mareos no cesaban en las continuas palabras de alguien dentro de su cabeza no querían parar.—¿Qué me está pasando? —le preguntó ella y Raí la acunó en sus brazos.Sabía que estaba preocupada y posiblemente asustada por aquel cambio tan repentino, pero aquellos intensos malestares solo duraban unos pocos minutos.—Tran